El grupo, de Mary McCarthy

 De mujeres...

Alguna vez en el pasado, llevado del deseo de recoger mi experiencia comunal allá por los años 70 en Tudela de Duero (Valladolid), pensé en escribir un libro que llevaría por título justo el mismo que ahora paso a comentar. No sé si me he vuelto sensato o mayor. Ahora estoy seguro de lo difícil que hubiera sido trasmitir una experiencia grupal, poliédrica, que duró para mí ocho años y que cada uno vivía desde su historia previa, sus aspiraciones, su lugar en el mundo en ese momento. Si yo no tenía del todo claro ese autoanálisis en mi caso, ¿cómo acercarse entonces a las entretelas de los otro siete miembros de mi grupo por muy amigos míos que fueran y a pesar de tantos años de estrecha convivencia? Que conste que pensé en distintas técnicas: desde el monólogo interior para el narrador en primera persona, la segunda interpelativa, la tercera objetiva y la más distante e impersonal para lo que me quedara más lejano. No me atreví, por el esfuerzo que conllevaba y las pocas espectativas sobre mi propio éxito en esa empresa. Me entero ahora de que un miembro de la segunda generación tudelana, Irene, está batallando con la historia con forma de guión cinematográfico. Ójala tenga más éxito que yo y consiga alcanzar el de McCarthy, Mary. El grupo. Barcelona: Tusquets Editores, 2004, con una tersa traducción de Pilar Vázquez y 434 págs. Llego pues algo tarde a aceptar la recomendación de mi librero de cabecera, F. Linde, de la librería 80 Mundos. Contrariamente a mi costumbre, elijo la cubierta del original, mucho más sugerente que la que han elegido los de Tusquets.


Me entero ahora, al pergeñar (que diría mi padre) estas líneas, de que hay una versión cinematográfica dirigida por S. Lumet del año 1966, poco tiempo después de que el libro viera la luz. Se publicó en 1954, aunque se ambienta en los años que van desde 1933 durante la Gran Depresión, a 1940, en pleno conflicto mundial. La escritora (Seattle 1912 - Nueva York 1989) se había graduado en 1933 en la universidad de Vassar, exclusivamente femenina en esa época, y de gran prestigio, al norte de la ciudad de los racacielos. Coincide este dato biográfico con el de la fecha en que las protagonistas de su historia finalizan sus estudios. ¿Algo de autobiografía? Veremos. Hay más elementos para juzgarlo.


También su participación en movimientos de izquierda de la época de Roosevelt coincide con la posición de algunas de las amigas e integrantes del grupo. Escribió más de treinta novelas y ensayos, aunque yo no tuviera noticia de su existencia. Seguro que fue una mujer apasionada, dada su amistad con otra fémina interesantísima, Hannah Arendt. Quiero dejar aquí un fotograma de la peli citada, dada la perfecta adecuación con la que visten las actrices. Veremos luego que en el libro eso tiene capital importancia puesto que supone un rasgo inclusivo o exclusivo de la clase social de cada una, de su carácter y de sus pretensiones vitales y dada la meticulosidad con la que la escritora se dedica a precisar lo que lucen sus personajes, cómo van peinadas, o cómo es la casa en la que viven.


Lejos de ser un retrato superficial y "femininito", McCarthy nos presenta un grupo generacional que ya es distinto del de sus madres. Ha llegado a la Universidad, donde se conocen y conviven, con el objetivo de formarse para poder trabajar después ("Negocios, antropología, , medicina; no porque se vieran obligadas a hacerlo, sino porque sabían que tenían algo que aportar a la joven América emergente", pág. 18), de modo que eso les permita ser autosuficientes, a pesar de venir la mayoría de ellas de familias acomodadas económicamente: "Todas sin excepción coincidían en que lo peor que podía sucederles era llegar a ser como papá o mamá, unas personas envaradas y timoratas" (pág. 18). Todo ello en medio de los conservadores EE.UU. de la época. El hecho de que el grupo esté integrado exclusivamente por mujeres suponía que "su femineidad era un elemento tranquilizador" (pág. 82). Sin embargo unas veces sin pretenderlo, otras buscándolo, los varones se cruzan en sus caminos y el matrimonio y los hijos acaban alterando muchos de sus planes. Ellos están más chapados a la antigua en lo que se refiere a la relación de pareja (con la consiguiente infidelidad incluida, claro), a su dedicación laboral, al cuidado de los hijos, que corre a cargo de ellas, por supuesto... Por otra parte la narradora, a través de algún personaje secundario también femenino,  muestra unas ideas progresistas, y que seguramente debieron de causar estupor en su época, cuando no escándalo, en cuestiones sexuales: "Cualquier técnica que ofrezca placer a ambas partes es perfectamente aceptable y natural" (pág. 85), cuando de la sexualidad femenina no se hablaba.

 
La estructura de la narración se pone pronto de manifiesto, y cada capítulo se va centrando en una de ellas, pasando sin solución de continuidad de una a otra. Uno de los presonajes que centran más la atención de la autora es Kay "de clase media alta de profesionales [...] que cree en su futuro y en su capacidad para sobrevivir y gobernar" (pág. 99). Paradójicamente sólo consigue empleo como dependiente de Macys, unos grandes almacenes, y se enamora de un tipo con ínfulas de escritor y con alto concepto de sí mismo y un auténtico inútil, pero ante quien se siente capitidiminuida (¿porque lo ama?): "Tú eres un genio y yo soy una persona del montón" (pág. 104). Con ella se cierra también el libro. Hay otros miembros del grupo, más secundarios y al mismo tiempo más enternecedores; Dotty con su historia de amor contrariado y sus primeras experiencias con anticnceptivos, esperando inútilmente en un banco de Central Park. Pokey, perteneciente a una famiilia de abolengo neoyorquino, cuya descripción se nos presenta como en una película B/N de la época con todo su glamour, mayordomo inluido, el asombroso Hatton, británico, off course. Algunas son vistas con mayor cercanía que otras. Norine, por ejemplo, podría ser "la mala de la película", con su sentido de la infidelidad autojustificado, o sus tendencias anarcoides a la hora de criar a su hijo, por oposición a Priss, que acaba casándose con un pediatra y se ve obligada a acatar las últimas tendencias en la crianza relativas al amamantar o no y los biberones de su criatura. Norine muestra sus sentimientos encontrados entre la educación recibida en la Universidad ("Era muy importante que la mujer preservara su individualidad, su independencia"; pág, 350) y el papel tradicionalmente asignado a la mujer en la sociedad estadounidense del momento. A través de Polly, convencida demócrata, se hace referencia a la guerra de España, dadas sus opiniones filorrepublicanas, por oposición a la postura cercana al fascismo de Libby, que quería hacer carrera en el mundo editorial.
 

 No sólo las protagonistas son mujeres, ocupando los varones un papel subsidiario para explicar muchas de las actuaciones de aquellas. También el punto de vista desde el que se narra es claramente femenino. En la forma de describir, por ejemplo a una persona: "Una dama corpulenta y delicada, blanda como una almohada o un cojín de plumas" (pág. 178) o cualquiera de los ambientes en que se mueven los personajes; o de utilizar eufemismos que me retrotraían a los que usaba mi madre: "Cuando ellas volvían de un baile un poco piripis de champán" (pág. 178; la cursiva es mía). También el uso de la segunda persona del plural, incluyente, para refererirse al resto de las integrantes del grupo, a quienes parece dirigirse: "Dio un paso atrás y ¿os lo podéis imaginar, chicas?, se desmayó en los mismísimos brazos del señor LeRoy" (pág. 233). Como vemos, pues, el libro supuso, y todavía hoy puede causar sorpresa en algunos casos, una muestra de la contradicción entre todas aquellas mujeres formadas y preparadas para ser autónomas y que tal vez no eran capaces de desentenderse de los prejuicios que habían mamado. El toque final relativo al lesbianismo de una de las integrantes del grupo pone de manifiesto la moderna perspectiva de la escritora frente a la opinión de las muchachas: ""esto las llevó a plantearse si ya lo sería cuando estaba en la universidad, en secreto, claro. A la luz de este terrible descubrimiento, estudiaron su atuendo en busca de signos reveladores" (pág. 426; la cursiva es mía). Si las mujeres no tenían una sexualidad explícita en la época, mucho menos sería aceptable suponer que la tuvieran "desviada" (las comillas también son mías, por supuesto).


Relato coral en el que, con tanto nombre y apellido, más los de soltera o casada de las madres, puede llegar a haber alguna confusión. En la reunión final, a veces se hace necesario volver páginas atrás para localizar a algunas de ellas que hacía tiempo no habían vuelto a aparecer. De todos modos es un buen retrato de época, aunque es cierto también que muchas de sus problemáticas pueden parecer hoy trasnochadas. Está narrada con mano firme y controladora de la estructura y de la caracterización de todas y cada una de ellas. Las mujeres españolas de esa época estaban dando la batalla por conseguir el voto y acceder de forma minoritaria a la Universidad; con la llegada del franquismo fueron enterradas en un mar de sometimiento a los varones, del que sólo alcanzaron a liberarse en parte en los años setenta. Nos llevaban ventaja las estadounidenses a pesar de sus contradicciones.

José Manuel Mora. 

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