Money Moster, de Jodie Foster

 Dinero y televisión

Vale. Lo reconozco. Soy fan. Del resto de los créditos me he enterado a posteriori y había olvidado la crítica que, con toda seguridad, leería hace un par de semanas en el periódico. Tenía bastante con la pareja protagonista. Y así, con algo de retraso, me he plantado en el cine, un jueves a las cuatro de la tarde. Qué inhóspito. Éramos cinco. Money Monster, dirigida por la también actriz Jodie Foster. A pesar de ser la cuarta a su nombre, no había visto sus filmes anteriores, aunque a ella sí la he seguido como actriz desde El silencio de los corderos. He vuelto a ver su debú en Taxi Driver y la encuentro irreconocible. Me interesa más ahora, como directora, como intérprete y como mujer. Pero el caramelo en la peli que comento era otro. La presencia de dos actores que me suelen atraer en pantalla: Julia Roberts y George Clooney. Vayamos a ello, pues.


El título de la peli es el de un programa de televisión que supervisa la Roberts y que presenta Clooney, al modo en que esos de tirón popular suelen atraer a las masas, fomentando el morbo y con un "conductor" , que decimos los ingleses, que es un auténtico payaso. En este caso se trata del morbo monetario. Puede que muchos piensen que no hay nada tan aburrido como un programa que informa sobre fluctuaciones de los índices, sobre todo para los no iniciados. La gracia consistía en que el presentador, cargado con un plus de confianza, informaba, orientaba, recomendaba lo más adecuado en lo que invertir. Hasta que una de las firmas que prometían réditos fabulosos se viene abajo de la noche a la mañana y un montón de inversores pierden todo lo que apostaron. ¿Les suena? El presentador se lo toma como gajes bursátiles. Pero un chaval que se ha quedado con lo puesto y que espera un hijo (un tal Jack O´Connell bastante creíble en su enloquecida decisión) decide entrar en el plató para denunciar lo sucedido y exigir explicaciones y disculpas mediante el secuestro del presentador.


El propietario de la firma está desaparecido y el chaval amenaza con volar el estudio televisivo con el chaleco que obliga a ponerse a Clooney. Y hasta aquí puedo leer, porque la dirección de la peli cambia: de un tono de aparente comedia inicial se pasa a la denuncia del tinglado financiero y a casi un thriller. Las tres líneas de desarrollo del filme se mantienen perfectamente trabadas en una tensión perfectamente medida y donde se mezcla la inicial filmación objetiva, con la de las cámaras del plató, que acaban siendo testigos de lo que sucede ante los conmocionados espectadores, fuera ya del edifico, en pleno Wall Street, aunque uno pueda mostrarse algo escéptico ante la resolución, dado lo expeditivos que son los policías estadounidenses, al menos con los negros. Dudo además de que el principal responsable acabe siendo condenado, no hay más que recordar lo que sucedión con Lehman Brothers.

 
La burbuja financiera y sus causas y causantes, la amoralidad de los televidentes/inversores, la superficialidad del que se gana la vida presentando un programa de enorme peligro para tantos con una frivolidad absoluta, todo va siendo puesto delante de la cámara por Foster, aunque acabe primando el suspense sobre lo que sucederá con el chaleco cargado de explosivos. Clooney despliega sus dotes de comediante desatado, mientras que Roberts, con la cara lavada, es pura contención dentro de la pecera de realización desde donde controla cámaras e información, incluso la actitud del presentador a través del famoso pinganillo. O´Connell aparece más que como un peligro auténtico, como un pobre ser herido en su economía, en su autoestima y al que el futuro se le ennegrece por memoentos. Los cien minutos se me pasaron en un verbo. No creo que decepcione a quien vaya a verla. 
 
José Manuel Mora.

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