Florence Foster Jenkins, de S. Frears.


Lealtad

Parece que mucha gente ha decidido no ver la peli porque el año pasado se estrenó otro filme, esta vez francés, que contaba la misma historia, aunque sin declarar el nombre auténtico del personaje. Parece también que tuvo bastante éxito. Como se me escapó, he ido a ver el que voy a comentar sin prejuicios, y porque el tándem protagonista es de los que me gustan. El director también suponía una baza atractiva para mí. Florence Foster Jenkins, dirigida por el magnífico Stphen Frears no me ha defraudado.


Para los desmemoriados, aunque a mí no se me olvida la conmoción que me produjo Mi hermosa lavandería (1985), y las que vendrían luego, Frears es un director con una visión crítica de lo que le rodea, y con ella se aproxima normalmente a las historias que cuenta. Seguramente sí se recuerda la demoledora Las amistades peligrosas (1988), que para eso la promocionó Hollywood. Así que seguramente su acercamiento a la figura que da título al filme tenía un trasfondo mayor que el mero biopic. Que Meryl Streep tuviera el papel protagonista tampoco es casual. Esta mujer parece empeñada en que sí que hay papeles para mujeres de su edad, siempre que se sea capaz de arriesgarlo todo para encarnarlos. En este caso la figura (aparece gordísima), o la voz. La hemos oído cantar en Mamma Mia! y sobre todo en The Prairie Home Companion (2006), la última que dirigió R. Altman, y donde demostraba lo delicada y sensible que puede ser cantando en aquel escenario que se va a cerrar definitivamente. Ahora que ando metido en cuestiones musicales, después de siete años en el coro, me doy cuenta de que es mucho más difícil cantar mal que hacerlo bien. Y ella destroza cuanto entona (es un decir). Pero la Streep se saca la espinita en la última secuencia cuando canta, angelical, entre nubes.

 
Lo que mantiene viva a esta mujer es su pasión por la música. Dicha pasión la lleva a financiar una asociación de amigos de las melodías en 1944, durante la IIª Guerra Mundial. Es una rica heredera y se puede pagar el lujo de un maestro de canto, de un pianista que la acompaña, hasta de alquilar el Carnegie Hall para actuar y regalar mil entradas a los soldados regresados de Europa. Locas ricas no son infrecuentes. Cada quien hace con su dinero lo que quiere. Sin embargo todo el montaje que sostiene la ilusión de esta mujer sería imposible sin la complicidad de su marido, un actor británico que tuvo mejores momentos y que ha establecido un pacto de lealtad con ella, relativo a su relación de pareja ("hay muchos modos de amar") y a las ilusiones de ella que él pretende que no se vengan abajo. El papel de Hugh Grant con su acento cuidadísimo de las islas, frente al neoyorquino de los demás, le confiere un plus de credibilidad, a touch of class, que le dicen (me he enterado de que los martes, en los Panoramis, se proyectan algunas cintas en V.O. y fue un lujo escucharlos). Deja aquí atrás sus repetidísimos papeles en sus últimas comedias y encarna a un enternecedor compañero de viaje de la "cantante", con unos primeros planos conmovedores, además de gesticular entre bambalinas lo justo, sin palabras. 
 


Sin embargo la gran sorpresa para mí fue el descubrimiento (no conozco la serie The big bang theory en la que actúa y me pasó desapercibido en Good Night, and Good Luck) de un mindundi, Simon Helberg, que interpreta al pianista acompañante, con un toque de timidez y amaneramiento divertidísimos. Su tono de voz, al escucharlo en una entrevista, se aleja mucho de la impostación con la que ha construido a su personaje. Es brillante en sus dudas, en ese estar sobrepasado por las circunstancias en las que la suerte lo ha colocado y por fin decidido a entrar en el juego de la lealtad.

 
Así pues, sin ser una peli esencial para la supervivencia, es un canto a la generosidad y al compromiso, cada uno desde su propia situación, envuelta en un tono de comedia amable que no decae en ningún momento. Si se es fan de los actores, todavía más. Una producción en la que se ha metido mucho dinero y que está perfectamente ambientada y fotografiada y con una banda sonora cuidadísima. Pasé un buen rato, aunque no dejé de agobiarme ante los gorgoritos desafinados de la Foster Jenkins. Bravo por la Streep y sus compañeros.
 
José Manuel Mora.

P. S. Por el mismo precio, digo, del comentario, dejo constancia aquí de otro filme de intérprete femenina, esta vez la Huppert, de quien también soy incondicional. Sin embargo salí decepcionado, no por su interpretación, sino por el anodino planteamiento y realización de su directora, Mia Hansen-Løve, una historia pretenciosa, muy francesa, en la que no ocurre nada más que una vida común de una profesora de filosofía, cuarentona, que ve tambalearse su vida entera al ser abandonada por su marido. Tendrá que buscar el equilibrio de nuevo. Y eso es todo. Pero me parece que no hay "carne", a pesar de la actuación de la Huppert, espléndida como suele.



Comentarios