Loving, de Jeff Nochols

 Interracial

Parece evidente que los cines alicantinos quieren poner a prueba a los aspirantes a cinéfilos. Que quienes gustamos del cine en V.O.S. tengamos que ir a la sesión de las diez de la noche no ayuda demasiado. De hecho éramos tres en la sala. Por muy "nominada", es decir, preseleccionada, que esté a toda clase de premios, Oscar de interpretación incluido, es un filme que está pasando como de puntillas por nuestra cartelera y que mucha gente se quedará sin conocer, a pesar de ser de lo mejor que he visto desde hace tiempo. De su director, Jeff Nichols (Little Rock, Arkansas, 1978), a pesar de su juventud, ya hay un par de pelis comentadas en estas páginas, Take Shelter (2011) y Mud (2012), ambas elogiosamente. En este caso, Loving, es un título con doble significado: el apellido del protagonista y su esposa, y el sentido coloquial del término, "amoroso", o "cariñoso", adjetivos ambos que cuadran a la perfección con el tipo de relación que el matrimonio mantiene. El director de la cinta es también su guionista y ha escrito la historia a partir del contencioso judicial Loving v. Virginia, es decir el enfrentamiento en los tribunales entre los miembros del matrimonio y el estado sureño de Virginia.

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Hay que hacer una pequeña precisión no menor, y es la fecha en que se desarrolla la historia: 1958,  y en un estado sureño, allá donde más tiempo estuvo arraigada la esclavitud y donde más tiempo costó que las costumbres y las leyes se adaptaran a una nueva realidad. Los protagonistas forman una pareja "interracial" o mestiza, que se muestra en público con naturalidad en su pequeña comunidad. Cuando la relación madura deciden casarse, para lo que se trasladan a Washington D.C. Al volver son detenidos, ya que en Virginia ese tipo de uniones es ilegal, y luego son expulsados del estado. Diez años después, con tres hijos  y una relación amorosa y plena, un abogado perteneciente al movimiento por los derechos civiles que inició M.L. King se ofrece a llevar su caso hasta el supremo. Ella es la que confía y decide presentar batalla. Él, más reconcentrado, menos amigo de la prensa, va un poco a remolque. La anécdota trascurre por los canales esperables. Lo que hace grande la película es la manera en que un problema tan terrible como el de la segregación racial, sea abordado con un tono bajo, sin sensacionalismo ni violencia, lo que suele ser frecuente en el cine estadounidense con esta temática. La vida cotidiana de esa familia es presentada con una normalidad absoluta, ayudada por una puesta en escena en la que todos los detalles de vestuario y atrezo están cuidados al máximo. Parece que las imágenes originales también han ayudado al director a compner la historia, como se puede apreciar en las dos que dejo a continuación. Hay muchas más.
















La mayor parte de la fuerza que se desprende de las imágenes corresponde a sus protagonisatas. Creía no conocer aninguno de los dos, pero será difícil que los olvide a partir de ahora. Ruth Negga es una actriz etíope-irlandesa que no necesita muchas palabras para trasmitir hondura, emoción, esperanza. La había visto en desayuno en Plutón (2005), más joven y de secundaria y no la he reconocido. Aquí está impagable por su sensibilidad y por su capacidad para presentar batalla sin desmelenarse, apoyada en la esperanza de un tiempo nuevo para sus hijos y para ellos dos. Joel Edgerton sí que me era desconocido al no seguir la saga de Star Wars. De pocas palabras, parece vivir sólo pra trabajar y para cuidar de su mujer y de su familia. No pierde las formas en ningún momento, porque sabe en qué tipo de sociedad vive. Sin embargo se rebela contra lo que cree injusto y se pone en peligro para estar junto a su mujer. Ambos son presentados por el director poniéndose éste en el lugar de los que lo tienen todo perdido ante la lógica implacable de la sociedad en la que viven y del juez que los juzga: "Dios nos creó de distintas razas y sería ir contra su plan mezclarlas, por eso la ley de Virginia lo prohíbe" (sic); al sheriff del condado habría que echarle de comer aparte. El conjunto resulta tan clásico como Matar a un ruiseñor. Dará que hablar. Seguro

José Manuel Mora.



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