Hidden Figures, de Theodore Melfi

 Mujeres, negras e inteligentes

Cuando se estrenó el filme pensé que podía ser interesante, sin embargo acabó escapándose de las carteleras alicantinas sin que fuera a verlo. Lo recupero ahora con un doblaje en español de México que me resulta fascinante y me retrotrae a los inicios de aquella televisión en blanco y negro de los sesenta, en que las series que pasaban venían dobladas desde Puerto Rico. Las Figuras ocultas a las que alude el título corresponden a tres científicas brillantes que participaron activamente en la carrera espacial que los USA llevaban a cabo para ganarles el pulso a los rusos. El director, Theodore Melfi, se ha basado en el libro  Hidden Figures: The Story of the African-American Women Who Helped Win the Space Race de Margot Lee Shetterly. No lo conozco, pero la adaptación debe de ser más que aceptable puesto que la cinta estuvo propuesta en el área de la adaptación a varios premios importantes, Oscar y BAFTA incluidos.



Parece que cuando a una peli le colocan la etiqueta de biopic (abreviatura sincopada de biography y picture) logran que desmerezca su resultado. Las críticas hablan de previsible, de edulcorada y sujeta a un patrón triangular, como se corresponde con las tres protagonistas que encarnan a las tres mujeres que batallaron por ensanchar el horizonte vital de unas personas segregadas por el color de su piel, por su sexo y porque no se toleraba bien que personas consideradas de segundo rango fueran por otra parte más inteligentes que sus compañeros varones. Estando tal vez de acuerdo en que las tres narraciones responden, en lo que a su intrahistoria se refiere, a patrones muy "jolivudenses", no puedo dejar de subrayar que la manera en que los datos sociológicos se van colando en el argumento, casi sin subrayar, me parece muy acertada: ellas no quieren ir en bus al trabajo porque les tocaría ir al final del mismo; no existen aseos para personas colored (fuerte, el eufemismo) en la zona donde trabajan los blancos, lo que supone hacer 800 m. para satisfacer las necesidades; en la biblioteca hay un área reservada pra personas de color; en la universidad de Virginia no se puede matricular una mujer negra para lograr una titulación superior de ingeniera, para lo que tendrá que litigar judicialmente, aunque se desempeñe una tarea de responsabilidad, ésta no será reconocida con cargo y sueldo si quien la realiza es una mujer negra. Así que las tres tendrán que pelear por demostrar su valía: una estudiando programación de un IBM de primera generación con el que los varones no saben cómo emplearse. La segunda con la batalla jurídica (impecable su argumentación ante el juez), que le hará ser la primera mujer que logró matricularse en medio de un montón de compañeros blancos. Y la tercera a base de establecer con precisión milimétrica, gracias a una mente privilegiada para las matemáticas, la órbita de entrada de la cápsula en la que viajó al espacio John Glenn.



 En cuanto al asunto de su situación social como seres sexuados, vivieron el paso de ser hijas de sus padres, mujeres de sus maridos y madres de sus hijos, a ser personas completas, valiosas por sus competencias profesionales. Y eso lo lograron a base de lucha. Entraron en lugares donde se tomaban las decisiones y se compartía la información, que es poder, reservados exclusivamente a varones; fueron conscientes de que cada vez que pretendían alcanzar una meta, los que lo controlaban todo desplazaban la línea de llegada para que no consiguieran rebasarla; Y les dio tiempo a ver cómo sus esfuerzos sirvieron no sólo para ellas, sino para las generaciones subsiguientes de mujeres, como sucedió con el voto igualitario en la Inglaterra de principios de siglo, que se fue extendiendo después a otros países europeos. La peli concluye con imágenes de las heroínas reales y lo que fue de ellas con el paso de los años. Lograron consolidar su estatus y consiguieron el reconocimiento social que merecían.


 Octavia Spencer, Janelle Monáe, y Taraji P. Henson son las tres actrices que incorporan con veracidad y un punto de rebeldía irónica en ocasiones, combativa en otras, a estos personajes que abrían paso a unos nuevos tiempos. El papel de Kevin Costner no sé si responde a alguien real, pero parece que la edad le ha dado un poso que antes no tenía. Es cierto que queda mucho por hacer. Las actrices estadounidenes de la actualidad siguen reivindicando el mismo salario para el mismo trabajo y siguen denunciando que no existen las mismas oportunidades, para aquellas que son negras, de lograr un papel protagonista (he de reconocer que no conocía el nombre de ninguna de las tres). Con milenios de patriarcado, la lucha de las mujeres se prevé larga, más mientras los varones no nos incorporemos a ella para reivindicar solidariamente en cuanto seres humanos igualdad y justicia para todos. Queda mucho por hacer y películas como ésta puede que ayuden a dar a conocer la larga marcha de esta mujeres, negras e inteligentísimas, y por lo tanto abran los ojos a quienes deberán seguir peleando. El techo de cristal sigue ahí, pero es de cristal. 

José Manuel Mora.






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