La llamada, de Javier Calvo y Javier Ambrossi

 Musical atípico y descacharrante

Resulta extraño para una ciudad como Alicante que una peli se mantenga en cartel más de cinco semanas y eso que se trata de una cinta española y somos geniales ninguneando lo que hacemos, así que el cine español no suele tener buena prensa. Sin embargo aquí está la que voy a comentar para desmentir lo que acabo de escribir. La llamada, escrita y dirigida por Javier Calvo y Javier Ambrossi, quienes también firmaron la puesta previa en un teatro de Madrid (2013) y que se convirtió en un auténtico fenómeno de masas. Según he leído, había gente que a lo largo de los cuatro años que se mantuvo en las tablas había ido a verla en repetidas ocasiones. Yo me enteré a toro pasado. Los creadores de la historia han decidido encargarse ellos mismos de llevarla al cine con parte del elenco que trabajó en el filme.


Aunque el cine da muchas posibilidades de localizaciones y personajes, los autores han decidido mantener el esquema de la obra teatral. Los cuatro personajes centrales serían suficientes para sostener la historia: un campamento de verano en la sierra de Segovia para chicas llevado por unas monjas, una excursión de la mayoría y dos adolescentes de 17 años que quedan castigadas por haberse escapado a un festival de electro-latino (?); están al cuidado de la hermana Milagros y bajo la batuta de una nueva "madre", sor Bernarda, con un largo fin de semana por delante. Que en ese ambiente campestre se le aparezca Dios a una de las chicas, cantando canciones de Whitney Houston mientras baja la típica escalera de revista, podría caer en la irreverencia más absoluta, pero la interpretación de Richard Collins-Moore, a quien no conocía, además de resultar desternillante, acaba por lograr por métodos poco ortodoxos, en los que no voy a entrar, que la muchacha se enfrente con sus propias armas a una experiencia que todos los místicos confirman que es intensa. 




Además de que tanto los temas originales de Leiva, como las canciones de la "Jiuston" son perfectas para cada momento y están estupendamente cantadas (el inicio a capella de la que canta sor Milagros es de alto riesgo), una peli así se sostiene por un guión lleno de ocurrencias y chispeante a tope, con réplicas dadas a la perfección, y por unas interpretaciones en estado de gracia. Anna Castillo, desconocida para mí por no ver las series de después de comer es, además de un bellezón, de un desparpajo admirable; el rostro de Macarena García es de los que no se olvida, más después de haberla visto en Blancanieves (2012): su mirada es de una rara intensidad; de no ser así no sería creíble su arrobo místico. Ahora bien, para mí, quienes arrasan son Belén Cuesta y Gracia Olayo, esas dos monjas tan atípicas, cada una por una cosa. Su dúo en el comedor es admirable por bien cantado, además de desopilante. Hacía mucho tiempo que no me reía a carcajada limpia en un cine. 


No creo que los creadores de la historia hayan querido profundizar en ninguno de los temas que se abordan en la peli: la llamada de Dios, la vocación, la amistad o el homoerotismo. Pero a partir de todos ellos han conseguido ensamblar un artilugio de ritmo perfecto, con ritmo trepidante, estupendas canciones y unas interpretaciones casi en estado de gracia, para estar a tono con el asunto. No creo que sea cine de altura, pero es cine bien hecho y que cumple con lo que se propone, hacer pasar un momento divertido. No es poco en los tiempos que corren. 

José Manuel Mora.

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