The Handmaid's Tale, temporadas I y II

 ¿Ficción especulativa?

Las circunstancias se han dado y he podido dedicar unas cuantas horas en el famoso acueducto de la Inmaculada Constitución a acabar de ver la serie de HBO, The Handmaid's Tale, estrenada este mismo año, con lo que por una vez puedo decir que es casi una primicia. Respeto el título en inglés para diferenciarlo del libro, que lógicamente leí en castellano. Y con la tinta aún fresca en mi memoria quiero comentar, aunque sea brevemente, la serie que felizmente no ha constado de varias temporadas, sino tan sólo de una y con diez capítulos de menos de una hora cada uno. Algo que se puede sobrellevar. Ya comenté en la entrada anterior que sobre la novela de Atwood se había realizado una serie en la que la autora había llegado a realizar un pequeño cameo. Parece que si no la ha supervisado por completo, al menos ha dado el placet. Y al parecer ha sido muy bien recibida con premios Emy incluidos.






 



















Bruce Miller e Ilene Chaiken son los guionistas que, partiendo del libro, han elaborado un guión, que en general me ha dado la impresión de ser bastante fiel al original. Tan sólo parecen extenderse algo en el intento de fuga, que no está tan desarrollado en la novela, así como algún que otro episodio de la historia. Han mantenido sin embargo la ambigüedad del final abierto, lo que se agradece. Los directores,  Reed Morano, Mike Barker, Kate Dennis, Floria Sigismondi, Kari Skogland, a pesar de ser cinco cineastas distintos, han logrado la unidad estilística necesaria, que viene dada por distintos elementos: la iluminación y la falta de ella, los contraluces, los primeros planos, con una fotografía oscura y a veces poco nítida, efecto buscado, por supuesto. También la música confiere un ambiente homogéneo a los diez capítulos; nunca es altisonante y crea un clima desasosegante;  y esos exteriores de frío y nieve casi perpetuos, con un valor metafórico evidente. Las localizaciones, los interiores, el vestuario de criadas y señoras, el de las "tías", todo confiere una unidad a la historia. Los colores de las ropas de las mujeres simbolizan algo cada uno de ellos. Del mismo modo en que las estrellas en los pechos judíos nazis eran de un color distinto según el grupo al que se perteneciera, aquí sirven también para diferenciar el papel social de cada quien. El rojo de las criadas las hace distinguirse donde quiera que vayan.


Es cierto que la imaginación vuela ligera al leer las páginas de la novela y cada quien se hace su composición de lugar, pero también lo es que las imágenes en que esa historia se ha plasmado son de una fuerza aterradora: la represión armada en cada esquina, sin nombre ni casi rostros, la violencia que se ejerce por parte de las tías para conseguir la sumisión, por no hablar de la crueldad con la que son tratadas las criadas y la anomia en la que caen, con esos nombres que borran los suyos anteriores para señalar al propietario de esos seres: "DeFred" se llama la protagonista que cuenta la historia mediante voz en off y, como en el libro, la memoria de los personajes los hace retroceder a los momentos previos al desastre, para conocerlos mejor y para ver cómo éste se produjo sin que nadie haciera nada por evitarlo. Esto parece algo que se quiere dejar claro, ya que son esos fragmentos los que la productora ha seleccionado para el tráiler.
 




















 
 
Naturalmente las actrices barren a los actores, puesto que es una serie claramente femenina. Los varones, incluidos Joseph Fiennes y Max Minghella (cómo se parece a su padre),  quedan aquí como desleídos, casi secundarios. Elisabeth Moss, a quien no vi en la tan cacareada serie Mad men (no se puede estar a todo), se mete en el papel y consigue trasmitir no sólo su padecimiento, sino la ambigüedad del personaje ante sus compañeras, sus señores, el chófer...También su espíritu combativo, a punto muchas veces de quebrarse. No se puede uno fiar de nadie en esa sociedad en la que parece haber ojos por todos lados. Ann Dowd, ya me pareció inquietante en The Leftovers, pero aquí se supera a sí misma ejerciendo de dominatrix frente a sus girls. Terrible el gesto de la señora y más aún cuando quiere aparecer cercana. Yvonne Strahovski se muestra con la frialdad y la dureza a la que su situación la obliga, y a la vez con una fragilidad creíble ante su necesidad de maternidad.  Inútil seguir con la lista. Todas están estupendas. No voy a entrar mucho más en la temática de la serie ya que ya la comenté en la entrada anterior que dediqué a la novela. Cada narración tiene su propio modo de contar y creo que en este caso son complementarios.


P. S. Tengo que desdecirme. Las productoras saben que, cuando algo tiene éxito, es fácil intentar darle continuidad. Ya había advertido supra del final abierto de la primera temporada y ello ha permitido que los guionistas, superada ya la falsilla del libro, hayan decidido seguir la marcha vital de los personajes. Al estar viéndola conforme iban colgando los doce capítulos en el servidor de HBO, uno por semana, he tenido que esperar tres meses para poder terminar de verla, lo que en ocasiones me ponía nervioso. Y al final la historia se resuelve sólo parcialmente. La criada decide seguir en Gilead, tal vez con la intención de lograr que cambie y que ello pueda beneficiar a su hija mayor que sigue allí., o incluso de derribar el sistema dictatorial en el que viven. En el ínterin da a luz sola y pelea con la mujer para la que se quedó embarazada  por poder encargarse de ella. Decía la Lindo en su columna dominical que se desenganchaba de la serie debido a su extrema violecia. Las "tías" siguen siendo una sádicas y emplean unos castigos extremos, al igual que hacen los varones con todos aquellos que se saltan las estrictas normas bíblicas por las que se rigen. A todo ello se añade una deriva que me parece que sobra o que es excesiva: los campos de trabajo donde van a parar las criadas rebeldes, que recuerdan mucho a los levantados por el nazismo.


Las interpretaciones siguen siendo magníficas y la puesta en escena mantiene la coherencia estética con la primera temporada: abundancia de primeros planos, contraluces fortísimos y oscuridad ambiental. He aguantado hasta el final porque quería saber cómo acababa, pero empezaba a estar cansado de tanto maltrato y de una situación que no parecía evolucionar, salvo el cambio lógico que se produce en la "madre" quien, aunque no ha engendrado, ha desarrollado un cariño extraordinario por  la niña, lo que la llevará a aceptar su sacrificio por el mejor porvenir de la criatura. Se anuncia una tercera temporada. Espero tener la templanza suficiente para no volver a engancharme.

José Manuel Mora. 



Comentarios