Buenos vecinos, de Hafsteinn G. Sigurðsson

 Aquí no hay quién viva, a lo bestia.

A veces uno sigue la recomendación de una amiga en la confianza de su buen criterio. Si además el calor te anima a protegerte en el insano aire acondicionado de un cine, ya tienes dos razones. La tercera es que no llegan a nuestras carteleras demasiadas películas islandesas. ¡Qué exotismo! Así que, a pesar de haber leído alguna referencia de pasada, he ido a ver Buenos vecinos (en inglés, Under the tree, y por dejar también el título original, signifique lo que signifique, Undir trénu, parece que es "bajo el mismo árbol", 2017), dirigida por Hafsteinn Gunnar Sigurðsson, quien también ha escrito el guión. Es su tercer largometraje, pero este chico promete a sus 40 años. Menos mal que los nórdicos son comedidos a la hora de expresar sus sentimientos, y que los temperamentales somos los mediterráneos...


 Zona residencial a las afueras de Reikiavik. Chalés adosados de línea clara en su diseño, confortables, con césped y un árbol en uno de los jardines unifamiliares. Por las casas y los coches es gente de nivel económico. Sin embargo, y como parece suceder a tenor de las estadísticas, tras el perfecto escaparate, la gente arrastra problemas propios de la vida diaria: un joven sorprendido en adulterio por su mujer que es expulsado de su casa y obligado a volver a casa de sus padres; una pareja madura con deseos infructuosos de tener una criatura; una madre que perdió a su hijo sin que se encontrara su cuerpo y que se niega a aceptar la realidad, lo que la hace bordear la locura. Y lo que se inica en un tono de comedia como un conflicto nimio, la sombra excesiva del árbol en el jardín vecino, va desarrollándose en una espiral absurda y violenta en la que las frustraciones, las envidias, el duelo sin curar, acaban oscureciendo sus tintas y creando un auténtico aquelarre de rencor descontrolado. Las convenciones sociales y los buenos modales dejan paso a lo más visceral del ser humano. Los animales tienen también un papel importante. De una manera fría y sin subrayados excesivos, el director muestra que las cosas siempre pueden ir a peor. Lo que empezó como comedia acaba siendo algo perturbador.


El único momento relajante para mí en la peli es aquel en el que el marido de más edad se va a ensayar con el coro de varones al que pertenece. Preciosa la canción y la interpretación. El director parece presentar a sus personajes (no conozco a ninguno de los que actúan) de una manera neutra, los intenta comprender en sus debilidades, pero acaba dejando que sus mezquindades los destrocen. Es cierto que los del sur se dice que somos más viscerales y los del norte más comedidos, más hacia adentro, pero cuando no se es claro en las motivaciones ni con uno mismo, todo se puede descontrolar. Triste panorama el que se nos presenta aquí de nuestra sociedad.

José Manuel Mora.





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