El quinto en discordia, de Robertson Davies

Raté le coup.

Dos "causalidades" me han llevado a elegir el siguiente libro de entre mi lista de lecturas pendientes. Las nuevas libreras de 80 Mundos, una vez que Fernando dejó su puesto, han de ganarse la confianza de su clientela. Una de ellas me recomendó fervientemente el que ahora paso a comentar y, además, en la solapa venía una peqeña reseña biográfica sobre su autor, canadiense. Acostumbro a leer libros del país al que voy a ir de vacaciones cada año, y éste toca Canadá, así que la elección no fue complicada. DAVIES, ROBERTSON. El quinto en discordia, Barcelona: Ed. Libros del Asteroide, 2006, 355 págs., prologado por Valentí Puig, con una cuidada traducción de Natalia Cervera. El que he leído corresponde a su décima edición (2016). Es la novela que abre la llamada Trilogía de Deptford por ser el lugar donde nacen los tres personajes protagonistas de cada uno de los volúmenes del tríptico narrativo. No sé si ya había leído algún libro de esta pequeña editorial, pero parece elegir sus títulos con cuidado y  editarlos con esmero.


 Robertson Davies (1913-1995) es uno de los autores canadienses más importantes aunque sea la primera vez en mi vida que oigo hablar de él. Nacido en la región de Ontario, se educó en Canadá y en Europa, en Oxford, no en balde aquel país pertenece a la famosa Commonwealth, llegó a trabajar en el Old Vic Theater. Hijo de un senador, estuvo siempre rodeado de libros y literatura, al ser su progenitor dueño de un periódico. A partir de 1940 volvió a Canadá y se dedicó al periodismo y a escribir comedias; desde 1950 empezó a publicar sus novelas, once, organizadas en trilogías, que lo harían mundialmente famoso: la que comento, de 1970, se completa con, Mantícora (1972) y El mundo de los prodigios (1975); ha escrito cuentos, obras de teatro, crítica literaria y artículos. Todo esto me lo ha dicho la wiki, porque yo lo desconocía. Por eso lo pongo aquí, para el desorientado lector. La imagen del señor es cuasi senatorial. Leo luego en el prólogo de Puig (los prólogos los leo siempre a posteriori, que lo caracteriza con ese adjetivo. Dice además de él que se trata de "un escritor civilizado, divertido, cerebral" (pág. IX). Parece que su madre, presbiteriana, también dejó en él honda huella. Luego veremos cómo.


Dunstan Ramsay, un profesor a punto de dejar la enseñanza por jubilación, decide escribir al nuevo director de su College un informe que acaba convertido en unas memorias que quieren responder a un artículo "estúpido" publicado en la revista del Centro y que lo retrata como un viejo que se despide de su puesto casi chocheando.Y en ese recorrido vital, parte de su infancia en Deptford, su participación en la Iª Guerra Mundial, en la que pierde una pierna, lo que le vale una condecoración importante y sus años como profesor y estudioso del santoral católico, a pesar de su formación presbiteriana. Al tiempo, y siempre desde la óptica del narrador/memorialista, se nos cuenta la vida de los otros dos personajes de la historia,  la de Boy Staunton, amigo de su infancia , convertido en un exitoso hombre de negocios, y la de Paul Dempster, un prestidigitador de fama mundial, que fue hijo del cura baptista del pueblo y de su mujer, Mary, muy especial para el pueblo y para su época.  El quinto en discordia del título es como se conoce en el mundo de la Ópera y el Teatro a ese personaje necesario para intervenir entre los dos rivales masculinos y femeninos, el que conoce los secretos de todos ellos y que, al igual que Ramsay, el protagonista que cuenta la historia, viven realmente a través de la vida de los demás, sin ser capaces de dotar de impulso a la suya propia. Toda la trama viene provocada por un incidente/accidente que condicionará la vida de todos los dramatis personae. Dice Puig en el prólogo que la novela "explora las líneas  de penumbra entre destino y accidente" (pág. X). ¿Qué hacemos entonces los que tenemos dificultad para creer en el "destino"? Porque Ramsay está convencido de que toda su vida se ve condicionada por aquel suceso que congeló su mundo una fría tarde de su infancia, y que le ha creado un enorme complejo de culpa. 


Se dice de Davies que es tal vez el último de los escritores victorianos. Un moralista que todo lo rememora a la luz de su integridad trasnochada. Y así, ese recorrido vital no exento de sucesos curiosos, con una "resurrección" incluida, no ha logrado captar mi interés. Su prosa es impoluta, pero no ha hecho que tome el bolígrafo para anotar alguna descripción o alguna sorprendente metáfora. Hay, eso sí, un retrato psicológico de los personajes muy profundo. Pero hay que esperar a las diez últimas páginas para que el autor nos ponga el azúcar en los labios para que nos apetezca chupar más. Los otros dos títulos de la trilogía parece que cuentan la misma historia, pero desde la perspectiva de los otros dos personajes claves:  Paul Dempster y Boy Staunton quienes con sus brillos y sus incontables sombras, con su renuncia a sus orígenes, con su afán por reivindicarse a sí mismos a cualquier precio, parecen más vacías y erráticas que la del modesto profesor jubilado. Estoy seguro de que el puzle completo sólo se puede completar tras la lectura de las otras dos ópticas de los hechos. Sin embargo no creo que vaya a tener la paciencia necesaria para volver a adentrarme en una prosa tan demorada, en unas historias en las que no parece suceder nada que no sea la vida misma. Seguramente necesito en las ellas algo más de intensidad expresiva y narrativa para que puedan atraparme. Estoy seguro también de que otros sí que encontrarán atractiva esta inmersión en el Canadá de la primera mitad del siglo veinte, aunque pudiera haber sucedido en Escocia o en Centroeuropa. No siempre se acierta con la elección de un libro. Qué le vamos a hacer. 

José Manuel Mora.

Comentarios

Sara J. Trigueros ha dicho que…
Vaya, José Manuel. Agradezco la sinceridad de la reseña, pero lamento que la recomendación no haya sido acertada. Los otros dos títulos son, para mí, algo más lentos que éste, de manera que sí que haces bien en dejar la trilogía aquí (El mundo de los prodigios cuenta las peripecias del mago y Mantícora sí es verdad que vuelve sobre algunos aspectos de El quinto en discordia pero no es exactamente la misma historia). Quizá no ha sido la trilogía adecuada o, como dices, que la prosa victoriana de Robertson Davies no haya tenido el azúcar suficiente como para despertar ese deseo de continuidad.
MBAD ha dicho que…
Supongo que me escribes desde 80 Mundos. Ahora estoy con "La mujer del teniente francés", de Anagrama, a-pa-sio-nan-te.
Sara J. Trigueros ha dicho que…
Soy Sara, sí. Pensaba que se vería mi nombre, jaja.