Girl, de Lukas Dhont

 Cárcel.

Ni me había enterado de que la proyectaban en Alicante. Ha sido mi antiguo alumno Òscar quien me ha recomendado que no me la perdiera. Ya he dicho aquí con anterioridad, con motivo del comentario de La chica danesa, o de la serie Transparent, que el tema de la transexualidad no me resulta cercano; tal vez se deba a que no conozco a nadie en esa situación, o que casi siempre se lo trata como algo casi clínico. He ido a ver la cinta con cierta renuencia y he salido conmocionado. Girl, la firma un desconocido primerizo de nacionalidad belga,  Lukas Dhont, quien la ha escrito en compañía de Angelo Tijssens, basándose en una historia real, una vez más. Hay que decir que el filme no sería lo que es sin la presencia del actor y bailarín protagonista, Victor Polster, de quien me ocuparé después. La peli acabó ganado la Cámara de Oro del Festival de Cannes de este año.


Debe de ser poco frecuente que un chiquilicuatre de 27 años, Lukas Dhont (Gante, 1991), se alce con el premio a la mejor opera prima de un certamen como el de Cannes, además de obtener el Premio FIPRESCI de la Crítica Internacional. Su condición abiertamente gay es posible que haya influido en la manera en que afronta la historia. Comienza  in media res, sin que conozcamos cómo Lara ha llegado a ser una chica de quince años que pretende ingresar en una escuela de balé de alto nivel. El problema es que ha nacido varón y, aunque su padre la acepta y la quiere, ella vive encerrada en un cuerpo que rechaza. Ya esto es una contradicción dramática. Si se añade la edad del pavo, con todas sus inseguridades, y las dificultades de no haber empezado a bailar a corta edad como sus compañeras, empezaremos a hacernos idea de los retos a los que se enfrenta.


Para redondear la complejidad que se nos muestra, hay que decir que la chica está dispuesta a realizar un cambio de sexo total: cuenta con ayuda psicológica, empieza a hormonarse y a su debido tiempo deberá someterse a una intervención quirúrgica compleja y no exenta de riesgos. En todo el proceso viene acompañada por su padre y es apoyada por los profesores de la escuela, que conocen su realidad, así como por sus compañeras, quienes no tienen problema en compartir vestuario y duchas con Lara, aunque sea imposible evitar alguna puya. Con ser todo ello difícil de experimentar , el mayor conflicto que vive está en su interior. Sus ansias de convertirse en una mujer son tan absolutas como puede ser cualquier deseo adolescente, "lo quiero todo y lo quiero ya". Su padre le aconseja que viva ese periodo vital con plenitud, porque no vuelve, y porque él tampoco pasó de niño a hombre sin transición. La persistencia en lograr ser admitida y conseguir llegar a bailar bien hace que su trabajo escolar se convierta en un verdadero martirio, que además es difícilmente comunicable, ni siquiera con quien más la quiere, su padre. 


Para mostrar todo ello hacía falta una fisicidad de la imagen, pegada al rostro y al cuerpo de la muchacha, tanto en sus momentos de angustia, como en los de las clases y las coreografías que pretenden montar. La cámara no se despega de ella, la sigue por el metro, la acompaña en el interior del hogar (preciosas las escenas con su padre y con su hermanito), la filma en plena pirueta baletística, en sus terribles caídas gracias a un increíble montaje y una fotografía perfecta de luz. Y todo ello no hubiera sido posible sin la presencia ante la cámara de un actor que por edad todavía tendrá que madurar pero que, a la vista de lo que consigue aquí, promete mucho. No hablo ya de la valentía necesaria para asumir el papel femenino con la naturalidad, con la elegancia, con la delicadeza con las que lo hace, sino también de ser capaz de afrontar un desnudo frontal y, sobre todo, de trasmitir con su mirada desolada la insatisfacción íntima de no ser plenamente lo que desea, la tristeza insobornable de no ser lo que se quiere ser. No hay afectación ni amaneramiento, sino naturalidad a raudales. La voz es la suya, nada impostada. Arieh Worthalter es el padre atento y cariñoso, comprensivo. Lo hace con una veracidad encomiable.


Acabo como empecé. A pesar de la distancia que me produce el asunto, esta película me ha conmovido hasta el tuétano. Puede ser. además de gran cine, una perfecta herramienta educativa para inculcar el respeto a la diferencia y a las opciones de los demás. La sesión estaba llena de señoras mayores. Me hubiera gustado escuchar qué les había parecido. Dejo el tráiler en VOS para que se perciba la naturalidad con que se vive en una comunidad bilingüe, francesa y flamenca.

José Manuel Mora.





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