Looking, de Michael Lannan y Andrew Haigh

 Normalidad.

La oferta es tan desbordante que, ni siquiera teniendo la plataforma contratada, HBO, acaba uno de enterarse de lo que hay en ella, ni de saber discernir el trigo de la paja, a no ser que alguien te llame la atención sobre algún título. en este caso mi amigo Paco desde Valencia. Esta serie, Looking, creada por  Michael Lannan en colaboración con Andrew Haigh (de quien vi, según me recuerda la wiki, la espléndida Weekend, de 2011), es perfecta para un maratón seriéfilo de finde, ya que los capítulos son de treinta minutos y está formada por dos temporadas de "tan sólo" 18 episodios. Es cierto que no es de último grito. Se estrenaron en 2014 y 2015. Como el final es abrupto, los creadores decidieron rodar una última parte en forma de peli para cerrar todas las tramas. Looking, the Movie, dirigida por Haigh en 2016.


Tres amigos de S. Francisco, dos de ellos comparten casa dados los precios, se dedican a diferentes tareas laborales: el protagonista, Patrick, diseña juegos para ordenador; Tom es camarero y pretende montar un día su propio negocio; y Agustín, de orígen cubano, es un artista, incapaz de creer en él mismo y en sus potencialidades. Los tres tienen algo en común: son gais, lo que se pone de manifiesto desde la primera escena, Patrick está practicando cruising (quien quiera saber en qué consiste, que lo mire) en un parque céntrico. La naturalidad y el humor con que el hecho se presenta, así como los comentarios posteriores que produce entre los tres amigos, pone en evidencia el tono de la serie. No se trata de una opera magna, con potentes personajes ni secuencias que dejen huella. El serial presenta la vida cotidiana de estos treintañeros, que tienen que pelear por conseguir o mantener un trabajo, que han de currarse las relaciones de amistades viejas y nuevas, que se preocupan por asuntos de salud, que buscan divertirse a toda costa y que, en medio de la aparente superficialidad, se debaten en medio de una selva de depredadores afectivos y sexuales, de la que ellos forman parte y en la que pueden pasar en cualquier momento de devorar a ser devorados. Están los posibles candidatos a emparejarse, más una "mariliendres", como ella misma se denomina, amiga desde la juventud de Tom y paño de sus lágrimas, además de rabiosamente heterosexual y políticamente incorrecta.



Pasan por encuentros, rupturas, ataques de celos,  problemas de encaje debidos a la diferente extracción social, cultural o racial, cambios de trabajo, batallas familiares para lograr la aceptación, el inevitable miedo al sida, ensayos de lo que no siempre acaba bien por inmadurez o falta de claridad en los planteamientos, o porque se trata de una libertad que se dan mutuamente, pero sólo de boquilla... Nada que no suceda entre los straight, denominación en inglés del que posee una sexualidad "normalizada", es decir, "recta/correcta". Cabe señalar que la tópica promiscuidad del mundo gay se encuentra igualmente entre los heterosexuales, no hay más que escuchar las conversaciones en las zonas separadas de piscinas o gimnasios, gineceos y androceos donde se pone de manifiesto que la gente está a la que salta, incluso a pesar de estar felizmente casada (véanse las paradas de los autobuses escolares). Unos y otros hace tiempo que han ido desterrando los estrictos códigos morales impuestos por las iglesias y por la sociedad bienpensante, que obligaban a vivir todo ello a escondidas, para buscar libremente sus opciones sexuales. 



La tipología es amplia, desde el afeminado sin complejos, al macho alfa, pasando por quien todavía tiene que asumir sus conflictos interiores, su papel en la relación sexual. También las edades abarcan una horquilla extensa, de los veinte a los sesenta, sin complejos. Todo tratado con una naturalidad y un sentido del humor, en diáolgos muchas veces chispeantes, que hacen olvidar lo tópico de algunas situaciones o personajes, lejos de la tensión dramática de QAF. Una bocanada de aire fresco en una plataforma que pone a disposición de quien lo quiera ver, nuevos modos de relación, tipologías de seres humanos en los que sentirse reflejados, quienes durante siglos se han sentido íntimamente monstruos. En ese sentido es evidentemente una obra "de combate".  Jonathan Groff, actor abiertamente homosexual que anteriormente había participado en Glee (no todo el resto del elenco lo es), desde el protagonismo en la historia, lanza toda una serie de argumentos sin que se note demasiado la "prédica", en defensa de  la libertad de los humanos para emparejarse con quien deseen, sin forzar a nadie, sin engañar, con la valentía, desde su estrellato, de aceptar en la historia que se puede ser "versátil" en la relación, para instrucción de quienes crean que los papeles son fijos y no intercambiables. Sin embargo una de las críticas que el personaje ha recibido ha sido la falta de compromiso en los derechos por la igualdad dentro de la ficción. Lo que no sucede con Agustín, que acaba trabajando en un hogar de acogida para personas trans.



Una última pega: viendo la serie, se podría pensar en unos mundos de Yupi en los que viven estos personajes, que en ningún momento del metraje tienen que enfrentar una agresión, una descalificación, una discriminación laboral, ni siquiera un rechazo familiar del que se habla pero que no se muestra. Frisco es una de las mecas para los gais de medio mundo. En la América profunda las cosas no deben de ser tan fáciles, para no hablar de los países donde tan sólo mostrar los afectos puede acarrear penas de cárcel. Queda mucho por lograr en todo el mundo, pero creo que series como ésta ayudan a abrir la mentes de quienes todavía piensan que estos personajes son "raritos", por decirlo finamente. O de quienes al verla se sentirán menos  bichos extraños. Como decía al principio de la entrada, una normalización necesaria, también lingüística aquí, en todo lo que sirve para reflejar una comunidad diferente, como tantas otras.  Como solía decir a mi alumnado cuando trataban a alguien de "anormal", mi réplica era siempre la misma: "¿Normal con respecto a qué? ¿Normal con respecto a quién? y lo más importante ¿quién impone la norma?" Y a partir de ahí se puede seguir discutiendo.

José Manuel Mora.



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