El regreso de Ben, de Peter Hedges

 Mother and son.

Ha vuelto a suceder, como me ocurrió hace poco con Glenn Close. Quería evitar la peli porque, como ya saben quienes bucean en estas aguas, no soy amigo de todo lo que rodea el mundo de las drogas. Me resulta lejanísimo, incomprensible e incluso experimento un rechazo visceral por todos esos personajes que, por las razones que sean, acaban arruinando la vida de los suyos y de ellos mismos. Sin embargo, y aun sabiendo todo eso, la presencia de esta mujer me ha llevado al cine de nuevo. Además era en V.O.S, lo que me ha permitido escucharla en directo. La señora en cuestión es Julia Roberts, quien se ha echado sobre los hombros la tarea de ser una "madre coraje" en la película de  Peter Hedges, de quien creo que vi hace siglos ¿A quién ama Gilbert Grape?, sin recordar nada de ella y que ahora firma el guión y dirige este drama, El regreso de Ben (Ben is Back).


La historia del drogadicto, que está en una clínica de desintoxicación ya que su nuevo padre puede costeársela, y que sale para Navidad, puede resultar más o menos previsible. Volver al lugar donde se hizo dependiente por culpa de un médico que recetó los analgésicos para un accidente con excesiva alegría, puede comportar toda una serie de peligros. La familia a la que pertenece es modélica, matrimonio mixto en segundas nupcias para la madre, quien ya tenía dos hijos del anterior enlace. Ben es el mayor y, como suele suceder en esos casos, todas las tentaciones para la recaída están en esa pequeña comunidad donde todo el mundo parece conocerse, pero donde, por eso mismo, las deudas humanas y económicas son difíciles de olvidar y perdonar. El resto de la familia es aquí secundario, porque lo que cuenta de verdad es la relación materno-filial. Es muy raro que una madre tire la toalla ante las dificultades de un hijo. Y, aunque haya razones para la desconfianza, ella dará siempre una segunda oportunidad, por encima de los convencionalismos sociales, de sus valores morales o de las propias reglas de la comunidad a la que se pertenece. Hay intento de entender por parte de la madre y todo el miedo del mundo a la recaída por parte de ambos. De la misma manera que el muchacho teme defraudar y volver al círculo infernal del que lleva 78 días fuera, "limpio", como dicen ellos.


La cosa, naturalmente, se complica y se va convirtiendo en un thriller, con todos los componentes del mundo de la drogadicción, camellos, antiguos coleguis, deudas impagadas... y la siguiente dosis al alcance de la mano. Lo que me sigue interesando es la persistencia de la madre en no abandonar al hijo, por encima de cualquier convención o peligro que haya que arrostrar, aunque al hijo que parió lo desconozca por completo después del tránsito que ha vivido, como él mismo se encarga de señalarle. Da igual. Ella no se rinde y será capaz de acompañar al hijo en ese regreso a los infiernos con tal de poder salvaguardarlo de lo que le pueda ocurrir.


Y la Roberts vuelve a estar magnífica y creíble, con una valentía que pocas actrices de su edad son capaces de mostrar. Sin apenas maquillaje ni glamur, soporta los primeros planos con una verdad intermpretativa emocionante. Los años que va cumpliendo la ayudan seguramente a transmitir los sentimientos con mayor fuerza. La sopresa la da el novato Lucas Hedges, hijo del director, frágil, encoraginado, temeroso, sufriente y a pesar de todo digno hijo de esa madre. Aunque sólo sea por el duelo interpretativo que ambos sostienen, es posible que merezca la pena el visionado. Posiblemente sea cierto también que no es, como a veces digo bromeando, Esencial para la supervivencia". Más bien es para "fanes" de la doña.

José Manuel Mora.


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