The Death and Nightingales, de Allan Cubitt

Triángulo en Irlanda del Norte

Un comentario rápido, si es lo suficientemente sugerente,  puede bastar para despertar la curiosidad a propósito de una miniserie, tan sólo tres episodios de una hora cada uno, de la que no había oído hablar en otros lugares. La produce la BBC2, lo que ya es un marchamo de calidad y la puedo ver, estrenada en noviembre, en la plataforma de HBO que tengo contratada. Además se basa en el libro homónimo de 1992, considerado ya un clásico, escrito por Eugene McCabe, escritor irlandés, y que lleva un título sugestivo: The Death and  Nightingales, aparentemente un verso de un poema de J. Keats.


La serie se desarrolla durante 24 horas en la campiña irlandesa en 1885, en pleno conflicto entre los unionistas protestantes que dominan toda Irlanda y los católicos de afán separatista. El rico patrón protestante, pero no demasiado piadoso, Billy Winters, casado con una mujer católica, quien tuvo una hija de padre desconocido, siente que ha sido engañado y proyecta su frustración en el alcohol y en la violencia contra ella y su hija adoptiva, Beth, por la que experimenta unos sentimientos encontrados: la rabia por ser la muestra viva de su error y la atracción por la niña convertida en bellísima mujer, ya en el día de su 23 aniversario.  Ella, por su parte, está secretamente enamorada de un arrendatario del patrón, Liam, que oculta su participación activa en acciones contra Inglaterra, incluso de tipo terrorista. Ese conflictivo triángulo tiene el aire de una novela de Emily Brontë, con su característico romanticismo desatado, pero con notas realistas, correspondientes al periodo posterior.


La historia previa al momento en que la chica ha decidido dejar la casa de su padrastro para huir con su amante nos es contada por Allan Cubitt, director y adaptador del libro, en soberbios flash-backs. La vida en una granja de la época está perfectamente retratada, así como los trabajos en la cantera del propietario. La presencia de los curas por un lado, y la de los soplones del gobierno de su Graciosa Majestad por otro, muestran la brecha social existente entre las dos comunidades, así como el trato que los varones, sea cual sea su clase social, dispensan a las mujeres que tienen cerca, sean señoras o criadas. Y lo que es más importante, hasta qué punto era imposible en aquella época que la mujer tomara las riendas de su propia vida. 


Otras de las virtudes de la miniserie, además de la tonalidad emocional señalada, es la precisa y preciosa ambientación de la historia, la cuidadísima iluminación de interiores, las hermosas localizaciones del condado donde todo sucede y, por supuesto la interpretación del trío protagonista. Jamie Dornan, a quien no conocía por no haber visto las famosas "sombras de Grey", es el que tuvo la idea de producir y encabezar el reparto con el jugoso papel de Liam en sus manos, enamorado y traidor a su amor a la vez.  Matthew Rhys, a quien vi en Los archivos del Pentágono, sin quedarme ni con su nombre ni con su cara, hace aquí un convincente hombre maduro y torturado por sus más íntimas contradicciones. Ann Skelly es la muchacha, sumida en el conflicto de su época, vivir libre y autónomamente a la vez que sigue los dictados de su corazón, con lo que ello comporta de sometimiento. Encarna el papel con una mezcla de fragilidad, y decisión, de desamparo y valentía conmovedores, todo con gran verdad. El descubrimiento de la miniserie me ha permitido pasar un rato breve e intenso y acercarme a una época conflictiva en lo social y emocionalmente contradictoria entre lo leído en los poemas y la dura realidad. Muy recomendable.

José Manuel Mora.




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