Bohemian Rhapsody, de Bryan Singer

 Biopic, que decimos los ingleses...

He estado resistiéndome como gato panza arriba. Todo el mundo la había visto y la peli lleva cuatro semanas en cartel, lo que no es nada frecuente en Alicante. La otra noche ganó el Globo de Oro a la mejor película y a la mejor interpretación masculina. Eso, y la recomendación del director de la coral en la que canto, acabó venciendo mis reticencias. Soy mitómano, pero más de actores y actrices o de escritores. Para serlo de cantantes me hace falta que hayan estado cerca de mi juventud y hayan conformado la sentimentalidad que se fragua durante la adolescencia y primera juventud. Soy fan de Mina, por ejemplo, o de los Mamas & Papas. No es ese el caso de Freddie Mercury. Cuando Queen empezó su actividad, yo estaba recluido en un pueblecito castellano de apenas 5000 habitantes, Tudela de Duero. Por no tener, no teníamos ni tele, y la música que escuchábamos en el picú era la de los cantautores "protestantes", que era lo que tocaba en aquella época en la que el innombrable aún seguía controlando los designios de un país en B/N. Así que no ha sido la nostalgia lo que me ha llevado a ver Bohemian Rhapsody, de  Bryan Singer. Si además confieso que recuerdo confusamente haber oído hablar de Mercury por primera vez a raíz de su actuación con la Caballé en Barcelona 92, estará clara la distancia con la que he ido a ver el filme. 


No voy a entrar aquí en las inexactitudes que contiene la biografía del cantante, hay muchas páginas en las redes sobre fechas, liderazgos... Tampoco en la posible edulcoración de las aristas más peliagudas de una vida que fue de excesos, como él mismo se jactaba de manifestar; ya se sabe: sex, drugs & rock and roll... Estamos ante un biopic y, como todas las cintas del género, requiere de un protagonista atractivo, y Mercury tenía carisma, y de una narración en la que no decaiga el interés y que además culmine en un clímax emocional. Todo ello está aquí presente. Veamos. Lógicamente me he enterado de cosas que desconocía, como el origen parsi del cantante, nacido en Zanzíbar. De su trabajo en el aeropuerto descargando maletas antes de empezar su estrellato. De su inadaptación social y familiar a las expectativas de su padre, o de quienes lo tenían por un paqui, en la muy clasista sociedad británica. No sabía de la existencia de una novia que fue quien lo cuidó en sus últimos días, ni de la presencia de un último amante que se mantuvo fiel hasta su muerte. Ambos estuvieron presenciando el 13 de julio de 1985, en el estadio de Wembley, el concierto Live Aid.



Quien no lo conozca vale la pena que eche un vistazo al video anterior para hacerse una idea del animal escénico que era Mercury ante semejante auditorio y actuando con  Bob Dylan, David Bowie, George Michael, U2, The Who, Dire Straits, Elton John o Paul McCartney, todo un cartel, en favor de la lucha contra el hambre en África. La peli empieza y acaba con una recreación de aquel concierto, que ha quedado en la memoria de varias generaciones. We are the champions, I want to break free, Somebody to love, Radio Gaga o, claro, Bohemian Rhapsody fueron algunas de las canciones que interpretó allí, haciéndose el dueño del escenario y del corazón de los miles de espectadores.



En medio de la cinta, los momentos de creación, cómo a partir de un ritmo tapeado en el suelo podía surgir un tema que pudiese ser coreado por miles de voces luego, o aquel que da título a la cinta y que es un refrito de partes roqueras y otras sinfónicas y que se ha convertido en la más escuchada en YoTube; las desavenencias, las giras agotadoras e inacabables, los amores y desamores y uno de los momentos más emocionantes para mí, la despedida de su padre. Doy por descontado que han echado el resto en ambientación, localizaciones, vestuario y maquillaje. Todo muy auténtico.  La filmación de las actuaciones es magnífica. La tecnología hace milagros, claro. Y la actuación de es excelente, no sólo por su caracterización y la similitud con el auténtico Mercury, sino por la recreación de su complejo mundo interior, compendio de fantasía, afán de ser el centro, la estrella, su deseo de reivindicarse distinto y válido, como tantos semejantes. Es la típica peli que se ha de ver en un cine con sonido superestereofónico. La parte final, con canciones que ahora cantamos en el coro al que pertenezco, han podido conmoverme por fin. 

José Manuel Mora.


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