Green Book, de Peter Farrelly

 Road movie de colegas.

Una vez más, de lo poco que queda en mi memoria tras ojear las reseñas semanales de los estrenos en mi ciudad, un par de elementos permanecen en mi mente y me hacen ir al cine. En este caso la presencia del actor argentino que tan buenos ratos me ha hecho pasar y la figura del coprotagonista, músico, negro y homosexual, cóctel explosivo en los USA sureños en la época en que se desallolla la peli, los años sesenta del pasado siglo. Estoy hablando de Greem Book, dirigida por Peter Farrelly, quien también ha colaborado en la escritura de un guión basado en los consabidos "hechos reales". 


De lo que me chiva la Wiki con relación al director, sólo creo haber visto Algo pasa con Mary (1998), y no me pareció más que una comedieta sin mucho fuste. Ya he señalado sin embargo los anzuelos que me han llevado a verla. Y ya anticipo que me ha merecido la pena. Explico por qué. Un hombre blanco del Bronx, de ascendencia italiana y guarda de seguridad en un club, es contratado por un hombre negro, pianista excelso, del que habló bien hasta Stravinsky, para que le haga de chófer en una gira a través de la América profunda que los llevará al hondo y peligroso Sur de aquella época, gracias a las orientaciones que propociona el Green Book del título, una especie de guía Campsa para negros. Los papeles están alterados: es el blanco el que conduce, hombre tragón, sin modales, hablador incansable, capaz de convencer a cualquiera gracias a su "pico de oro", pero que no es capaz de mentir y cuya incultura viene delatada por su acento barriobajero (no sé cómo habrán doblado eso al español), frente al hieratismo, a la exquisitez y al cuidado en la prosodia y las maneras del concertista, que resulta demasiado oscuro para los hombres del Sur y demasiado blanco para su propia gente. Su virtuosismo no le ha privado de sufrir burlas y ataques de quienes no pueden tolerar que un negro se siente en el mismo restaurante, pero que sí aceptan que toque música de manera extraordinaria, siempre que no se atreva con los clásicos. Los dos personajes están estupendamente dibujados y su antagonismo se va limando con el trato. Van saltando las barreras, el educado pianista ayuda con las cartas al chófer, y éste lo defiende de situaciones comprometidas. El humor está presente en esa relación asimétrica, a pesar de saberse que "qui paga, mana". 



Está muy conseguido el equilibrio entre una peli que muestra dos actitudes antagónicas ante la vida dentro de un espacio reducido, al estilo de lo que sucedía en Paseando a Miss. Daisy, y una cinta encuadrada en el género de la road movie de colegas, animada además por una banda sonora que quita el hipo: música de los sesenta en la radio del coche, Ch. Checker, A. Franklin, y las piezas jazísticas que interpreta el pianista en su gira, en ese sentido el tráiler es muy ilustrativo. A pesar del consabido transvase de caracteres, todo resulta amable y nada afectado, creíble e ilustrativo de lo que podía ser la vida de los negros de la época, a merced de las tradiciones de los blancos, de sus prejuicios raciales o del poder omnímodo de la policía. Para el italiano el viaje se convierte en un descubrimiento de su propio país, ya que no había salido antes de Nueva York, y para el negro, en la posibilidad de establecer una relación interpersonal con alguien muy distinto a él. Por cierto, la presentación de la familia del primero, de origen italiano, está conseguidísima.



Viggo Mortensen deja su normalmente gesto austero y duro con el que lo suelen caracterizar en los papeles de gánster y ha sido capaz de engordar para dar mejor el tipo real al que encarna. Está contenido, cariñoso, brutal, irónico, protector y como siempre creíble. Mahershala Ali, actor al que descubrí en la estupenda  Moonlight, y cuyo trabajo le valió el Oscar y al que no llegué a identificar en Hidden Figures, puesto que el papel protagonista pertenecía a las actrices, está aquí perfecto en su aparente frialdad, en la defensa de su dignidad, en el empoderamiento (perdón, se me ha escapado) que siente cuando está ante el piano y el público, en su estallido de desolación. Por cierto, parece que recibió clases de piano durante tres meses para poder hacer como si... En definitiva, un buen rato musical y un recordatorio de cómo eran las cosas no hace tanto y cómo siguen siendo para muchos en una sociedad en la que las leyes pueden haber cambiado, pero no el ánimo de muchos de los que sojuzgaron a los negros durante siglos.

José Manuel Mora. 



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