La casa de papel, I y II, de Álex Pina

 Ladrones...

Como no se da abasto para poder ver todo lo que las plataformas van colocando en sus expositores (y menos mal que sólo tengo instalada HBO), he dejado prácticamente de seguir series en los canales en abierto. Así, los títulos a los que la gente accede desde las televisiones generalistas, me son mayoritariamente desconocidos. Me ofrecieron la posibilidad de suscribirme a Netflix durante un mes de prueba, gratuito. Y una de las razones para aceptar, además de la posibilidad de ver Roma, aquí comentada, fue llegar con dos años de retraso a La casa de papel, que no vi en Atresmedia en 2017, cuando se estrenó. Curiosamente he llegado virgen a su visionado y no tenía idea de su final. Las razones de mi interés actual se debían a haber obtenido un  Premio Emmy Internacional en la categoría de "drama", algo infrecuente para un producto español. También el saber que desde que fue adquirida por la plataforma, se ha convertido en la serie de habla no inglesa más vista en Netflix. Algo tendrá el agua cuando la bendicen, pensé. Y en un minimaratón de una semana he visto los 15 capítulos de que se componen sus dos temporadas. 


Se trata de una creación de un tal  Álex Pina. Me entero por la Wiki de que es el que ideó también Los Serrano, Los hombres de Paco y El barco, o Vis a vis. Por muy increíble que parezca, no seguí ninguna de ellas, a pesar del enorme eco que obtuvieron. Como en las grandes producciones seriadas, el creador se sirve de una serie de directores para el rodaje de cada uno de los capítulos, gente con la que ya ha trabajado en alguno de los títulos citados, como Jesús Colmenar, Miguel Ángel Vivas, Alex Rodrigo, Alejandro Bazzano, , y me sigue pareciendo dificílisimo conseguir una unidad de estilo para crear un todo único, la serie . Pina es también uno de los responsables del guión de la misma. Y es en eso en lo que me quiero detener inicialmente. Ya he dicho varias veces aquí que los guionistas de historias televisivas son ahora altos creadores de ficción, de gran literatura. Hay elementos clásicos en la narrativa desde el XIX. UNa voz en off comienza a contar la historia que vamos presenciando. En esa narración a veces adelanta hechos sin llegar a destripar lo que luego veremos, pero poniéndonos en ascuas al hablar de lo que va a suceder. Esa narradora, Tokio, es del tipo omnisciente y, además, uno de los personajes que van a cometer el atraco a la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre, donde se fabrican/imprimen los billetes de curso legal. Como en la gran literatura decimonónica, los personajes se nos van presentando in media res. Los diálogos o los pequeños flash back nos van dando los datos necesarios para conocer a cada uno de los ocho asaltantes, aunque no todos tengan el mismo peso específico en la narración. Todos ellos han sido contratados/seleccionados debido a sus distintas habilidades específicas por "el profesor", auténtico cerebro del asalto, que controla la acción desde fuera de la fábrica. Ninguno tiene demasiado que perder; son, cada uno a su modo, un grupo de outsiders que han sido recluidos durante cinco meses en una finca aislada para preparar milimétricamente lo que van a hacer. No van a robar a nadie, van a fabricar dinero, como hacen los bancos centrales. Esa es la filosofía del golpe.



 Lógicamente en un asalto así, con trabajadores de la fábrica y un grupo de estudiantes de visita en un total de 67 rehenes, las autoridades han de intervenir y al mando está una inspectora, Raquel Murillo, con una vida personal bastante complicada por un divorcio con maltrato de por medio. Entre los mandos hay diferentes perspectivas a la hora de planificar la toma de la Fábrica, y no todos poseen el mismo grado de integridad. Rencillas personales, intereses propios de cada cuerpo de élite, deseo de poder, todo más complejo cuando la que manda es una mujer, quien además es el cerebro negociador. Genial el tic actoral de la inspectora recogiéndose la melena con un bolígrafo cada vez que ha de contactar con el jefe de la banda para "negociar". La carpa policial y el hangar donde está recluido el profesor son los dos polos entre los que se debate el destino de los encerrados. 


El diseño de producción es magnífico, con la localización en el entorno del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, que yo visité con mi alumnado del MBAD, no tiene nada que envidiar a las producciones que se ven en otros países. Todo está cuidado al máximo, aunque eso es algo que se consigue con dinero y gente con ideas claras. Más meritorio es lograr que una historia así no se te vaya de las manos por un exceso de metraje o porque decaiga el ritmo o porque los personajes resulten poco creíbles o la trama peque de inverósimil. Nada de eso ocurre aquí. El ritmo es trepidante y los giros de guión son sorprendentes casi siempre. Tanto fuera de la fábrica como dentro, los acontecimientos se suceden sin tregua y siempre entran dentro de lo aceptable. Es verdad que en las escenas de fuego a discreción se hace difícil creer que tiradores de élite no logren su propósito a la primera, pero la acción ha de proseguir y a veces he pensado en que si mi padre la hubiera visto, hubiera dicho: "pintar como querer"; pero eso sucede en contadas ocasiones. 


Para contar una histroia así hace falta un plantel de actores de mucho fuste. Por lo explicado en el primer párrafo, no conocía más que a Paco Tous, "Moscú", excelente como suele y perfecto en su papel de padre preocupado por sacar a su hijo adelante, y a Miguel Herrán, aquí "Río", quien me sorprendió hace años con su papel en A cambio de nada, pero a quien casi no reconocía hecho ya un hombre con momentos de enorme intensidad emocional. Los demás, para mí desconocidos y por ello más creíbles, componen una sinfonía interpretativa en la que nadie desentona. No todos tienen el mismo peso en la trama, los bosnios juegan un papel de relleno, ni están sus caractereses dibujados con la misma intensidad, pero cada uno muestra una muy particular forma de estar en el mundo, de reaccionar, sin por eso ser personajes de un solo trazo, sino que más bien la complejidad con la que han sido concebidos les permite evolucionar, como le sucede a "Denver", Jaime Lorente, que va creciendo en la emocional relación con su padre y en su enamoramiento por posible síndrome de Estocolmo: muy buena su escena bailona en la cámara acorazada. Su acento murciano lo acerca más al personaje que recrea. "Berlín", el gallego Pedro Alonso, está perfecto en su frialdad y su distancia de todo lo que no sea cumplir con el plan al pie de la letra, puesto que sabe que está en tiempo de descuento. "Tokio", la potente Úrsula Corberó, es impulsiva, impredecible, volcánica y muy herida, capaz por lo tanto de todo. Y la sorpesa de otro miembro de la saga de la Faraona, Alba Flores, testaruda, fuerte, la "Nairobi" que declara en un momento “empieza el matriarcado”. Álvaro Morte, el Profesor, va desvelando sus motivaciones para el atraco y los detalles del mismo muy poco a poco, hasta que un imprevisto le estalle en la cara y no sepa qué hacer por primera vez y se derrumbe (muy bueno el "Bella ciao" que se marca con Berlín); está  genial de gesto y contención; por no hablar de su oponente, la inspectora, Itziar Ituño, siempre creíble en su intento por no ceder autoridad antes su compañeros de élite, con contradicciones íntimas entre su claridad de mente profesional, inteligentísima, y sus sentimientos tan frágiles. Sus miradas son hondas y la retratan por dentro. 


Aparte de los elogios anteriores, me apetece señalar que lo que más me ha gustado es la filosofía subyacente al plan del Profesor: si el Banco Central Europeo fue capaz de imprimir miles de millones de euros para inyectarlos a los bancos y salvarlos en el meollo de la crisis, por qué no proyectar hacer lo mismo para cumplir con un sueño paterno y lograr arreglarse unas vidas que han estado puteadas la mayor parte del tiempo, bien por los demás, o por fallos propios... Al escribir "puteadas", me ha venido a la cabeza otro de los aciertos de la serie y es la adecuación con la que hablan los distintos personajes, con tacos perfectamente integrados sin que suenen a falso. En definitiva, un entretenimiento de altos vuelos, que además promete una tercera temporada para este año, con el fin de saber qué fue de todos ellos tras el asalto.

José Manuel Mora.

Comentarios

Unknown ha dicho que…
Intentaré verla