Atrapados, (IIª Temporada, de ), Baltasar Kormákur



Codicia II.

Hace ya dos años que vi la primera temporada de una serie que, como su título, me atrapó. Había varias razones, una de ellas, regresar a Islandia, territorio que visité hace ya tantos años, bien es verdad que yo lo hice en verano y en la serie uno de los elementos de la acción era un temporal furioso de nieve y ventisca que aislaba a los personajes en el norte de la isla, Trapped. Logró que un 86% de los espectadores de la isla siguieran la serie con fidelidad total, por no hablar del éxito obtenido en Francia o Gran Bretaña. Vuelve de nuevo Atrapados en una segunda temporada de diez capítulos de cincuenta minutos cada uno, en la plataforma de Movistar y dirigida entre otros por el mismo "creador" de su primera parte, Baltasar Kormákur con  el guionista Sigurjón Kjartansson.


Volvemos a un género que hace ya tiempo que se puso de moda, debido sobre todo a la calidad de sus primeros títulos, el nordic-noir, para los de inglés, policiaco nórdico y  que enganchó a cinco millones de espectadores en su estreno original. En esta ocasión hay menos oscuridad, estamos en octubre, hace frío, claro, pero aún queda algo de luz y un tímido sol en contadas ocasiones. Akureyri, de 3000 habitantes, es la "capital" del norte de la isla. Arranca fuerte en Reikiavik, donde un hombre se prende fuego al tiempo que abraza a la ministra de industria. Ella sobrevive. Entre sus responsabilidades está el conceder permisos para una planta geotérmica que asegura traerá empleo y desarrollo. Los ecologistas y una banda de neonazis se oponen con contundencia porque destruirá el ecosistema del lugar dados los residuos que generará: empresarios muchas veces extranjeros, frente a agricultores de la zona. El comisario enorme de la primera entrega, Andri (Ólafur Darri Ólafsson quien sigue dando toda su carnalidad y humanidad al personaje), llega para intentar aclarar lo ocurrido. En el puesto del pueblo, la misma jefe de policía local y su ayudante. La hija del comisario vive aquí también para alejarse del control paterno/materno.



No será el único cadáver. Uno de los encargados de la planta en funcionamiento aparecerá colgado en su granero y otro de los capataces, polaco, será el siguiente. Secuestro de la alcaldesa, conflictos entre una mente tradicional asentada en los valores de la tierra, frente a la "modernidad" de la industrialización con sus peligros. Una sociedad de doble cara, que se pretende limpia y ecológica, mientras envía los residuos a África. El interior de las familias suele ser tanto o más problemático que la sociedad en la que viven las personas y todas guardan secretos muchas veces inconfesables en medio de paisajes idílicos de postal. Se añade la llegada de trabajadores africanos que sufren la xenofobia de otros extranjeros de piel blanca, y una relación homosexual entre diferentes que, a pesar de la normalización con que los países nórdicos han aceptado nuevas formas de relación, dejan traslucir brotes terribles de homofobia que harán padecer a unos y a otros, a cada quien por motivos diferentes. Todos los anteriores son temas de rabiosa actualidad, y no sólo en la lejana isla, sino también entre nosotros.


Por todo ello, además de por las localizaciones espectaculares, el dibujo de los personajes es extraordinario, y los intérpretes los hacen muy creíbles; además la progresión de la trama, que se cree resuelta al mediar la temporada, acaba por atrapar al espectador hasta su resolución final. "De lo vivo lejano", que decía el clásico. Muy recomendable.

José Manuel Mora.






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