Dogs of Berlin, de Christian Alvart

 Berlín y el submundo.

Creo que lo que me ha hecho adentrarme en esta nueva serie ha sido el Berlín de su título, tal fue la fascinación que la ciudad ejerció sobre mí en el viaje de hace dos años. Desde la óptica superficial, por apresurada, del turista percibí una urbe de contrastes muy fuerte: la oriental y la occidental, tan diferentes en espacios y construcciones; la sajona y la de Kreuzberg, turca en colores y aromas; la dinámica y laboriosa capital, frente al casi parque temático para guiris, con una colección de museos que quitan el hipo... Sin embargo no es la Berlín de las postales la que oresta el decorado atractivo a la historia, sino las barriadas alejadas del centro, llenas de torres de apartamenteos, y con líneas rojas que delimitan territorios. Convencido estoy además de que, en un sitio así, el submundo desde el que se controlan muchos de los movimientos soterrados que asientan su poder a un lado y otro,  debe de ser algo bullente y peligroso. En esa zona es donde se ubica Dogs of Berlin, serie de Netflix, de una sola temporada por el momento y con diez capítulos de algo menos de una hora cada uno. El director y uno de los guionistas es un tal Christian Alvart, quien ya lleva rodando unos años, pero del que no había oído nada con anterioridad.


Se repite una vez más el esquema de dos policías  muy diferentes, Kurt Grimmer (Felix Kramer) y Erol Birkan (Fahri Yardım), los dos alemanes, pero uno berlinés de oscuro pasado filonazi, como el resto de su familia, y el otro de origen turco; poseen modos de trabajar muy diferentes, como es natural. El hecho de que uno de ellos tenga una pareja masculina no supone ningún motivo de discriminación en el cuerpo, es algo que parece normalizado. Más problemático puede resultar el que el primero tenga una debilidad por el juego de apuestas que lo tiene atrapado por la mafia cróata que lo controla y a la que debe una importante suma, o que tenga el corazón "partío" entre la madre de sus hijos y una amante a punto de desahucio. Ambos tendrán que colaborar para esclarecer la muerte de un jugador de la Bundesliga, que prefiere jugar con los alemanes antes que con el equipo turco al que podría pertenecer por ser ese su origen. 


El mundo del fútbol con sus sombras de partidos amañados, la prensa amarilla, sedienta siempre de carnaza,  las disputas entre los distintos grupos de la propia policía por ocupar parcelas de poder e influencia, el terrible grupo neonazi, sediento de vengar la frustración que supone la presencia de 200.000 turcos en la ciudad, que dicen ellos les están comiendo el terreno, conforman el telón de fondo en el que se desarrolla la historia. Nada que no sepamos con sólo asomarnos a los telediarios y que de alguna manera empieza a trasladarse a muchas otras sociedades europeas. A mí no me atrae ni el mundo del fútbol y sus posibles amaños, ni el de las apuestas, ni tampoco el del rap, presente a través de Murad (excelente por creíble el actor Mohamed Issa), un jovencito estudioso y aficionado a las rimas de ritmo machacón, pero sí me resulta interesante la confrontación de dos carácteres, de dos personalidades tan distintas y lo que los ha llevado a ser lo que son y cómo son y a la necesidad de colaborar pese a las debilidades de cada uno. Y ahí el guión acierta de lleno, aunque me guste menos el cargar las tintas en "los malos", que de tan perversos más parecen esquemáticos que reales. Las mujeres están muy bien retratadas sin embargo. La reacción de la joven policía ante el acoso de su jefe me ha parecido admirable. 


Como no conozco aninguno de los actores todos me resultan muy creíbles menos, ya lo he dicho, los caracterizados de nazis o de turcos, por lo de una pieza en que están cortados. La fotografía de tonos grises, es muy triste el Berlín retratado, y la planificación a veces en secuencia y en otras ocasiones sincopada, da un ritmo extraordinario a la historia. El problema llega cuando, conforme nos acercamos al desenlace, se hace imposible que se pueda resolver. No es que el final sea abierto a que el espectador imagine cómo acaba, sino que queda interrumpido de forma abrupta. Falta sólo el "continuará". Y no he visto anuncio de una segunda temporada. Eso me ha parecido una tomadura de pelo. Con todo la serie la he visto con interés por lo que presenta de un futuro distópico que puede estar ya aquí, tras las próximas elecciones europeas de la semana que viene en la que de alguna manera se está jugando el devenir de la Unión.

José Manuel Mora.  

https://youtu.be/YSigVLF2SDQ

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