Less, de Andrew Sean Greer

So queer....

Últimamente han caído en mis manos varios ejemplares de  esta editorial. He llegado a él por una reseña en mi diario de referencia. Seguramente, sin el señalamiento del crítico, me hubiera pasado desapercibido, ya que desconocía el nombre del autor y en la literatura estadounidense, salvo los consagrados, no buceo demasiado. Es verdad que el fajín anuncia que ha recibido el Premio Pulitzer 2018, lo que en parte puede animar a su lectura. GREER, ANDREW SEAN. Less, Madrid: AdN, Alianza de Novelas (antigua Alianza Editorial), 2019; trad. Miguel Marqués; 279 págs. La cubierta no deja de ser curiosa, hecha por españoles. Esta vez sí que puedo decir que se trata de una novedad.

  
Es un autor superventas (Washington, 1970) de cinco obras de ficción, que incluyen Las confesiones de Max Tivoli , elegido mejor libro de 2004 por el  San Francisco Chronicle. Ha recibido una serie de premios californianos y el New York Public Library Young Lions Award, y ha obtenido becas del Fondo Nacional para las Artes y la Biblioteca Pública de Nueva York. Ha sido considerada una de las mejores novelas cómicas de los últimos años en Estados Unidos, según medios como The Washington Post y The New York Times. Vive en San Francisco y es en el ambiente de esa ciudad en el que arranca la historia. Conviene señalar, para los de francés, que less, además del apellido del protagonista, en inglés significa "menos", lo que aquí es significativo para retratar al personaje. También lo es que de un modo autorreferencial, puesto que Less es un escritor a punto de cumplir los cincuenta, como el propio autor, se nos cuente que en su juventud tuvo una "relación" con Robert Brownburn, poeta y también ganador de otro Pulitzer, bastante mayor que él.Y no sé si lo personal acaba aquí, o el autor ha volcado algo más de su propia experiencia en la historia que cuenta.

Tenemos un escritor de tercera fila con varias angustias a cuestas: la crisis de la cincuentena muy próxima ya ("Arthur Less es el primer homosexual que envejece de la historia. Al menos así es como se siente [...] nunca los vio envejecer mucho más. Esa generación moría de sida", pág. 42), el excaso éxito de su último libro, al que su editor parece dar largas para su publicación ("Él trataba de agarrarse a las resbalosas paredes del pozo negro y sin fondo de aquella pésima noticia", pág. 40), y una ruptura amorosa tras nueve años de relación, que se confirma de forma definitiva con la invitación a la próxima boda del ex. Ante tal cúmulo de desgracias a Less, empieza a entender uno por qué el autor lo ha llamado así, no se le ocurre otra cosa que aceptar todos sus postergados compromisos, lo que lo llevará a dar la vuelta al mundo con escalas en  Nueva York, Turín, París, Berlín, Marruecos, India y Osaka, perfecta coartada para que el libro ejerza de guía turística sui generis de esas ciudades. Esos compromisos académico-editoriales son de la misma categoría que su pretendida fama literaria, es decir, nulidad absoluta.  Y conforme avanza en el viaje "Nuestro protagonista sigue sumido en el duelo, sin duda: la pérdida de su amante, de su carrera, de su novela, de su juventud" (pág. 198).  Uno de los amantes de su primera época, que lo conoce bien, le dice: "Toda tu vida es una comedia [...] eres la persona más absurda que he conocido nunca." (pág. 242). Hay  algo de espejo deformante del callejón del Gato en este gay esperpéntico con "la desgracia a punto siempre de golpear" (pág. 245). Y sin embargo hay al tiempo un narrador, que no descurbre quién es, del que sólo sabemos que tiene bastantes años menos, que no lo acaba de juzgar tan duramente como el propio Less  hace consigo mismo, pues nunca se considera a la altura de los que triunfan: "No soy más que un gay en un musical de Broadway" (pág. 30). Quien nos cuenta la historia ("cuando este narrador era apenas un niño", pág.16) es capaz de empatizar con Less y ver atractiva la delicadeza con la que suele fracasar. Una vez que se ha presentado, desaparece para dejar que casi sea el protagonista desde su subjetividad, quien nos cuente las humillaciones que va padeciendo, sus meteduras de pata, sus encuentros furtivos que nunca acaban bien... Al final volverá a aparecer, como en las comedias de Hollywood de los años cincuenta, para hacer que se cumpla la voluntad del autor: que todo acabe bien. 

He  puesto la foto de Marrakesh para ilustrar una de las tantas brillantes metáforas que jalonan el texto: "un riad con vistas a esa mano de pupilo alzada que es el minarete de la mezquita Kutubía" (pág. 177). Las que hacen referencia al océano son espléndidas: "Un océano incendiado de atardecer que fue apagándose hasta convertirse en una raya color rosa neón" (pág. 61), o bien, "El mar comienza a  iluminarse pero el sol aún lucha por desembarazarse del pijama" (pág. 235). O desde otra perspectiva, la visión del D.F. desde el aire en la noche: "La gigantesca placa de circuitos integrados que es la ciudad de México de noche" (pág. 54). Ese cuidado estilístico del autor pone de manifiesto que, por debajo del tono cómico, aunque siempre agridulce, incluso ácido, de lo que le pasa a Less, hay un fondo de seriedad en la concepción y el tratamiento de la historia, lo que no impide que uno se sonría ante las desventuras que le suceden en su periplo. Este gay, que no es suficientemente gay para los gais de san Francisco, acaba cayéndonos simpático y termina resultándonos aceptable el final que se nos propone, para ir contra tanta literatura del género en la que los homosexuales han de sufrir y acabar mal. Aún recuerdo la que me pareció terrible entonces, Los chicos de la banda, de Mart Crowley, estrenada nada menos que en 1968. No cabe duda de que felizmente eran otros tiempos. Con todo, quiero dejar constancia de una pega que me ha ido molestando a lo largo del libro: la insistencia en las descripciones de la ropa, los tejidos, los colores o los peinados de sus personajes. A eso aludía mi subtítulo, so queer... Y al hecho de que prácticamente todos los ambientes que se retratan pertenecen a "la comunidad". Ya sé que forma parte de la ambientación irónica de  ese mundillo que se nos retrata, pero ha llegado a cansarme. Pega menor.

José Manuel Mora.

 

 

 

 

 

 

 

A comic novel about the aches and insecurities of middle-age won its author one of the most coveted prizes for fiction. But critical acclaim hasn't stopped his crippling bouts of self-doubt.

 

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