Years and Years, de Russell T. Davies

 Distopía cercana.

De nuevo un suelto periodístico de X. Sancho en le penúltima de mi diario de referencia, y el nombre de una actriz a la que admiro mucho, me han llevado al visionado de Years and Years, producción de la BBC, que aquí ha colgado la plataforma HBO. Que se trate de tan sólo seis capítulos, ha sido otro aliciente aunque, una vez que empecé a verla, quedé entre fascinado y horrorizado por la distopía que se nos presentaba, distopía bien cercana, ambientada en Mánchester, que arranca en nuestros días y que se prolonga quince años, para mostrar todo lo que ya promete como amenaza en la actualidad del arranque. Su creador,  Russell T. Davies, ha participado en otras historias que me han emocionado o divertido, como Queer as folk (1999), un hito de culto gay, o  Cucumber (2015), ya comentada aquí. Más cercana está la estupenda An English Scandal (2018), que resitúa a H. Grant en una madurez vital y actoral definitiva. Davies, productor y guionista galés, premiado con un Bafta, es un combatiente por los derechos de los gais y por presentarlos de manera normalizada, como seres con fallos y valores, como todo el mundo.


La familia Lyons, la de la foto, está formada por dos hermanos y dos hermanas. El mayor (humanísimo y creíble Rory Kinnear), de matrimonio interracial, trabaja como asesor financiero y vive por encima de sus posibilidades. De sus dos hijas, la pequeña resulta de lo más inquietante: desea ser inmortal a base de convertirse en datos mediante implantes corporales, que puedan subirse a la nube definitivamente y que serán manipulados y controlados por el gobierno que los ha realizado. El más joven (Russell Tovey, a quien he visto hace poco en Looking y en Pride, dándolo todo como buen activista) es gay, está casado y trabaja para el Ayuntamiento en la acogida de migrantes; con la llegada de la oleada ucraniana, acaba enamorándose de uno de los refugiados. De las dos hermanas, la de más edad es una activista impenitente y la pequeña va en silla de ruedas, lo que no le impide criar a sus hijos o buscar trabajo. Todos viven bajo la tutela cariñosa de la abuela, y se conectan entre ellos con una versión, Signor, de la Alexia que ya he visto funcionando por aquí. En la televisión vemos como va subiendo en el apoyo de voto una "tertuliana" televisiva, Vivienne Rook (Emma Thompson),  que va pasando sin solución de continuidad del activismo populista al fascismo orwelliano con una demagogia ultraderechista aplastante, que hace saltar por los aires el bipartidismo tradicional británico de laboristas y conservadores. Y ese tránsito da mucho miedo, porque recuerda al de Trump, Farage, Salvini, Orban y tutti quanti, hispanos incluidos, quienes apoyándose en el miedo de los que están siendo sacudidos por la crisis, proponen medidas aberrantes entre los aplausos enfervorecidos de los que creen que soluciones simples a problemas complejos pueden devolverlos al estadio de sociedad anterior. Por no hablar del conflicto entre las grandes potencias con disparo de una bomba nuclear incluido, cuya radiactividad acabará afectando a quienes estaban cerca. No espoileo demasiado, sólo hablo del primer capítulo. Y desde ahí todo irá a peor, hasta el punto de que los personajes acabarán añorando el tiempo en que las noticias del telediario eran aburridas.


Aunque el ritmo con que se presentan los hechos es trepidante, se suceden los cambios de año sin parar, las trasformaciones que se producen en la sociedad, a pesar de lo dramáticas que acaban siendo, se inician de forma progresiva, minimalista, de modo que los personajes no las acaban de percibir hasta que se han asentado y puede resultar imposible volver a la situación inicial (recuerdo la anécdota de la rana en un puchero al que se le va subiendo la temperatura de forma mínima, lo que hará que no salte a la primera y acabe cocida). La trama se desarrolla a dos niveles, con hechos ocurridos en esa sociedad que apoya a la populista que defiende un modelo nacionalista y xenófobo, tipo America first, y a la vez nos presenta las consecuencia que las decisiones políticas van teniendo en los miembros de la familia, inicialmente de valores liberales, tolerante ante la diversidad, que cree que lo que sucede será pasajero. Incluso no deja de mostrar actitudes que vemos a nuestro alrededor, de gente a la que en un principio le resulta ridícula la tal Rock, y luego terminará votándola a pesar de sus eslóganes vacíos y efectistas. Acabaremos sabiendo que detrás de ella hay grupos de presión que son los que controlan el cotarro y para los que ella montará campos de concentración para los migrantes con desapariciones incluidas. Todo muy inquietante, porque tenemos la sensación del déjà vu. El discurso de la abuela (fascinante Anne Reid) ante el desastre es demoledor, ya que señala la culpabilidad de todos los que no sólo no hicieron nada, sino que mantuvieron una forma de vida insostenible, como aceptar sin rechistar la sustitución de las cajeras en los súper, por lectores de códigos. Critica la falta de rebeldía de la clase media británica, que podía ser la española, que se entontece ante la telebasura o las pantallitas y que vota como lo hace, en función de intereses individualistas, o que no vota, mostrando el pasotismo de la indiferencia. Y el discurso parece surtir efecto, pues se produce una reacción para intentar cambiar el estado de cosas al que se ha llegado, lo que permite cierta esperanza en que no todo está definitivamente perdido.


Algunos han tildado la seria de demagógica y trazo grueso en la presentación de los personajes. Es cierto que por momentos, la Thompson me parece que sobreactúa, pero la mayoría de los personajes integrantes de la familia están perfectamente retratados y su toma de partido crítico ante lo que muestra me parece pertinente y necesaria. Tratar el cambio climático con 80 días de lluvias constantes, la crisis energética que deja sin luz a la ciudadanía, los cierres de bancos que llevan a la insolvencia a la gente, la inmigración irregular y el modo en que se trata a los que llegan, la homofobia, la infidelidad, me parece necesario, y es cierto que a veces, de tan cargadas que van las tintas, se llega a la comicidad, lo que hace que uno se pregunte de qué diantres se está riendo. Todos los intérpretes están impecables: T’Nia Miller, aparentemente inmisericorde acabrá siendo el sostén de la vieja;  Lydia West, su hija adolescente que quiere convertirse en cíborg; la hermana mayor, Jessica Hynes, radical y humana, que acabará encabezando la revuelta... Y para acabar otro par de detalles inquietantes: de Cataluña se habla como de una república independiente en los diez años siguientes a 2019, cuando se inicia la trama; y el que sigue a Trump al frente de los USA es Mike Pence, nada menos. Como dije más arriba todo da mucho miedo porque lo estamos viendo ya entre nosotros, aunque no de forma tan extrema.... todavía.

José Manuel Mora.
 


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