Biblioteca Braidense. Milán.

 Conjunto espectacular.

Ya que no pude realizar la visita guiada a la Ambrosiana como a mí me hubiera gustado, decidí compnsarlo yendo a conocer la Biblioteca Nazionale Braidense (http://www.braidense.it/), también conocida como la Biblioteca de Brera para los hispanohablantes, término longobardo que significaba suburbio no cultivado. He de decir que, a pesar de no tener concertada previamente la visita, fue la vicedirectora la que me atendió personalizadamente y me permitieron un recorrido por las dependencias del que luego hablaré.


Acercarse a su sede,  perteneciente antiguamente a la Compañía de Jesús, resulta algo imponente. Cuando la Compañía fue suprimida en 1773, la emperatriz Mª Teresa de Austria, de tintes ilustrados como ya sabemos, decidió que la Ambrosiana, rica en maunscritos, no podía valer al propósito que ella consideraba prioritario "servir para cultivar el propio ingenio", para lo que eran necesarios libros impresos. Y así decidió que el adquirido fondo Pertusati (34.000 unidades) propiedad del conde de su nombre, sirviera de piedra angular para la constitución de una biblioteca de uso público en el antiguo  Colegio Braidense, el Palazzo di Brera



A ese fondo se añadieron los pertenecientes a las bibliotecas del propio colegio, formados por manuscritos e incunables, que habían pasado a ser propiedad del Estado. Más tarde se le sumaron los fondos de la biblioteca de A. von Haller, médico y botánico suizo, (24.000 volúmenes), lo que sirvió para completar aspectos científicos. Y se inauguró por fin en 1786. Pronto se constituyó en sede del depósito legal de Lombardía ampliado después al Véneto. Hoy en día es la tercera más importante de Italia. El espacio disponible era tan enorme que alberga también la famosísima Pinacoteca de Brera y la Academia de Bellas Artes, a lo que se suma el Observatorio Astronómico, el Jardín Botánico y el Instituto Lombardo de Ciencias y Letras. La entrada al patio porticado de dos niveles ya es impactante con su escultura de napoleón desnudo sobre el pedestal central. 


A pesar de las estanterías de madera de nogal bellamente decoradas, que alcanzan hasta el techo, en dos alturas, lo que crea un ambiente especial, el arco de seguridad a su entrada nos habla de los medios que se ponen para cuidar todo lo que alberga. Asímismo las bibliotecarias reciben al usuario para atender a sus requerimientos y búsquedas. Hay incluso una peqeña mesa de novedades.



Los contrastes se mantienen cuando vemos que, junto a los nuevos ordenadores para búsquedas en línea a través del OPAC (Online Public Access Catalog), puesto que la biblioteca está cableada y en red, encontramos  los viejos catálogos de madera con cajetines para albergar las fichas individuales de autores, títulos, materias... A la antigua usanza. Y todo en una sala en la que resulta fácil concentrarse, estudiar o localizar lo que se necesita, a no ser que se distraiga uno con los techos las lámparas y el mobiliario. Es también la zona de préstamo y reproducciones.



A continuación se entra en las dos salas de lectura del antiguo Colegio, una, antiguamente llamada "teológica" por su contnido, con frescos fastuosos en el techo y otra hoy denominada de "María Teresa". Es impactante por lo espaciosa y por la altura de sus techos, junto con las lámparas de cristal de Bohemia, ambas perfectamente iluminadas por luz natural. La preside un retrato de la emperatriz. Hoy en día ésta última se utiliza para exposiciones y eventos culturales.



















 
Las escaleras al deambulatorio superior quedan escondidas en los ángulos, como si fueran armarios integrados. Otra de las especificidades de la Braidense es el fondo especializado en la figura de Manzoni con sus libros, cartas y papeles personales al lado de 3000 títulos de crítica sobre el autor.  Además el número de manuscritos alcanza los 2000, junto con 650 ediciones aldinas, rarísimas por la perfección con que su editor, Aldo Manucio, las realizaba. Bodoni, el otro gran editor dieciochesco, completa lo anterior. Se han digitalizado muchos de los fondos históricos. Sin querer ser demasiado exhaustivo, conviene señalar también la existencia de una Hemeroteca digital de más de dos millones de páginas, un Catálogo nacional de manuscritos musicales y tantos otros documentos que hacen de la Braidense una auténtica joya. Vale la pena la visita. 

José Manuel Mora.

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