The Deuce, IIIª Temporada y última.

 Fin de la transformación.

No cabe duda de que el hecho de que las plataformas vayan colgando los capítulos semanalmente, da la posibilidad de recrearse en ellos. Sin embargo también produce distanciamiento al poder olvidar algún detalle de los anteriores. He llegado a desesperarme esperando cada lunes la aparición del siguiente. Hoy por fin he acabado de ver el octavo capítulo con el que la serie concluye.


Han pasado siete años desde el final de la temporada anterior  y estamos en los ochenta. En la zona de Times Square de Nueva York la decadencia física de lugares y personas se ha ido acentuando. La industria de la pornografía ha ido evolucionando y las cintas en VHS han desbancado a las películas de los cines porno al uso. Cada quien puede servirse en su casa a su gusto. Se mantienen por supuesto los prostíbulos con fachada de casas de masajes, las saunas, los bares de copas, todo controlado a distancia por la mafia. Ahora todo lo sobrevuela el fantasma aterrador del sida. Algunos de los personajes lo han contraído y luchan por morir con dignidad si pueden. La enfermedad es la excusa perfecta que necesitan los promotores inmobiliarios en connivencia con los políticos, quienes quieren reestructurar la zona, derribar y construir a lo grande business are business. El viejo mundo de la calle 42 y siguientes está condenado a desaparecer.


George Pelecanos y David Simon siguen siendo los creadores de la serie y dos de sus guionistas, con lo que la unidad estilística y argumental queda asegurada. James Franco continúa con su doble papel, el de quien es incapaz de sentar la cabeza y el de quien prefiere ir asegurando su porvenir. Maggie Gyllenhaal mantiene su intención de convertirse en una directora de culto con sus películas pornográficas, para lo que tendrá que ir cargándolas de verdadera vida vida.  Sigue luchando por su dignidad, lo que la lleva a no querer dejarse comprar ni siquiera por quien la quiere de veras.

 
Hay otros personajes auténticamente dramáticos con finales terribles que no desvelaré, y alguno que logrará escapar del agujero en el que viven. Creo que han estirado la historia algo más de lo debido; con menos capítulos se podría haber resuelto hasta llegar a ese final en la actualidad en el que el modelo D. Trump ha sido el rutilante vencedor. Por supuesto la calidad de la producción, ambientación, banda sonora y actuaciones de todos los intérpretes está fuera de toda duda, pero no se necesitaba tanto para llegar a la conclusión. A ese Nueva York de tarjeta postal y brillo magnífico es al que acudimos muchos para alimetar el mito. Yo he decidido que mientras "gobierne" el país el "pelo de zanahoria" no pienso volver, y mira que hay cosas que me atraen de la famosa Gran Manzana.

José Manuel Mora.

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