Messiah, de Michael Petroni (Creador de la idea)

Fanatismos.

Más que por el título, lo que me ha llevado a ver la serie en una maratón de tres días ha sido las implicaciones políticas que el tema encerraba. Messiah, ideada por el australiano Michael Petroni, conocido sobre todo como guionista (La ladrona de libros), hace muy poco que ha sido colgada en la plataforma Netflix. Se trata de diez capítulos de 45 mi. cada uno a proximadamente. Había leído también que la serie había molestado a todos los jerifaltes de las distintas religiones mostradas en ella. Un motivo más. Veamos por qué.



Que en tierras de Siria aparezca un individuo (el belga Mehdi Dehbi) con aspecto de estar recién salido de cualquiera de las pelis de Hollywood que tratan el tema del Mesías puede echar para atrás. Sin embargo pronto se pone de manifiesto que este hombre, con tanta capacidad de arrastre como para llevar a 2000 palestinos a la frontera con Israel, tiene un magnetismo especial que él alimenta siendo parco en palabras y respondiendo con evasivas a quienes preguntan, como hacían con Jesús según los evangelios, "¿eres tú el Mesías?", pregunta que no se acaba de responder en ningún momento. A pesar de lo peligroso de la tópica figura, el actor logra no caer en el ridículo. Las consecuencias que se siguen son mucho más interesantes: los servicios secretos israelíes se interesarán en él, naturalmente. Y de rebote la CIA del amigo americano, en este caso una mujer (Michelle Monaghan) de pasado tortuoso, que se toma la misión de descubrir la personalidad del personaje y sus intenciones como algo personal. Los musulmanes lo verán como un peligroso falso profeta, puesto que no cita el Corán con exactitud. Y los evangelistas de los USA, siempre dispuestos a sentir la llamada de cualquier predicador, se convertirán en seguidores alucinados. Los miembros del Gobierno estadounidense y su propio Presidente tendrán motivaciones distintas para actuar según los intereses de cada quién, no siempre coincidentes. Ya tenemos bastantes mimbres como para tramar la trama.


El arranque acaba derivando en un thriller con trasfondo religioso y político, salpimentado con diferentes historias de personajes secundarios: el investigador israelí de pasado convulso (el francés de origen judeo-alemán Tomer sisley), el predicador de un pueblito perdido con dudas de fe, los adolescentes deslumbrados por la figura de Al-Massih en el desierto, cada uno con su propia mochila, lo que les hará acercarse al personaje, y entonces la serie acaba convertida en un relato coral. ¿Es un lunático? ¿Un terrorista? ¿El mesajero que anuncia el final de los tiempos? ¿Aquel que puede responder a toda la necesidad de trascendencia que algunos sienten? ¿El anticristo? No hay una única respuesta. Pero sí muchos teléfonos móviles ansiosos por captar imágenes de posibles milagros. Y los medios de comunicación estadounidenses dispuestos siempre a convertir cualquier evento en un circo. Los idiomas se mezclan con naturalidad en esta confusión geopolítica que es Oriente Medio, siempre a punto de estallar. No todos los personajes están igual de bien dibujados y algunos parecen sobrar, como el estudiante universitario que no sabe a qué carta quedarse. 



Al final resulta curioso que una misma frase se escuche en dos idiomas diferentes, en dos situaciones paralelas y a miles de kilómetros de distancia y dicha con el mismo grado de fanatismo: "Dios es grande". A unos los lleva a envolverse en un chaleco de explosivos y a otros a raptar y hacer caer un avión con tal de que todo se resuelva según lo que interesa. Las dudas religiosas de algunos de los personajes me han traído más al pairo. La he acabado de ver porque quería saber cómo resolvían la cuestión de la identidad y las intenciones del personaje, algo que no desvelaré. Una vez más el pueblo palestino es la víctima de la brutalidad de las alambradas y los fusiles. Sin embargo no se ahonda en el problema y queda como paisaje de fondo de la figura con pretensiones de trascendencia y mensaje pacifista. Que cada quién saque sus conclusiones.

José Manuel Mora.   


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