DARK, de Baran bo Odar


 ¡Oh, el tiempo....!

Una crítica elogiosa y algo del argumento leído me han llevado a sentarme a ver esta serie, que tenía además el morbo de ser la primera de origen alemán para la plataforma Netflix. Y eso que ya he dicho en estas páginas que no soy muy fan de la temática de ciencia ficción. Pero aquí ese componente tenía que ver con el tiempo en el que perduramos y lo relativo de su fluir.No conozco El ministerio del tiempo, la ficción española que tanto éxito está cosechando. He intentado ver algún capítulo, pero no me los creo, ni a los personajes, ni a sus aventuras transtemporales, a pesar de la correcta interpretación y la cuidada ambientación. Sin embargo las tres temporadas de Dark, de 26 episodios en total, creada por Baran bo Odar y por parecían aportar cierto aire metafísico, muy "alemán". La serie se estrenó en 2017 y la tercera temporada ha sido colgada en este mes de junio. Los créditos, como las imágenes de un caleidoscopio, ponen en espejo la misma realidad, sometida a múltiples variaciones.


En un pueblecito que parece situado en plena Selva Negra, al abrigo de una central nuclear, y donde da la impresión de que no hace más que llover, empiezan a desaparecer niños y en su búsqueda, y en la tragedia que su desaparición provoca, se van poniendo de manifiesto las complejas relaciones de cuatro familias, sus secretos inconfesables, sus decisiones no siempre acertadas, sus vidas llenas de dobleces e hipocresía que van saliendo a la luz. Y toda esta narración inicial con el suspense de los niños que no aparecen me atrapa. Más cuando, a través de una cueva, parece que se puede pasar de una época a otra, en periodos de 33 años. Los falsh back  se complican al aparecer el niño actual en el momento anterior, consciente de su pertenencia al futuro, pero reconociendo a personajes que ya son adultos en el presente desde el que ha viajado hacia atrás. ¿Hasta qué punto, si se pudiera viajar en el tiempo, podríamos intentar alterar los acontecimientos para que las cosas transcurrieran de otro modo? Todo eso me atrajo en la primera temporada.



Sin embargo, conforme se sucedían las temporadas y los capítulos, todo se iba complicando, también porque los saltos temporales eran más hacia atrás todavía (1921), y los que mostraban el futuro (2053), lo hacían en una cuenta atrás hacia un desastre nuclear irrevocable que tenía el 27 de junio de 2020 como fecha marcada (menos mal que la vimos ya en julio...). Las chimeneas humeantes de la central, los materiales radiactivos que guarda el subsuelo, la negativa del director a que se revise lo que la central contiene... todo se nos presenta muy en la línea "verde", tan valorada en la Alemania actual. Pero a todo ello se añade un componente esotérico,con secta incluida ("sic mundus"), la simultaneidad de pasado presente y futuro, el plan contrapuesto entre quienes quieren que todo se repita eternamente y quienes desean romper la cadena enloquecida de reiteraciones y sufrimientos. "El principio es el fin y el fin es el principio". Todo iba siendo tan retorcido que estuve a punto de abandonar. No lo hice llevado de la curiosidad por ver cómo resolvían el conflicto. Cuando nos presentaronla guionista y el director una nueva realidad en espejo, empecé a darme por vencido. La estética con el tapabocas del protagonista parecía una premonición de lo que estamos viviendo en nuestro presente con el asunto de las mascarillas.


Da la impresión de que los millones de seguidores que la serie tiene no estarán de acuerdo con mis apreciaciones. Cuestión de gustos. Ha sido elegida como la mejor de la plataforma, por encima de La casa de papel o de Stranger Things. A mí, tanta oscuridad, tanta complejidad, tanta repetición, han acabado por cansarme. Daba la impresión de que se pretendía estirar la historia constantemente. Sin embargo he de reconocer que la fotografía tan oscura, la ambientación, las interpretaciones de un reparto ajustadísimo pero para mí por completo desconocido, mantenían el nivel de calidad. Las historias particulares de los personajes, que seguían interesándome, quedaban sepultadas bajo la "patafísica", que diría D. Julio, de los tres ángulos del tiempo. Creo que tengo que aprender a desengancharme de una serie cuando no me siento atrapado de verdad. No niego que a alguno de los que lean esto les pueda parecer simplista y queden subyugados por este juego temporal interminable. Sobre gustos... Adagio inadecuado, puesto que no soy el único que ha escrito sus impresiones.

José Manuel Mora.

 


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