¿Quién conoce el alma humana?
Da la impresión de que Ryan Murphy pretende concentrar en el espacio central de un circo de tres pistas toda la atención de los espectadores, para que veamos cómo es capaz de mantener en el aire varios objetos a la vez, o en su caso, lograr producir, dirigir y no sé si también escribir algún guión de varias series simultáneamente, dado el elevado número de títulos en que su nombre aparece. En este caso se trata de Ratched, colgada su primera temporada de ocho capítulos el mes pasado en Netflix y a la que llegué por la brillantez de su foto anunciadora y también porque parecía que a la Stone le habían vuelto a ofrecer otro caramelo al que no supo negarse. Se trata de una "precuela" (me encanta ser moderno y utilizar términos que antes no se usaban) de Alguien voló sobre el nido del cuco, que el escritor y activista contracultural Ken Kesey publicó en 1962, primero obra teatral en Broadway y, en 1975, el filme de Milos Forman con Nicholson y Fletcher como protagonistas, que tanto me impresionó, por la actuación del primero, a quien descubrí allí, como por la perversidad de la enfermera y el canto de libertad que suponía la escapada final del indio.
La acción se traslada a quince años antes, con la intención de que conozcamos el pasado de la malvada enfermera. El coguionista y codirector, Evan Romansky, ha pretendido mostrar que los maltratadores suelen haber sufrido maltrato previo, como en el caso de Mildred, abandonada por los suyos y dada en acogida a familias que abusaron de ella y del muchacho que la acompañaba, a quien ella cooptó como su hermano. Éste, al inicio de la serie, asesina a cuatro sacerdotes y se encuentra internado en un psiquiátrico, esperando su evaluación, que permitirá su ejecución si se le da como plenamente consciente de sus actos. Ella, usando toda su inteligencia, que es mucha, y los métodos de seducción que sabe que posee, intentará evitarlo. Y hasta aquí puedo leer, porque en paralelo a esta trama principal aparecen unos personajes, cada uno con sus deficiencias: el drogata del director médico (Jon Jon Briones), la enfermera jefe (Judy Davis, irreconocible desde Pasaje a la India y con una vis cómica hilarante), la ayudante del Gobernador del Estado (la Cynthia Nixon de Sexo en Nueva York, aquí conmovedora), la delirante millonaria que busca venganza (inmensa, la Sharon Stone), la borracha dueña del motel sobre el acantilado (la veterana Amanda Plummer)... Por no hablar del hermanito de la protagonista (Finn Witrock) o de la negrata de personalidad múltiple (Sophie Okonedo, impresionante en sus enloquecidos monólogos). Todo un plantel de taradas y tarados. Naturalmente la reina de la función es su protagonista absoluta, Sarah Paulson, a quien, a pesar de haberla visto en Mud y en 12 años de esclavitud o en Carol, he sido incapaz de identificar. No creo que se me despinte a partir de ahora. Parece ser la musa de Murphy, dada la cantidad de papeles que le ha ofrecido. La verdad es que está espléndida, matizada en la crueldad, el desvalimiento, el descubrimiento del amor, la venganza...
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