'Déjales hablar ', de Steven Soderbergh

 Amigas

Esta semana no he ido al cine, dada lo poco atractivo de la cartelera alicantina. Sin embargo HBO me sorprende con el estreno de una película, Déjales hablar (Let Them All Talk), dirigida por  Steven Soderbergh, de quien disfruté The Knick o sus ya antiguos títulos: Traffic y Erin Brockovich, ambas de 2000. Cuando he visto que en el cartel anunciador aparecía Meryl Streep, he decidido echar esta tarde gris y plácida adentrándome en la historia de tres amigas que lo fueron y que ya están entrando en la provecta edad y se reencuentran a bordo del Queen Mary 2, en una travesía entre Nueva York y Southamtom. 

 

La Streep es una escritora premiada y atascada en la redacción de su último libro. Decide invitar a sus compañeras de universidad y a su sobrino a una travesía en uno de los cruceros más lujos, espacio único. Cada una de ellas llega con una espectativa: la escritora pretende sanar viejas heridas que sabe que perduran; Candice Bergen siente que el fracaso de su vida sentimental y laboral se debe al uso que hizo la primera de las confidencias que ella le trasmitió y que aquella convirtió en libro. Dianne Wiest considera que su vida, dedicada a la defensa de mujeres maltratadas, no es gran cosa y se piensa una mujer sin importancia, amante de los best sellers. El cuarteto se completa con la nueva agente literaria de la primera, que pretende obtener información sobre el desarrollo del libro en ciernes a través del sobrino. 

 
 

Hay mucha melancolía ante la conciencia del tiempo que pasa, intentos de ajustar cuentas, reflexiones sobre la validez de usar hechos ciertos, aunque se transmuten en literatura. La cinta se estructura en sucesivos diálogos a dos o a tres que a veces recuerdan a los de W. Allen, aunque sin la chispa del neoyorquino. Hay también algo de suspense, sin que la historia se alce de un tono medio que la sobrevuela toda. Las interpretaciones de las tres creo que valen las dos horas de la cinta. Todo va envuelto en el celofán de un crucero glamuroso, en el que yo no me embarcaría nunca, y arropado por una banda sonora magnífica de Thomas Newman. Sin ser de las que suelo calificar con sorna "esencial para la supervivencia", es cierto que vale para pasar un buen rato. Ahí lo dejo. Que cada quien juzgue.


José Manuel Mora.


 

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