The Flight Attendant, de Steve Yockey

 Azafatas

Cada vez tengo más claro que soy partidario de los maratones seriéfilos. No me mola nada estar esperando una semana a que cuelguen el siguiente episodio, por no hablar de lo dificultoso que me resulta mantener en la memoria nombres y tramas. Cuando nuestra sobrina Noe nos recomendó The Flight Attendant, iban por el quinto capítulo. Al ser una "miniserie", pensamos que estaba en HBO ya al completo. Hemos tenido que esperar casi un mes para poder llegar a un desenlace que desde el inicio se prometía apasionante. Su creador, y director de alguno de los episodios, es  Steve Yockey, productor y guionista del que no tenía ni idea porque no había oído ni nombrar una serie de culto, Sobrenatural. La historia, basada en la novela de Chris Bohjalian, escritor de origen armenio y que ha publicado multitud de best sellers, se editó en 2018. Parece que el tirón del novelista llevó a los productores a intentar convertirla en serie.

 
 
Durante mucho tiempo las azafatas fueron sólo caras bonitas, de impecable presencia, dispuestas a atender la menor necesidad de los pasajeros. El término se recuperó de un arcaísmo procedente del árabe, safat, bandeja que llevaban las criadas con las joyas de sus señoras. Y aunque poco a poco los varones se fueron incorporando a las tripulaciones, seguimos asociando el trabajo con el sexo femenino. A poco que se vuele, se comprueba que es un estereotipo. Aquí tenemos a una muchacha, Cassie, quien en una escala en Bangkok conoce a un atractivo pasajero que la invita a un lujoso hotel. Tras mucho alcohol y sexo, al despertarse se lo encontrará degollado al otro lado de la cama. Incapaz de recordar lo sucedido, inicia la huida y a la vez se ve obligada a investigar lo ocurrido para no verse acusada de asesinato. Se incia así un thriller trepidante, con una protagonista del estilo "Juanita Calamidad", histriónica, capaz de enredarse en coflictos imposibles y que, además, es una alcohólica descontrolada, incapaz de reconocerlo, como también el hecho de que todo tenga su origen en un padre violento y bebedor. Los títulos de crédito, muy sesenteros, dan una pista sobre el ritmo al que van a ocurrir los hechos, también ayuda la multiplicación de pantallas, como sucedía en algunas pelis de esa época y una BSO original que ni pintada de untal Blake Neely.
 
 
Los asesinatos terribles que se suceden, algunos a sangre fría y a manos de una asesina a sueldo (cada vez son más mujeres las que ejercen el papel de "malas"), se olvidan pronto, dado que el humor negro que destila toda la trama, provoca la risa involuntaria. La presencia del muerto como un alter ego de la azafata, que le va haciendo tomar conciencia de sus errores, es otro componente original, expuesto en pantalla con una fotografía de luz diferente al resto. A pesar de meterse en todos los charcos y de ser voluble y poco fiable, es difícil no acabar apostando por la asistente de vuelo. Kaley Cuoco, a quien no conocía por no haber visto The Big Bang Theory, borda el papel con la medida justa de sinvergonzonería y desvalimiento al tiempo. Michiel Huisman es "el muerto", el amante de Daenerys en Juego de Tronos. Su talante de Pepito Grillo de la protagonista está llevado con elegancia y contención. Michelle Gómez es la implacable y fría asesina, a la que también acabaremos por apreciar. Y Rosie Perez hace un papel que acaba siendo enternecedor por la incapacidad de controlar el mecanismo que pone en marcha. Por no hablar del divertido aeromozo homosexual, Griffith Matthews, o la amiga abogada, Zosia Mamet , que librará a la prota de más de un apuro.
 
En definitiva, una serie chispeante, con intriga, un sentido del humor muy especial y no demasiado larga, lo que hace que dé menos pereza iniciarla. Y si se ven los primeros capítulos, no se podrá dejar porque es adictiva. No es "esencial para la supervivencia" pero sí podrá proporcionar entretenimiento si llega la hora de que nos confinen de nuevo por nuestro empeño en celebrar la dichosas y "entrañables" fiestas. Dejemos la celebración para diciembre de 2021, por favor. A muchos les puede ir la vida en ello.

José Manuel Mora.
 


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