A Stormy Night, de David Moragas

 Nueva plataforma

"Oscurezcámoslo", que decía el clásico. La sobreabundancia fílmica en las plataformas que nos ha ayudado a sobrellevar muchas tardes de encierro pandémico, ha hecho que a veces haya que pasarse un buen rato navegando hasta encontrar el título que nos acomoda en cada momento. Dos de mis amigos seriefilos, Merxe y Valentí, ya me habían advertido de que la nueva "filmoteca" se encontraba en Filmin, creación de un par de amantes de las imágenes en movimiento, Juan Carlos Tous, que la inició en 2006 con apoyo de las distribuidoras de cine independiente, y que se convirtió en web en 2010, y Enrique González Macho, presidente que fue de la Academia de Cine. En 2017 la plataforma formalizó un acuerdo con Vodafone y cuenta ya con más de 10.000 títulos agrupados en categorías temáticas, de género y de autor, y que vienen subtitulados sobre fondo negro, lo que permite leerlos con más comodidad y así disfrutar de las versiones originales. La otra noche entramos a curiosear y los árboles casi nos impedían ver el bosque. Quisimos empezar con una rareza no estrenada en las pantallas comerciales que yo sepa debido al confinamiento, pero sí en el  D'A Film Festival de Barcelona que se celebra online, y que fue colgada en 2020. Es pues una novedad relativa.


A Stormy Night la ha filmado un catalán, David Moragas (Tarragona, 1993), quien también ha escrito el guión, y lo ha hecho en inglés, en blanco y negro, lo que le da cierto aire wodialenesco de los 70, y con unos pocos mimbres (única localización, unidad de tiempo y acción, todo muy clásico) para tejer una historia que me ha parecido sorprendente en sus apenas 75 mi. de duración y para un debut detrás de la cámara. Diré por qué. Una tormenta en Nueva York cierra los aeropuertos y un joven documentalista catalán, Marcos, interpretado por el propio Moragas, ha de pasar la noche en casa de un desconocido, amigo de una amiga común. Éste último, Alan, (Jacob Perkins), se dedica a configurar Apps. La relación entre ellos se plantea desde el principio fuera de lo heteronormativo. Sin embargo, a pesar de ese punto en común, su visión del mundo y de las relaciones sentimentales es completamente diferente. De hecho Alan tiene pareja e intenta serle fiel, mientras que Marcos, que no cree en la monogamia, parece haber roto con su amante tras haberlo filmado en un corto de carácter porno. Por ello, y desde el principio, la noche se presenta como una confrontación de deseos no siempre realizables. Para Marcos, vivir fuera de la norma de manera explícita supone lucha, enfrentamiento, mientras que Alan vive más o menos encerrado en lo que él considera que debería ser, aunque su cuerpo le reclame otra cosa. Ello conlleva que la peli se sostenga fundamentalmente a base de los diálogos entre los dos en los que se habla de sexo con absoluta naturalidad, de la situación laboral, de los sentimientos recíprocos. Junto a todo ello  la cinta llama la atención por los densos silencios, las miradas no siempre claramente interpretables, contradictorias con lo que se está diciendo. 
 
 
El uso de la música de Ángel Pérez es sutil y la atmósfera de esa noche se consigue gracias a una sabia utilización de la luz, de los contraluces más bien, en una fotografía espléndida de Alfonso Herrera, que incluye lo filmado por Marcos con su ex con una textura diferente. Todo ello consigue para la cinta una naturalidad lejos de la impostación, que viene servida por dos interpretaciones honestas. Los dos actores parecen estar improvisando a partir del guión, pero son capaces de trasmitir hondura psicológica. La sinceridad del director logra desmontar los lugares comunes que serían esperables en una relación de una noche y no sé si el B/N es una metáfora de las dos visiones del mundo de sus personajes. Habrá que seguir con atención las propuestas de Moragas, si es que se llegan a materializar, que parece que sí. Está rodando de nuevo, y ahora en color y con más dinero.
 
José Manuel Mora.  
 




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