Espías de Cambridge, de Tim Fywell

Los "cinco" de Cambridge

La nueva plataforma, Filmin, nos ha abierto a todo un mundo de series y películas con aire filmotequero y que no tienen por qué ser de "rabiosa" actualidad. El título de la que elegimos, dado que se trataba de una miniserie de tan sólo cuatro capítulos, tenía ecos de algo ya visto tal vez en formato película o documental. Se trata de Cambridge Spies, dirigida por Tim Fywell nada menos que en 2003. El que estuviera producida por la BBC también tuvo su peso en la elección. Y el estar basada en "hechos reales", hace que sea necesario un buen guionista para estructurarlos de modo convincentemente dramático. Peter Moffat ha sido el encargado de hacerlo y se ha documentado de forma exhaustiva. Seguí con interés su The Night of  y últimamente ha escrito la serie Your Honor, que parece que habría que ver también. Al director lo conocía desde que vi su serie The English Game, que me pareció bastante acertada. La capacidad de los británicos para escarbar en su historia es envidiable. Aquí llevamos unos cuantos años de retraso y habría material para dramatizar.

 

Un grupo de estudiantes del elitista Trinity College, pertenecientes a la high class, e integrantes de la hermandad semiclandestina "Los Apóstoles de Cambridge", imbuidos de ideas izquierdistas y a favor de la revolución bolchevique, ante la aversión que sienten frente el ascenso del nazismo, ven en la colaboración con la Unión Soviética una manera de intentar parale los pies. Y lo harán desde la BBC (Burgess, Tom Hollander), la diplomacia (McLean, Henry-Jones), la Casa Real (Blunt, Samuel West) o en puestos del MI6 (Philby, Toby Stephens), pero actuando como miembros del contraespionaje al servico del KGB. La historia abarca un periodo largo, que va desde 1934, cuando son captados, hasta 1951, cuando son descubiertos y han de huir a Rusia, provocando un enorme escándalo; éste amplio arco temporal hace que haya un pequeño desajuste en los actores que, siendo los mismos, han de representar a recién egresados en la veintena al inicio y a cuarentones al final. Su paso al lado oscuro lo dan no sólo por razones ideológicas explícitamente manifestadas, sino por el ansia de vivir en el filo de la navaja una vez acabados sus estudios y al iniciar su vida adulta y responsable. El chapuzón desnudos y en público en Cambridge sirve de tarjeta de presentación. Hay un enorme sentido de solidaridad grupal basado en la amistad fraterna, lo que condicionará algunas de sus decisiones. Sus actuaciones los llevan a moverse por Europa en plena guerra mundial y uno de ellos incluso se ve presenciando el bombardeo de Guernica; hay que decir que ahí la producción no podía llegar nunca al horror de los hechos reales. Parece cierto también que fue encargado de pegarle un tiro a Franco cuando fue condecorado, pero al final no se atrevió.

Los premios Bafta conseguidos (mejor diseño de producción, sonido y una espléndida fotografía) dan idea del empaque con el que la serie fue realizada, salvo el patinazo de una Guernica industrial convertida en una aldea de cuatro casas. La historia narrada, rocambolesca a más no poder, con amores rotos, homosexualidad guerrera, engaños matrimoniales, pasa con soltura el examen de verosimilitud y hace que se mantenga el interés, a pesar de saber la conclusión antes de empezar a verla. El quinto de los integrantes, John Cairncross, parece haber sido marginado por el guionista, a pesar de haber sido muy productivo como espía. No sólo es un relato de fraternidad, o un thriller de espionaje, sino que resulta altamente convincente sobre todo por las contradicciones íntimas que viven sus personajes, atrapados entre la fidelidad a sus ideas, o a los propios sentimientos. Todo ello es posible por el plantel de actores magníficos ya citados, el más desbordante,  Hollander, el de Orgullo y Prejuicio,  en su papel de borracho y visitador de urinarios públicos. Imelda Staunton da empaque irónico a la Reina Elizabeth II, a la que parece que volverá a incorporar en la próxima temporada de The Crown. Al igual que Anna-Louise Plowman, como esposa atormentada, incapaz de amar a dos hombres a un tiempo. Toda una época convulsa y contradictoria retratada con pulso narrativo y acierto visual. 
 

José Manuel Mora.
Imelda Staunton como la Reina Elizabeth

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© Dragster-Wave: Críticas de Cine
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John Cairncross

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