Jonathan Strange & Mr. Norrell, de Toby Haines

 Magia potagia

Creo que ya lo he dicho en alguna ocasión en estas páginas, no me llama la ciencia- ficción. Sin embargo, ver una serie acompañado, supone en ocasiones plegarse a los gustos de la otra persona y así esta vez he aceptado empezar a ver una miniserie de apenas siete capítulos de una hora cada uno, que tiene que ver con la magia. Se trata de Jonathan Strange & Mr. Norrell, producida por la BBC ONE en 2014. No es pues ninguna novedad, pero el estar curioseando en nuevas plataformas, Filmim en este caso, permite dar con propuestas a las que no teníamos acceso en su día. Tiene almacenado su contenido organizado en etiquetas temáticas, lo que permite orientarse con más rapidez. Su director, Toby Haines, se responsabilizó de Brexit: The Uncivil War, que me resultó apasionante. No he visto la también suya, Black Mirror. Tal vez aquí, más que de ciencia-ficción, habría que etiquetarlo como perteneciente al género fantástico. Del guión se ha hecho cargo Peter Harness (Doctor Who).

Basada en un novelón homónimo (2004), superventas, de 846 páginas, escrito por Susanna Clark, la historia nos lleva a Gran Bretaña, a principios del S. XIX, una época entre lo victoriano y lo gótico, que trajo como moda "revisitada" el Romanticismo. La magia está muy desprestigiada en los tiempos en que la ciencia avanza imparable y da la impresión de haber desaparecido desde hace 300 años. Mr Norrell (Eddie Marsan), que se considera un mago, acude a York y hace que las estatuas de su catedral cobren vida ante los ojos despavoridos de los miembros de uno de los clubes de la ciudad, The Learned Society of York Magicians, que lo han convocado para ver si la magia se puede reavivar. La fama que esto le comporta supone que lo llamen para colaborar en la guerra contra Napoleón. Por otra parte Jonathan Strange (Bertie Carvel), más joven y más capaz de arriesgarse, posee un afán por aprender que lo lleva a recuperar libros que traten la materia. Norrell lo acepta como tutelado pero pronto empieza a descubrir que puede estar frente a un competidor peligroso, dispuesto a utilizar sus conocimientos en forma poco ortodoxa a los ojos de su mentor, más práctico y utilitarista, extrovertido y peleón. Gran parte de la serie se sustenta en la confrontación de ambos egos.

Y en medio de este conflicto central, hay muertas que son resucitdas, como la esposa de  Sir Walter Poole (Samuel West) y quedan en manos del Caballero Infernal (Marc Warren), el peligro de que la mujer de Jonathan (Charlotte Riley) caiga también en las mismas manos, batallas que se ganan con caballos de arena, tornados imposibles, barcos de lluvia, restos de una civilización en la que la magia contaba y de la que vendrá el Rey Cuervo desde el Mundo de las Hadas... Todo impregnado de una atmósfera de romanticismo británico tan en consonancia con autores del momento como Byron o Mary Shelley y en ocasiones unos toques de humor muy british. Muchas de estas cosas me dan igual mientras las veo, pero sigo fascinado por la recreación de ambientes, por la decoración de interiores con fastuosas bibliotecas, por los prodigios visuales que proporciona un diseño de producción imponente, que logró ganar el BAFTA en 2015, un vestuario adecuadísimo a la época y esas localizaciones que los británicos tienen siempre tan a la mano, dada la forma en que han cuidado su patrimonio. Hay una mezcla de realismo predickensiano y de mundo feérico muy lograda.

La escuela británica de actores es impresionante y cuenta entre ellos con un plantel de desconocidos por aquí, pero que llegan bandeados en las exigentes tablas de los teatros londinenses. La confrontación de los dos protagonistas está estupendamente servida por dos grandes: Bertie Carvel, a quien había visto últimamente sin identificar en The Crown y antes en John Adams, está arrollador en su lucha por poner la magia a su servicio y luce como perfecto y creíble enamorado; Eddie Marsan, impecable debajo de una peluca imposible, todo fragilidad en ocasiones y furor cuando ha de defender su manera de entender la magia. La bellísima Charlotte Riley roba cada una de las escenas en las que aparece. En definitiva, un entretenimiento muy cuidado, sobre todo para amantes de lo que cuando éramos pequeños llamábamos "magia potagia".

José Manuel Mora.  



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