Mrs. Fletcher, de Tom Perrotta

MILF

Un suelto breve comentando la miniserie, y un nombre propio han sido suficientes para que nos animáramos a ver este producto de HBO relativamente reciente, de hace poco más de un año: Mrs. Fletcher, creada a partir de la novela homónima (2017) escrita por Tom Perrotta, que también la ha dirigido junto a otros, en concreto el primero y el último de los capítulos. El apellido se me quedó tras ver su inquietante serie anterior, The Leftovers. El título de la entrada lo he puesto adrede, sin más explicación, y no porque aparezca referenciado en los diccionarios británicos más prestigiosos, que lo está, sino porque en el argot juvenil estadounidense el acrónimo, Mother I'd Like to Fuck, ("Madre a la que me follaría"), se aplica a señoras de mediana edad que están de muy buen ver y que pueden convertirse en la fantasía erótica de los rijosos jovenzuelos que la pusieron de moda en American Pie (1999). Como todo está inventado, algo así le pasaba a Dustin Hoffman con Mrs. Robinson (la inmensa Anne Bancroft) en The Graduate (1967), que tanto revuelo causó a los de mi generación de veinte años.

Una de estas Milf es Eve (Kathryn Hahn), la protagonista de esta corta serie de a penas siete episodios de apenas 30 mi. cada uno. Está divorciada y su hijo Brendan (Jackson White) está empaquetando para ir a la Universidad, lo que a ella le provocará el característico síndrome del nido vacío. Tiene trabajo en una residencia de ancianos, pero ahora le sobra tiempo libre y se apunta a un cursillo de creación literaria donde coincidirá con una serie de personajes curiosos, entre ellos, la propia conductora de las reuniones, una chica trans (Jens Richards) que lo tiene perfectamente asumido y actúa en consecuencia. La historia va alternando las aventuras que se le van presentando a ella, con las que su hijo, un gilipollas integral, va protagonizando en el College, en esos internados en los que no hay control de entrada, como sucedía en los de mi época. Ella además descubre las infinitas posibilidades que ofrece ahora intenet, porno incluido, para relacionarse con mucha más libertad que cuando ella era joven y esa herramienta no existía. Y él estrella su prepotencia de instituto con las chicas y con compañeros menos empoderados, con una realidad que ya no controla. 

 

El retrato de ambos, así como el de los restantes personajes que van apareciendo, es tierno a la par que irónico. Probablemente el que es tratado con más severidad resulta ser el muchacho, que a las chicas con las que se relaciona trata como a actrices de una peli porno. Ella, sin embargo, se encuentra desorientada, entre una realidad que no acaba de saber cómo llenar ni controlar y las ensoñaciones que la pantallita le provoca. Kathryn Hahn (la debí de ver en Revolutianry Road, aunque no me quedé con su nombre ni con su cara) compone al personaje con toda la fragilidad y la contradicción que su nueva situación le produce. De la inanidad inicial se va pasando de forma divertida a situaciones cada vez más desatadas. El final abierto permite una posible continuación. Sin ser esencial para la supervivencia resulta muy refrescante.

José Manuel Mora.

 

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