"Fragile", de Claude Desrosiers

 Amor, malgré tout

Hay varias cosas que llaman la atención en esta serie: que sea canadiense tal vez la sitúa en estándares diferentes a los habituales estadounidenses en lo que respecta a ejes temáticos, o a la manera en que estos son tratados, lejos del frenesí con que son rodados muchos de esos productos. En segundo lugar, el hecho de que desde los primeros planos conozcamos el desenlace, lo que podría llevar a pensar que no hay por lo tanto interés. La tragoedia griega nos suele poner ante el destino ciego que lleva al desastre, como le sucede a Edipo con el anuncio inicial de su desgracia. Lo que interesa entonces es saber cómo se llega a lo irremediable. Fragile es una serie de diez capítulos de 45 mi. cada uno, que se encuentra desde el día diez de mayo en la plataforma Filmin, a la que habrá que ir prestando cada vez más atención, dado lo que almacena. La historia se cierra en sí misma, dirigida con excelente pulso por Claude Desrosiers, quien lleva filmando desde 2004, aunque el cine canadiense no se vea mucho por aquí; y lo hace basándose en un guión maravillosamente escrito por Serge Boucher, al parecer prolífico y premiado escritor teatral quebequés. Habrá que volver sobre la estructura del relato, que no se revela a las primeras de cambio, dada la morosidad con la que nos van siendo dadas las claves del mismo. 

En esa primera secuencia de la que hablaba más arriba, vemos cómo van siendo metidos en bolsas mortuorias dos muchachos, Félix y Dominic, víctimas de un accidente de circulación que parece encerrar más de un secreto, ya que no se sabe si fue provocado. Ambos son de ambientes sociales distintos: el primero, de 33 años, pertenece a una familia pudiente, cuya madre tiene aspiraciones políticas. Ha pasado cuatro años en la cárcel por un atropello con resultado de muerte. El segundo, de 22, forma parte de una familia humilde de clase trabajadora, y que está profundamente unida, luchadora, con capacidad para hacer frente a cualquier cosa. Y pronto se inician los saltos atrás que nos van poniendo en antecedentes. Québec en invierno puede ser helador y las secuencias rodadas bajo la ventisca resultan intimidatorias para un mediterráneo y de una belleza extraordinaria. No sólo hay saltos atrás en la narración, sino que aparecen secuencias descontextualizadas que sólo entenderemos al final. Poco a poco iremos descubriendo la relación entre los dos jóvenes, y los secretos que cada uno de esos dos grupos humanos guarda. El hecho de que todo transcurra en un pequeño pueblo provinciano, no lejos de Québec, donde todo el mundo parece conocerse, hace que todo esté más concentrado. La serie avanza y uno no acaba de saber por dónde acabará discurriendo hasta que ya va mediada. Y sin embargo no se puede dejar de mirar. De hecho la hemos visto en modo maratón, en un par de tardes. Y creo que es la mejor manera de enfrentarse a esta tranche de vie.
 
 
 
Dom es Pier-Luc Funk (actúa en una peli que parece interesante, Matthias & Maxime) y Félix, el rapado, Marc-André Grondin (a quien debí ver en C.R.A.Z.Y, aunque con menos años y una cabellera excelsa, por lo que no lo he reconocido) son los encargados de dar carne y vida, y sobre todo una verdad contenida a los dos personajes protagonistas. Los caracteres están muy bien escritos y la relación avanza de una manera pausada y creíble, aportando los datos necesarios en el momento justo. La fragilidad de ambos, cada uno por razones diferentes, su calidez humana y su inteligencia los hace encontrarse y apoyarse mutuamente, compartiendo una emoción intensa y serena, "peculiar". El pasado de cada uno los condiciona, como nos sucede a todos. Esa fragilidad llega también a la madre de Dom, y a la chiquita con la que éste sale (Juliette Gosselin), y a la madre de Félix, a pesar de su figura pública tan potente, tan insegura por dentro. El cierre de lo que sabíamos que ocurriría desde el principio es redondo, perfecto y esperanzador, a pesar de las bolsas mortuorias iniciales y parece formar parte de la filosofía del libro que Félix lee con pasión, Le pouvoir du moment présent. Si en algunos casos es importante no destripar la intriga de una historia, aquí se hace imprescindible evitarlo, para ir descubriendo los secretos al tiempo que los propios personajes. De lo más sorprendente que he visto últimamente.
 
José Manuel Mora. 
 

 

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