Mare of Eastown, de Craig Zobel

 Pueblos pequeños...

Creo que hay series para ver en formato maratón, y esta debería ser una de ellas. El título no me decía nada, de hecho resulta poco atractivo, pero sí su protagonista, Kate Winslet. Esa fue la principal razón para empezar a verla. Y luego lo hemos pasado mal teniendo que esperar una semana para cada capítulo nuevo. Mare of Eastown es una serie estadounidense, colgada en la plataforma HBO, de apenas siete episodios, lo que ayudaría a verla de un tirón, dado lo apasionante de la historia. Su director, Craig Zobel, era para mí completamente desconocido, hasta que la wiki me ha chivado que dirigió alguno de los episodios de una serie que me encantó: The Leftovers (2017). Y no sé si aquí la responsabilidad del guionista, Brad Ingelsby, debería ir por delante, dado lo bien escrita que me parece que está. Veamos por qué me ha atrapado tan intensamente.


Eastown es un pequeño pueblo (infierno grande) de Pensilvania, estado natal del director, de esos donde todo el mundo se conoce, donde parece que nunca pasa nada y donde una mujer de mediana edad, tan dura como frágil, y con una situación familiar complicada, por decirlo suavemente, se afana en aclarar el asesinato de Erin, una muchacha con un hijo ya a su cargo y sin agarradero alguno. El arranque es por lo tanto similar a tantos otros. De hecho me ha recordado a Happy Valley, que tanto me gustó, y con la que comparte ambiente pueblerino, heroína y algunas circunstancias familiares: divorcio, nieto a su cargo y convivencia con una madre (una Jean Smart conmovedoramente divertida), amiga de beber algún combinado de más. Nuevamente se hace difícil compaginar la profesión y el hogar, aunque su vocación provenga de una herencia paterna que la hace perseverar siempre, para que la verdad salga a flote, sin importar el coste, y cargue además con un trauma que no se cura con sumergirse en el trabajo. Hay también un varón (Evan Peters) que viene a ayudar a resolver el caso y con el que Mare establece una relación muy especial, en paralelo con la que inicia con un profesor de literatura recién llegado a Eastown (un Guy Pearce más comedido que en otras ocasiones). 
 
 
Y quiero volver de nuevo a la construcción de la historia y a la placidez con la que ésta se desarrolla: cada capítulo es una vuelta de tuerca, (hay una chica desaparecida, cuyo misterio sigue sin resolver), puesto que los datos que se van aportando hacen que uno vaya variando sus sospechas, al igual que le sucede a la detective, y a la vez que se suceden los golpes inesperados que hacen que uno se sonría ante situaciones que no tienen demasiada gracia. Y eso que la trama, con ser apasionante, el final del quinto capítulo es de una intensidad apabullante, no deja de lado el dibujo de los personajes, de una complejidad muy medida, cada uno con sus debilidades. Lori (Julianne Nicholson) por ejemplo, amiga desde la infancia de la detective, sufriente y angustiada madre, acaba por ser una pieza fundamental en el desenlace. 
 

En medio de tanta sordidez y tanta tristeza brilla la belleza de una mujer que no se deja vencer, para lo que no necesita una enorme parafernalia de medios, sino que le basta con la observación y la reflexión. La Winslet, a quien descubrí con asombro en la ya lejana Sense and Sensibility (1995), que ya me pareció admirable en The Reader (2008) y que resultaba emocionante en Mildred Pierce (2011), no necesita quitarse la sudadera, ni retocarse las ojeras o recogerse un mechón de cabello siempre suelto. En pocas ocasiones aparece elegante y sin embargo su mirada es un imán, obsesiva, pero también comprensiva con sus convecinos, como la Nicholson, que no requiere casi palabras para expresar su dolor. Todos están arropados por un diseño de producción aparentemente modesto y una fotografía espléndida.
 

La resolución del caso, de la que naturalmente no voy a hablar, deja abierta la esperanza gracias a la necesidad del perdón. Las heridas no cierran al estilo de los happy end tan habituales, sino a costa de la asunción de lo vivido. El último capítulo es un cierre perfecto a cada uno de los hilos que parecían haber quedado sueltos en este pueblo que parece detenido en el tiempo y que guarda en su interior el mal que socialmente no se quiere ver. De lo mejor visto últimamente.
 

José Manuel Mora.

Comentarios

Orquídea :) ha dicho que…
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo ha dicho que…
Parece muy intrigante. Nos has suscitado el deseo de verla. Eres un artista de las palabras. Saludos.