Todo modo, de Leonardo Sciascia

Omertà

Lo que me ha llevado a empezar este libro ha sido saber que su autor es una personalidad de las letras italianas, del que no había leído nada. Vi de pasada una referencia elogiosa a este título y fui a comprarlo. SCIASCIA, LEONARDO. TODO MODO. Barcelona:  Tusquets Editores, 2021 en su tercera edición, aunque su primera edición por Einaudi es de 1974, y la primera aquí en España es de 1988. La traducción, impecable, es de Joaquín Jordá. Las fotos de la cubierta y la contracubierta pertenecen a Piergiorgio Branzi y son realmente sugerentes. 


El escritor es un siciliano (Racalmuto, 1921 - Palermo, 1989) que se inició como profesor, tarea que abandonó por un periodismo brillante, dando el salto luego a la novelística, donde acabó convirtiéndose en uno de los autores más importantes de la posguerra, una actividad teñida siempre por un activismo político que lo llevó a situarse frente a cualquier forma abusiva de poder, especialmente al de la Mafia, que torturaba tanto a la sociedad italiana de su época, y a dedicar gran número de ensayos a analizar la situación. Aunque simpatizó con el Partido Comunista (PCI), terminó por militar en el Partido Radical, saliendo elegido diputado. Participó en la comisión que estudió las circunstancias del asesinato de Aldo Moro, de lo que luego salió un libro, El caso Moro (1978).
 

El título, "Todo modo", es una frase introductoria de Ignacio de Loyola para sus ejercicios espirituales, y que hace referencia a que cualquier método, cualquier "modo", sería válido a la hora de intentar salvar a los individuos en sentido cristiano siguiendo la voluntad divina. El libro queda sin embargo lejos de la edificación cristiana. Un pintor desorientado se encuentra frente a un extraño hotel que alberga una ermita y que acabará convirtiéndose en el confín del infierno. Ambos están regentados por el padre Gaetano, un cura que parece mirar sin ver y que organiza cada año unos ejercicios espirituales que reúnen a lo más granado de la isla: ministros, políticos, banqueros, industriales... En medio del rezo comunitario vespertino se escucha un disparo y un exsenador cae muerto. No será el único. El juez encargado, el comisario y el pintor, quien ejerce de narrador laico y detective que pretende paliar su aburrimiento, comenzarán la ardua investigación frente a un silencio pétreo, que tiene bastante de coveniente omertà. Con esta trama perteneciente al noir, pronto nos damos cuenta de que Sciascia no está interesado en la resolución de los crímenes, sino en trazar una radiografía de la Italia de los años de plomo desde un racionalismo heredero de la Ilustración, y que contrasta brutalmente con los tejemanejes de políticos y poderosos de baja estofa, emparentados con la Mafia y la sempiterna Iglesia. Todo tiene, claro está, una lectura de gran metáfora que afecta a la clase dirigente, sujeta a chanchullos, chantajes y miserias morales. Hay quienes vieron en la historia una anticipación del asesinato de Moro. Quienes busquen acción no la encontrarán aquí. A mí me ha traído a la mente una broma que M. Twain gastó a sus amigos enviándoles un telegrama: "Todo se ha descubierto. Stop. Hay que marcharse. Stop.". Al día siguiente todos habían salido de la ciudad. No hizo falta decir lo que había pasado a dominio público. Y eso que era una broma. Pues eso. 

José Manuel Mora. 

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