Siempre contigo, de Nir Bergman

 De la paternidad responsable

No es muy frecuente el cine israelí en nuestras pantallas. Es cierto que algunas de las pelis y series que he visto procedentes de ese país me han resultado interesantes. Cuando leí la sinopsis de la que me propongo comentar, pensé que no me apetecía el dramón familiar, más con el problema del autismo de por medio, del que luego hablaré. Sin embargo el tráiler y algún comentario elogioso me han hecho cambiar de opinión. Siempre contigo (Here we are en su título original) ha sido dirigida por Nir Bergman (Haifa, Israel, 1969), a partir de un guión de Dana Idisis (basado en la historia de su padre y su hermano), de quienes naturalmente no conocía nada de sus anterioriores trabajos. El que hubiera tenido buenas críticas en la Seminci pasada, también servía de aval. Recuerdo de mis tiempos pucelanos las sesiones que nos recomendaba nuestra amiga Elena Nistal, bien informada desde dentro de la organización. 

El autismo del protagonista, extraordinario Noam Imber, en sus movimientos corporales reiterativos, en sus gestos y miradas, me ha traído a la cabeza a mi amigo Juan Moya, inasequible al desaliento en su dedicación a su alumnado de educación especial. Yo, que he  pasado cuarenta años de mi vida en la docencia, no hubiera podido estamparme a diario contra el muro de su dificultad de avance, aunque cualquier gesto, caricia o sonrisa se considerara en ellos un logro. Uri, con toda su ingenuidad, con ese vivir hacia dentro o proyectarse en lo que le entusiasma, peces, Chaplin, con sus brotes de frustración, con su dependencia total del padre ("¿me gusta el amarillo?", "es de broma, ¿verdad?") da el personaje a la perfección. La química entre ambos es sorprendente. Genial la escena del afeitado en común o el baile con el "Gloria" de fondo cantada por U. Tozzi  e interpretada en play back por ellos dos.
 
El otro polo de la cinta es Aharon, su padre, desde cuyos ojos se cuenta la historia, conmovedor desde la contención de Shai Avivi (mejor actor en la Seminci 2020). Lo más habitual es que sea la madre la que se encargue de la crianza, sin embargo aquí es el padre quien mejor conoce a su hijo, ha dedicado su vida íntegramente a su cuidado, ha abandonado su profesión, y sin embargo no está dispuesto a aceptar que ya no es un niño y que tendrá que dejarlo aprender a volar solo, a pesar de las dificultades que ello comporte y de la soledad en que quedará él. ¿Quién necesita más a quién?, sería la posible pregunta. 
 

Todo ello adopta una estructura de road movie que permite ir conociendo elementos de la historia de Aharon que explican bien algunas de sus reacciones, y que está llena de momentos de tensión, de ternura inmensa, de humor, enmarcados desde los créditos por una banda sonora que es un homenaje a El chico (1921), peli que ve Uri sin solución de continuidad en su tablet, y a partir de la que se produce una identificación total con su padre. En definitiva no se trata tanto de un film sobre autismo, sino de la dificilísima tarea de la crianza y de la emancipación y en la que, partiendo de esas dos personas concretas en un Israel desértico, se trasciende a algo más universal: la empatía, la solidaridad, la aceptación de la realidad, ese here we are del título en inglés. 

José Manuel Mora
 

 


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