The Restaurant 51, de Ulf Kvensier

 Noches blancas

Volvemos al norte por varias razones: la ya habitual calidad de lo que cuelgan en Filmin (es de julio), aunque no siempre, por un lado; de otro, que sea una miniserie de apenas cuatro capítulos en rigurosa versión original subtitulada; nos la recomienda además una amiga de buen paladar, Cristina Ramón. Y, por último, no se trata otra vez de oscuridades criminales típicas del nordic noir, sino de una historia amable, cotidiana, casi costumbrista, en medio del midsommar sueco y de sus noches blancas en el archipiélago frente a Estocolmo. Algo que se sale de lo que ofreen otras plataformas más "colonizadas".

Conviene saber que se trata de un spin-off , signifique eso lo que signifique, según el maestro Millás. Parece que hay una historia/serie previa también en Filmin, The Restaurant, ganadora del premio a la Mejor Serie Dramática, y que naturalmente no he visto, pero que ha arrasado en Suecia, ambientada en 1945, en la que se explican las actitudes de los personajes en ese verano de 1950. Sin embargo no es necesario conocer los detalles, porque la serie nos sitúa pronto en los conflictos estivales de ese momento. Sirve además de antecedente de la segunda temporada, ambientada en 1955. En ésta, quien ejerce de creador y guionista es  Ulf Kvensier, un desconocido por estos pagos y su director es Måns Zelmerlöw. Y lo primero que llama la atención es su capacidad para presentar un grupo de personajes que conforman un microcosmos en una de las islas cercanas a la capital, Gälnö. He vivido la magia de esas noches blancas en Islandia y en Copenhague, cuando el sol parece rebotar en el horizonte  y la luz no se acaba nunca. Y uno puede entender que, para gentes sumergidas en la oscuridad casi medio año, la llegada de esa luz sea motivo de celebración, con bailes al aire libre, bebidas fuertes, baños nocturnos con luz o fiestas del cangrejo por ejemplo. Cualquier excusa es buena. 



















La serie nos presenta una especie de "arriba y abajo", que los británicos han convertido en marca de la casa. Una familia adinerada, los Löwander, decide acondicionar y abrir un restaurante para el periodo veraniego en una de las islas. Nina (Hedda Stiernstedt), la hija, no parece demasiado feliz en su matrimonio a pesar de tener una criatura y vivir rodeada de lujos. De hecho tiene que echar mano del veronal. El marido tendrá que lidiar con un arrendetario que no cumple sus compromisos. En las cocinas bulle la vida de los de abajo, gente bien avenida, entre los que está Calle (Charlie Gustafsson), quien tuvo una historia con Nina y ahora está casado, aunque el reencuentro de ambos haga que vuelvan a saltar chispas entre ambos a pesar de tenerlo todo en contra. No es la convencional y previsible historia de amor entre ambos lo que llama la atención, sino el ambiente laboral, la figura del chef, Stickman (Peter Dalle), que parece tener un trato especial con la matriarca, Helga (Suzanne Reuter), a pesar de la diferencia de clase, o las dos camareras y los consejos mutuos, o la figura del maître, un auténtico "característico", que se decía en el teatrro áulico español y que provoca la hilaridad con sus actitudes.

 

Algunas de las grandes bazas de la serie son su fastuosa ambientación, el vestuario y las localizaciones muy bien fotografiadas, así como la reconstrucción del maravilloso restaurante, que acompañan todas las historias que se entretejen en ella. Las actuaciones son pulcras, sin que llamen excesivamente la atención y sin que molesten o resulten increíbles. Para concluir: no es esencial para la supervivencia, pero sí resulta muy agradable de ver. No sé si me animaré a ver la primera temporada para entender mejor todo lo que se cocía en ésta. Hay mucho material pendiente. 

 

José Manuel Mora.


Comentarios