Los ricos también lloran
Como cada vez me da más pereza embarcarme en series interminables, al ver que se trataba de una mini, de apenas seis capítulos, y que se anunciaba como una comedia, decidí empezarla y en tres sentadas la hemos finiquitado. Colgada en la plataforma HBO, la única que teníamos antaño, sigue presentando productos interesantes.
The White Lotus está escrita y dirigida por Mike White, de quien no conozco nada anterior. Y, aunque su final aparece como algo bastante definitivo, leo que ya se anuncia una segunda temporada, tal vez en otro hotel y con personajes nuevos. Por mí está bien así. Y, habiéndose colgado en julio, puede considerarse una serie típicamente veraniega.
Los ricos también lloran, pues, pero no dan ninguna pena porque el tono satírico con el que son presentados nos los distancia y ese distanciamiento se mantiene prácticamente a lo largo de toda la serie, ayudado por las autojustificaciones que plantean en cada momento. Su mezquindad no impide que los veamos como seres humanos a pesar de todo. El chaval es el único que ve el sinsentido de ese estilo de vida, su familia incluida, y buscará salvarse gracias a su comunión con la naturaleza y con gente de la isla, con quien logra establecer un proyecto común acorde con sus gustos. Mientras los trabajadores se desloman para cumplir con sus respectivos cometidos, dispuestos a desaparecer "detrás de nuestras máscaras", dice el encargado, y tampoco salen muy bien parados, dada la vampirización a la que los someten los primeros. Todo ello sin que dejemos de sonreír con situaciones que para algunos de ellos no tienen nada de divertido. De lo más serio en la historia me ha parecido el conflicto de la recién casada, Alexandra Daddario, una periodista sin demasiado éxito, que de repente se descubre con un futuro de florero, auspiciado por su marido y por su suegra, que le pesa enormemente. Cuando los huéspedes se despidan, estará llegando el siguiente grupo de ocupantes del hotel, con lo que todo se vuelve circular y sin salida. Divertidamente amarga la serie.
Teníamos curiosidad por seguir esta segunda entrega, ya que se desarrolla en Sicilia, donde hace tres años pasamos un mes inolvidable, aunque no en un ressort como el de Taormina. El matrimonio protagonista y la oronda señora alcohólica siguen presentes, a los que se añade una pareja joven y en crisis y una familia de abuelo, hijo y nieto en busca de sus raíces, una jefa del hotel, unas busconas, un grupo de gais... También hay un cadáver flotando en las aguas de la playa en las primeras imágenes. Más que la crítica desaforada a la gente con dinero, que también, hay un estudio de caracteres más profundo, enmarcado por la visión tópica que tienen los estadounidenses de Italia, tierra de romanticismo (Vacaciones en Roma) como a la vez que paraíso del sexo, (La dolce vita), territorio mafioso (El Padrino) y belleza de postal. Por cierto, son impagables las localizaciones de tantos sitios reconocibles: Cefalú, Palermo, maravillosamente fotografiadas. La tensión va in crescendo a lo largo de los siete capítulos, con el interrogante de quién será quien palmará. Ya dejan caer la posibilidad de unas nuevas vacaciones al año siguiente en ¿Maldivas? ¿Posible tercera temporada? La serie nos ha resultado adictiva. Muy recomendable. Se puede ver en HBO sin necesidad de haber visto la temporada anterior, aunque siempre viene bien conocer mejor a los personajes. Ahí lo dejo, con el tráiler.
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