Madres paralelas, de Pedro Almodóvar

 Memoria histórica

No deja de resultarme extraño comentar películas fuera de mi ciudad de residencia. Esta vez ha sido en Pamplona, con nuestra amiga Maru Urtasun, con quien tanto hemos compartido estos días, también el cine en esta ocasión. Y al entrar en la sala parecía que el año de la pandemia no hubiera sucedido. Estaba llena, como antaño en una sesión de media tarde. Bien es verdad que con dos pequeños detalles, las mascarillas que todos llevábamos y algún espacio entre asientos por lo de la distancia social. Es verdad que el director suele promocionar muy bien sus películas y en este caso lo ha vuelto a hacer, dada la afluencia de público. Madres paralelas da un giro a su filmografía. Pedro Almodóvar ha realizado su filme más político, escrito durante el confinamiento. Veamos. (He elgido adrede este cartel, dada la polémica, absurda, que suscitó).

 
Inicialmente parece una historia más de las suyas, de tono melodramático, folletinesco: dos madres solteras, embarazadas accidentalmente, cruzan sus destinos y deben afrontar el parto y la crianza en soledad. Pronto la historia se cruza con la Historia. Una de ellas, la madura Janis, el personaje de Penélope Cruz (Copa Volpi en Venezia), desea recuperar los restos de su abuelo, puesto que sabe perfectamente la zona en la que se halla la fosa en la que se le enterró junto con otros "paseados", para darle a sus huesos un destino digno. La otra, Ana, una nueva "chica Almodóvar", Milena Smit, recién entrada en la mayoría de edad y de madre actriz, y apolítica, es decir de derechas, no sabe nada de la lucha que su compañera de maternidad ha emprendido. Es estupendo que, en vez de tratar de convencerla, Janis le informe de lo sucedido para que Ana sepa dónde situarse y qué actitud adoptar.
 
 
Junto a los coletazos de nuestra guerra "incivil" todavía no resuelta del todo, el manchego entra en modelos de familia alternativos, violaciones adolescentes, relaciones sexuales que responden a opciones que tiene que ver con la identidad de género, mujeres que deben trabajar para sacar adelante a sus criaturas, frente a otras que han decidido que su carrera va antes (qué estupendo el monólogo de Dª Rosita, la soltera interpretado mirando a cámara por una contenida y conmovedora Aitana Sánchez-Gijón), y otras más empoderadas en su profesión, como la siempre divertida, pero esta vez emocionante Rossy de Palma, o la memoria viva de la abuela, la simpre "chica" Julieta Serrano, con todo su saber a cuestas. Todas ellas vuelven a centrar el interés del director por los personajes femeninos, las mujeres como base de la sociedad. ¡Qué lejos quedan ya las irreverentes monjas, o las que estaban al borde de un ataque! Israel Elejalde, actor superlativo, creo que aquí tiene un papel funcional, aunque bien resuelto.
 

Las dos madres del título no están dibujadas con el mismo tino. La casi adolescente es un cúmulo de inmadurez y contradicciones que se resuelven de un plumazo. Sin embargo el personaje de Cruz es más hondo, más coherente, resuelto con intensidad y llanto sin lágrimas. Tampoco todo el guión es igual de acertado. Hay frases que hemos escuchado tal cual en los telediarios. Sin embargo todo está servido con esa paleta de colores intensos que se gasta el director, con la música siempre inspirada de Alberto Iglesias y la bellísima fotografía de su colaborador de siempre, José Luis Alcaine. La memoria individual, personal, de Dolor y gloria, es ahora "memoria histórica", colectiva, necesaria para cerrar heridas y poder seguir adelante. Y logra emocionarme cuando visualmente y sin discurso verbal, Almodóvar plantea que los enterrados de cualquier manera, no son sólo esqueletos, sino personas que fueron, en un plano cenital que cierra la cinta de manera brillante. 

José Manuel Mora.
 


Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Gracias por compartir tu opinión y crítica sobre "Madres Paralelas".