Maixabel, de Icíar Bollain

En carne viva

Creo que es la primera vez que escribo una entrada fuera de casa. Estamos en Vitoria y a la tarde hace ya frío para el paseo, así que decidimos entrar al cine. Pensamos que viene al pelo ver  en el País Vasco la película dirigida por Itziar Bollaín, que trata el proceso de acercamiento entre los asesinos y las víctimas de la terrible tragedia vasca. Su título, Maixabel, el nombre de la viuda de Juan Mari Jáuregui, socialista de pro, asesinado por ETA en los tiempos de la socialización del terror, apenas hace veinte años. 


Es muy difícil hacer un comentario sólo fílmico de una película esencialmente política. Con todo, el guión de Bollaín y de Isa Campo es un prodigio de inteligencia y sensibilidad. La primera, puesta al servicio de la evolución de los personajes para que todo resulte creíble, dudas, presiones, conflictos con los próximos, todo los encamina hacia un final catártico que me ha llevado a las lágrimas. Y la sensibilidad, puesta al servicio de esos rostros en primer plano, aguantando los silencios, el tragar saliva, el llanto. Qué difícil todo, que lección de interpretación contenidísima de todo el elenco. Emocionantes, la Portillo y L. Tosar. Y los que no conocía, Urko Olazábal y María Cerezuela, me han parecido conmovedores en su humanidad. 



Con tanto dolor vivido, con tantas vidas destrozadas al azar, simplemente porque había que mantener el terror para conseguir los supuestos objetivos, lo único que daba sentido a su actividad, me resultan incomprensibles los "ongi etorri" que hemos visto, las pancartas, las banderas. ¿No hemos aprendido nada? Creo que será largo y arduo el reconocimiento mutuo como iguales en dignidad y derecho. Las vidas de las víctimas no se recompondrán, pero tal vez puedan empezar a mirar a los ojos a quienes las amenazaban, señalaban, acusaban, porque éstos hayan entrado por fin en otra fase. Ojalá esa sociedad pueda reconducirse en paz. Mientras, cuánto coraje el de Mixabel Lasa para enfrentarse a sus victimarios y verlos como seres arrepentidos, humanizados por fin. 

José Manuel Mora.


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