El asesino improbable (The Unlikely Murderer), de Charlotte Brändström, Simon Kaijser

 Magnicidio irresuelto

Vuelvo a tierras del norte. La breve sinopsis que leí me hizo pensar que tenía que verla. Por varias razones: Su brevedad, tan sólo cinco capítulos; y su tema, el asesinato de Olof Palme; es además una novedad, de 2021, y creo que merece la pena, como ahora diré. Se trata de El asesino improbable (The Unlikely Murderer es su título en inglés), serie sueca, dirigida por Charlotte Brändström y Simon Kaijser, basada en el libro del mismo título (2018) de Thomas Pettersson, quien intenta explicar por qué quedó sin resolver el asesinato del primer ministro sueco en 1986. La serie acaba de colgarse en Netflix, plataforma que no siempre pretende ganar espectadores a toda costa. No creo que ésta esté dedicada al gran público. Y sin embargo me ha resultado apasionante.

 
Y eso que desde el principio sabemos su desenlace. No hay espoiler posible aquí. Palme era el firme exponente de la socialdemocracia sueca, que por entonces era modelo de sociedad avanzada en derechos, prestaciones y funcionamiento democrático (no sé si ahora lo sigue siendo tanto, aunque seguro que nos llevan ventaja). Tenía a gala el poder salir al cine con su mujer sin llevar escolta. Eso fue lo que permitió que le dispararan y asesinaran en medio de la calle, en una fría noche de invierno. La tesis de Petterson, que viene expuesta con todo lujo de detalles, aunque sin pruebas definitivas, es que el asesino fue un tal Stig Engström, que trabajaba en las oficinas de Skandia. La muerte de éste en 2000 impidió que el caso se reabriera para intentar resolver todas las contradicciones y elementos inexplicados que el escritor pone sobre la mesa.

 
Uno de los elementos que mantienen el suspenso a lo largo de los cinco capítulos es el hecho de que el supuesto asesino, un quidam oscuro, fracasado diseñador gráfico, se va dando a conocer progresivamente. Él mismo se pone a disposición de la policía como testigo del suceso, alerta a la prensa y está atento a las noticias que se van sucediendo en los periódicos y a pesar de los testimonios de otros testigos, sus extraños comentarios y contradicciones son descartados por parte de los mandos policiales por rencillas interiores, afán de protagonismo de algunos, o intereses políticos para culpar a la CIA o al ¡PKK! (la Guerra Fría no había terminado), con acusaciones de asesinato de alguien completamente inocente, pero que respondía al perfil de "lobo solitario"... Toda una serie de despropósitos que permiten  que Engström continúe libre y se siga dando a la bebida. En sucesivos flash back iremos conociendo elementos de su infancia, de su afán de protagonismo, que intenta canalizar a través del partido de la derecha, el Partido Moderado, en el que logra introducirse, de su complejo de inferioridad causado por las bromas y humillaciones constantes de aquellos por los que él quisiera ser aceptado, y su necesidad frustrada de reconocimiento...
 
 
Y en los pertinentes flash forward el policía retirado y el novelista, que considera que en todo aquello hay un posible libro, continúan las investigaciones, veinte años después, aunque sepan que el caso está más que cerrado por la muerte del supuesto asesino. El contraste entre tiempos y actitudes y modos de investigar resulta apasionante. Al final de cada capítulo se nos advierte que todo lo que vemos no deja de ser una suposición novelada, pero se nos aparece una hipótesis tan razonable, tan creíble... Policías y funcionarios judiciales resultaron desplazados del caso, lo que hizo que todo permaneciera en la confusión más absoluta, a pesar de que el supuesto asesino no hacía más que ponerse delante. Todo el relato tiene un tono sombrío, muy típico del nordic noir.
 

Robert Gustafsson carga sobre sus espaldas el peso del protagonista, en un papel lejano a sus apariciones en comedias. Ha manifestado que estuvo en el mismo cine que Palme la noche del asesinato. Es sorprendente el modo en que incorpora al personaje en una mezcla de inexpresividad, de vida interior atormentada, de patetismo difícil de resultar empático, tal vez por su contención absoluta. Hace que nos preguntemos, ¿qué puede llevar a un hombre así a cometer un magnicidio? Y ello sobrevuela sobre los cinco capítulos. Otro de los actores es Mikael Persbrandt, que me ha resultado irreconocible a pesar de haberlo visto en Sex Education, y que aquí interpreta al jefe de policía con aire megalómano en sus comparecencias ante la prensa. Camaleónico, el tipo. 
 

La ambientación de la época, tan cercana aún para muchos, es perfecta y la oscuridad nórdica parece trasladarse a los personajes y los ambientes donde se desenvuelven. A pesar de un humor soterrado en ambos actores no se puede decir que los creadores de la serie se hayan tomado el asunto a la ligera, antes bien lo presentan  como una tragedia nacional, que marcó a los suecos durante años y que hizo que aquella sociedad perdiera la inocencia y fuera por derroteros impensables hasta ese momento. Cambió la historia del país.
 
José Manuel Mora.
 

 

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