¿Quén es Anna?, de Shonda Rhimes

 Instagrammer perdida

Alguna referencia periodística y las alusiones a que la protagonista y sus andanzas son reales han hecho que se me desate la curiosidad. Un último elemento de incitación ha sido su protagonista, de la que luego hablaré. Netflix ha colgado los nueve episodios de una hora cada uno con el título de ¿Quién es Anna? (Inventing Anna en el original), obra de una creadora al parecer muy famosa, Shonda Rhimes, responsable de Anatomía de Grey, que no vi, y productora de los Bridgerton, de la que espero ansioso continuación. La directora parte del artículo ‘How Anna Delvey Tricked New York’s Party People’, escrito por la periodista Jessica Pressler en 2018, y publicado en el New York Magazine, quien en la serie se ha encargado también del guión. Y como suele suceder en estas historias "basadas en hechos reales", al final aparecen los personajes auténticos y se nos cuenta qué ha sido de ellos, puesto que lo que se presenta sucedió allá por los años diez de este siglo. Hay ironía en el arranque de cada capítulo"La historia es completamente real, excepto las partes que son totalmente falsas", y en el cartel anunciador, donde se dice que está "inspirada en la historia real de una mentira total".

Anna Sorokin, alias Anna Delvey, es la protagonista de esta historia. Una muchacha de origen ruso, que llegó a Nueva York y se hizo pasar por una rica heredera alemana, que se convirtió en eso que los modernos llaman una socialité, y que consiguió estafar millones de dólares al engañar a personajes de la high y, lo que resulta más increíble todavía, a bancos potentes de Wall Street. Pretendía levantar una fundación superexclusiva relacionada con el arte, para lo que pidió créditos y dinero a sus amigos. De una parte se mostraba espléndida con las propinas y el gasto en ropas y objetos de lujo y luego no abonaba ni hoteles ni viajes, retrasando el pago ad calendas grecas, cuando llegara el dinero desde una abultada cuenta falsa en Suiza. Acabó en la cárcel, lo que se sabe desde el primer capítulo. Ahora espera ser deportada. La trama se desarrolla desde la versión que dan quienes la conocieron, lo que proporciona una visión poliédrica de la insufrible trepa, carne de papel cuché.


Fue la periodista Pressler, que en la serie se llama Vivian Kent y que está embarazadísima, la que persigue conocer la verdad a base de las entrevistas que realiza, incluidas las que le hace a la protagonista, a su abogado defensor, y de toda la documentación que logra ir reuniendo para dar con la verdad, con viaje a Alemania incluido para conocer sus orígenes familiares. Tiene que lidiar con un fallo en su carrera periodística anterior y debe intentar colocar el artículo, para lo que cuenta con tres compañeros de redacción que son absolutamente cómplices y disparatadamente divertidos. Da gusto ver cómo a través de su investigación los poderosos son engañados y quedan como pardillos por su afán de figurar y estar entre la crême de la crême y por la capacidad de Anne para mentir a todos.

Julia Garner encarna a Anne y posee el mismo magnetismo en la mirada que ya le descubrí en Ozark. Ha logrado irritarme en casi cada una de las secuencias, y a la vez me resultaba hipnotizante la manera en que iba engañando a todo el mundo. Pasar de ser una golfilla en lo profundo de Misuri a una joven con gusto exquisito y una presencia de elegancia turbadora, envuelta en atuendos de firma, la ha catapultado a lo más alto. Capaz de aparecer conmovedora, hiriente, gélida, histérica... La gama de sentimientos que es capaz de trasmitir es amplia y siempre creíble. Su acento, mezcla de ruso, alemán, francés y neoyorquino es uno de sus rasgos más destacados. Anna Chlumsky, la periodista, le da la réplica con su insistencia infatigable en busca de la verdad y de su salvación personal y profesional para lograr escapar de "Scriberia", y que casi le cuesta salud y matrimonio. Los cara a cara de ambas en la cárcel, en salas VIP, son magníficos. El resto de personajes parece haber sido elegido por Rhimes entre sus habituales. Todos dan la talla, especialmente el abogado defensor, (Arian Moayed), estupendo en sus alegatos finales, así como la amiguísima Rachel, (Katie Lowes), deshecha por fin en llanto, o Neff, la recepcionista simpre dispuesta a devolver la amistad que recibió (bellísima Alexis Floyd).

La forma en que la historia se presenta es coherente con la personalidad de la farsante. La pantalla se llena de fotos que ella se toma para subir a Instagram y estar en el "candelabro" constantemente, para así alimentar su fama y que la crean. Al final, tampoco el espectador acaba por descubrir cuánto de verdad y cuánto de impostación había en el personajillo que fue capaz de burlar a la beautiful people neoyorquina. Y creo que ese es un punto a favor de la serie, como la banda sonora que la acompaña, las localizaciones y todo lo necesario para hacer creíble algo que desde fuera parece imposible que haya podido suceder.

José Manuel Mora. 






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