El caso Hartung, de Dorthe Warnø Høgh (Creadora), David Sandreuter (Creador)

Noir danés

Menudo cuelgue tengo yo con los escandinavos... Nueva serie danesa con dos protagonistas femeninas de muchos arrestos, una policía y una ministra. Esto es suficiente para empezar a verla. También el hecho de que sean solo seis capítulos que Netflix tiene colgados al completo, lo que la hace apta para una pequeña maratón. El que se inicie en la isla de Møn, donde estuvimos apenas hace dos meses, añade interés ante posibles localizaciones conocidas.


La serie El caso Hartung (The chestnut man, 2021, adaptación de la novela del mismo título publicada en 2018 por Søren Sveistrup), ha sido creada por Dorthe Warnø Høgh, quien es una experta guionista que además dirige, se ha hecho en colaboración con David Sandreuter y Mikkel Serup. Naturalmente no conozco a ninguno de ellos, pero ha sido una sorpresa muy agradable reencontrar a Mikkel Boe Følsgaard, en el papel de policía outsider, a quien recientemente vi en la última temporada de Borgen y a quien no he sido capaz de reconocer en el papel de rey danés de una peli que me gustó mucho y que tenía casi olvidada, A Royal Affaire (2013). 


Estamos ante un nuevo producto noir, otro thriller, aunque ya voy sabiendo lo diferente que es el tratamiento de este tipo de asuntos en el cine francés, por no hablar del estadounidense. Todo se desencadena al encontrar sucesivamente a dos mujeres asesinadas, a las que les han seccionado las manos. Ambas habían descuidado a sus hijos al parecer. Naia Thulin (Danica Curcic) es la agente a la que se le asigna el caso. Deberá intentar resolverlo en compañía de Mark Hess (Følsgaard), de métodos menos convencionales. Ambos cargan con un conflicto personal, la falta de tiempo para dedicar a su hija por parte de ella, y un oscuro pasado del que él no quiere hablar. El tercer vértice del triángulo lo ocupa la ministra de asuntos sociales, Rosa Hartung (Iben Dorner, que también aparecía como secretaria de la Primera Ministra en Borgen), quien se reincorpora a su puesto tras la desaparición irresuelta de su hija de nueve años. Y, enredándose en cada crimen, la aparición de unos muñequitos hechos con castañas a los que alude el título inglés, tradición danesa, que hacen referencia a posibles abusos infantiles. Todo muy oscuro, escabroso, con esa sempiterna luz gris del norte, que ni siquiera el colorido otoñal de los árboles logra animar. 


Aparte de la intriga criminal, el dibujo de los caracteres está muy conseguido. Y es interesante comprobar cómo los problemas personales pueden interferir en el trabajo de investigación. Cada uno de los capítulos termina en alto y al tiempo vamos conociendo mejor a los protagonistas. La opción del director es con frecuencia filmar con tomas cortas en los rostros. Las interpretaciones son muy contenidas, con alguna explosión de violencia o de rabia. Todo va conformando una historia absorbente, morbosa, retorcida, muy negra. Creo que conozco algo Dinamarca y puedo decir que es una sociedad con sus luces y sus sombras, como todas. Aquí puede suceder que quien haya tenido una infancia difícil y se sienta preterido, decida tomar venganza, causando el mayor mal posible. La fotografía de Louise McLaughlin y Sine Vadstrup ayuda mucho a captar personajes y ambiente, lejos de la tarjeta postal. Al final uno acaba entendiendo la común paternidad con una serie, Forbrydelsen, de la que vi su versión estadounidense, The Killing. Ésta me ha resultado absorbente, intensa. Y ahí lo dejo. 

José Manuel Mora. 







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