Polar, y nunca mejor dicho
Ha vuelto a funcionar, aunque esta vez no se haya tratado del antaño famoso book crossing. En mi paseo matinal ya he visto en ocasiones anteriores que hay alguien que se desprende de colecciones enteras de libros, de revistas, de catálogos de viajes... Alguien que necesita vaciar sus estanterías. Lo que me ha hecho detenerme ha sido que se trataba de un solo libro abandonado. El título y la reseña de la contracubierta me han animado a llevarlo conmigo. Por supuesto no había oído hablar de la escritora sueca, muy conocida en su país. LARSSON, ÅSA. Cuando pase tu ira. Barcelona: Editorial Planeta, 2015; trad. Mayte Giménez y Pontus Sánchez, bastante cuidada; 359 págs. La cubierta, con aire fractal, resume los elementos esenciales de la narración. Hay en la página de respeto un "ALVARO" (sic), escrito con mano de principiante, ¿hijo de quien poseía la novela? En la elección también ha contado el recuerdo de mis amigas de Uppsala, a quienes conocí tras un intercambio de profes jubilados: Yvonne y Ulla. Y mis dos visitas a aquel país, tan gratificantes, aunque no tan al norte.
Cuando se produce la muerte de la pareja de excursionistas, que buscaban en el fondo de uno de los lagos, el de Vittangijarvi, un viejo avión alemán siniestrado en el año 1943, es el mes de octubre; la escritora pasa a la tercera persona y se centra en las dos mujeres que van a protagonizar la investigación: Rebecka, fiscal en Kiruna, y Anna-Maria Mella, inspectora de policía, y ahora es abril y ha comenzado el deshielo. Entre ambas se establece una corriente de entendimiento que se traduce en una colaboración estrecha. El arranque es pues potente. También se harán presentes los hermanos Krekula, Hjalmar y Tore, más pequeño, pero que es quien da las órdenes, desde un incidente ocurrido cuando ambos eran pequeños. Desde su estancia en la escuela se significaron por su violencia, ejercida contra los más débiles, o contra quienes osaran enfrentarse a ellos. Son dos personajes atormentados y marginales, sobre todo el mayor. Todos ellos vienen envueltos por un tercer personaje absoluto, la helada naturaleza de la zona. La nieve y el hielo envuelven el paisaje y tienen un papel importante al inicio y al final de la narración: "Una niebla embrujada descansa sobre el lago" (pág. 156). Durante la inmersión de los jóvenes se produce un efecto claustrofóbico que se vuelve a repetir en la resolución. Los pájaros juegan también su papel como figurantes de fondo. "Todo en la zona huele a muerte. Los abedules se retuercen. Los pájaros graznan" (pág. 164).
Con todo, es el personaje de la fiscal el que ejerce mayor atracción sobre el lector. Es el único al que "escuchamos" reflexionar gracias a las comillas y que permite profundizar en su interior. Su soledad, su necesidad de establecer lo que es justo escuchando a los implicados, incluso su cercanía al perdón, una vez que ha pasado la ira, su buceo en el pasado para entender: "Cosas que todo el mundo ha olvidado y que tienen que seguir olvidadas" (pág. 201), según uno de los personajes. La novela se va desvelando más como un trabajo de estudio psicológico, que hace olvidar la estructura de novela negra a la que me referí al principio. Es cierto que para la escritora, "todo el género es una lucha constante entre el bien y el mal, con la religión siempre muy cerca". De hecho el título está sacado del Libro de Job. El estilo de la autora es sobrio, aunque además de las bellas descripciones de los paisajes, a veces aflora una imagen potente: "La ira que le corroe por dentro es hierro incandescente" (pág. 259).
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