Irma Vep, de Olivier Assayas

El cine dentro del cine

Quien nos sugiere esta serie, Noe, ya acertó en ocasiones anteriores. Y así, sin tener ninguna referencia y animados por el hecho de que sean "tan sólo" ocho episodios en una única temporada, comenzamos el visionado de una serie con un título, Irma Vep, que parece ser el nombre de la protagonista, pero que es un anagrama de Vampir. Y así me entero de que el término vamp, aplicado a las femmes fatales del cine estadounidense, es una reducción justamente de "vampir". Su director, Olivier Assayas, parece estar obsesionado con el personaje, porque en 1996 ya rodó una peli con el mismo título. La serie, en HBO, es una recreación en formato extendido sobre aquella historia, que a su vez pretendía ser un homenaje al clásico francés del cine mudo, Los Vampiros (1916), obra de un tal Feuillade, a quien se cita en numerosas ocasiones.  













Lo bueno del asunto es que el nombre del director me resultaba conocido, aunque al revisar su filmografía en la Wiki, me he dado cuenta de que no había visto nada dirigido por él con anterioridad. Me parece claro ahora que, dada esta fijación en la serie primigenia y en su título del 96, que le hace volver sobre sus pasos, tiene un punto friki, no sé si como persona, o sólo como cineasta. De hecho se hace evidente que estamos ante una cinta metaficcional, una mise en abyme, que decimos los franceses (vid. Los Premios, de D. Julio). Llaman la atención, de entrada, los créditos iniciales y los que aparecen al final, llenos de colorido, ritmo, y referencias pictóricas, evidente la de Matisse. Las piezas musicales elegidas para los finales de capítulo son espléndidas. Y entrando ya en la serie, son varios los planos narrativos en los que se nos cuenta la historia del rodaje de lo que estamos viendo. Cada una de las secuencias que se ruedan tiene sus referencias en fragmentos en B/N de la serie original. A ello se añade una recreación de esa filmación de época rodada ya en color, con los protagonistas de la serie que estamos viendo. Y para cerrar el círculo, asistimos a los avatares de Mira (Alicia Vikander), actriz jolivudense que llega a París destrozada por una ruptura amorosa y por su desengaño sobre su trabajo de actriz, a lo que se añade la neurosis dubitativa, constante, del director (Vincent Macaigne), ¿trasunto de Assayas? ¿Autoficción, en plan psicoterapia, como la que recibe René, el director ficticio?


A la serie hay que dejarle tiempo para poder asumir tantos hilos narrativos simultáneos. La protagonista se mete tanto en el papel que acaba borrando los límites de identidad entre ella y el personaje. El ego del director, fragilísimo, con ataques de histeria superlativos, parece que vaya a ser incapaz de llevar a término su serie, que él considera una película larga "en trozos". Como dice uno de los personajes "cuando el cine es tu vida, el cine puede doler". Parece evidente que a René levantar la película lo lastima y le trae viejos fantasmas, lo que le hace preguntarse qué es más importante el arte o la vida. Y el propio rodaje, cine enloquecido dentro del cine, todo ello es visto bajo el sarcasmo y la sátira, no siempre despiadada, de Assayas, al apostar más por la visión humorística de situaciones y personajes. El mundo del deseo subyace en algunos de ellos, mostrando la complejidad de las relaciones bisexuales de Mira y los tormentos subsiguientes, así como la necesidad de las drogas para poder actuar, lo que hace evidente Gottfried (Lars Eidinger, que parece un actor tan bipolar como su personaje), con su deplorable y repulsiva actitud, capaz de recomponerse ante las cámaras y bajo los efectos de los estupefacientes. 


La belleza, la elegancia y la naturalidad pasmosa de la Vikander me ha tenido fascinado los ocho capítulos. La había visto en La chica danesa  y en Jason Bourne, pero no la tenía individualizada. Creo que ahora ya no se me olvida. Y Macaigne logra dar el punto de histerismo y fragilidad casi al tiempo. Pedazo de actor.  Por no hablar de la magnífica ambientación y vestuario de cada uno de los momentos temporales y de la extraordinaria captación del caos que supone un rodaje (pobre ayudante de dirección, sensacional Nora Hamzawi). Creo que vale la pena dedicarle unos ratos a esta reflexión desatada sobre la vida reflejándose en el espejo del cine. 

José Manuel Mora.








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