Noticia de un secuestro, de Andrés Wood y Julio Jorquera

Años convulsos en Colombia

Esta vez el anzuelo ha sido el nombre de Gabo en los créditos. De otro modo no creo que, dada mi fobia a las de narcotraficantes, hubiera empezado a verla. Se trata de una miniserie, tan sólo seis capítulos, colgada en este agosto sofocante en Amazon Prime Video, ambientada en la Colombia de los años 90, cuando el narco Pablo Escobar parecía dominar el país entero sometiéndolo a un terror insomne. Noticia de un secuestro, está dirigida por Andrés Wood Julio Jorquera. Parece que adapta correctamente, digo "parece" porque no he leído el original, el libro de no ficción que Gabriel García Márquez escribió (1996), con una prosa periodística, sobre el secuestro de varias personas señeras de la sociedad colombiana por los sicarios de Escobar. La versión fílmica ha sido supervisada por el hijo de Gabo, Rodrigo García, cineasta también él.


No conozco a fondo la historia de aquel país. Cada capítulo incluye un código QR para ampliar información sobre el momento político en que se desarrolla la historia, lo que no suele ser frecuente. Sé sólo que deseo visitarlo desde hace muchos años, como he hecho con otros del subcontinente, y no logro deshacerme del temor que la inseguridad de Bogotá, de Medellín, del país entero, me produce. Son los tiempos del presidente César Gaviria. En el Parlamento se debate si aprobar una ley que permita extraditar a los USA, para ser juzgados allá, a los narcos capturados. Escobar, jefe del poderoso y terrorífico cártel de Medellín, está en contra, por la cuenta que le trae, caso de que lo cojan, y por eso secuestra a Maruja Pachón, cargo funcionarial y esposa de un parlamentario, Alberto Villamizar, quien iba acompañada de su cuñada, Beatriz Villamizar (Julieth Restrepo), razón por la que ambas son llevadas con la cabeza cubierta a un lugar desconocido salvo para quienes las retienen. A la vez, una periodista de reconocido prestigio, Daiana Turbay (Majida Issa), es engañada y acaba secuestrada en la selva junto a un compañero de profesión.

La narración, casi lineal salvo algunos flashbacks, sigue el día a día de las secuestradas, tratadas de cualquier modo por los sicarios que las retienen, los conflictos que surgen entre los carceleros, y las acciones que Alberto emprende para averiguar su paradero, además de las presiones que intenta ejercer sobre Gaviria para que se avenga a negociar su liberación, algo siempre problemático para un gobernante. Sin embargo, más que un thriller político, los directores prefieren centrarse en el drama humano que supone el secuestro, la búsqueda a contrarreloj de Alberto de pistas que permitan encontrarlas, el contacto con los posibles negociadores... Todo este suspenso se mantiene con buen pulso. A veces se incluyen imágenes reales, sobre todo al final. Y es cierto que no llega a la intensidad del cine político de C. Gavras, pero logra conectar con los personajes, su angustia y la sociedad donde todo eso sucede.


Las localizaciones y la ambientación son muy cuidadas, lo que ayuda a que todo resulte más creíble, como el uso que se hace de los pasamontañas puestos del derecho para encubrir a los sicarios, o del revés para impedir la visión de las secuestradas. Cristina Umaña, a quien no recordaba de La casa de las flores, encarna con intensidad a la mujer fuerte de la sociedad acomodada, acostumbrada a dar órdenes y capaz de ningunear a Damaris (Laura Alonso), quien le sirve la comida, por ser aindiada, pero frágil también tras tanto sufrimiento. Juan P. Raba, actor conocidísimo allá, es capaz de mostrar angustia, decisión, ternura con su hijo, sin llegar a querer ser un superhéroe, muy humano. El resto del elenco está ajustadísimo a los distintos cometidos: los cuidadores, los narcos carceleros, los políticos, los miembros del ejército capaces de ejercer una violencia paralela a la de los secuestradores... Todo ayuda a que el interés se mantenga, una vez pasadas las primeras escenas de crueldad iniciales. Y un apunte final. Siempre he pensado que la variante colombiana del castellano es de las más hermosas de América Latina. Sin embargo, cuando son las clases populares, no escolarizadas, las que hablan, había veces que se hubieran agradecido los subtítulos. Ojalá que la llegada a la Presidencia de G. Petro pueda dar satisfacción a las necesidades de una sociedad que ya ha sufrido demasiado, ahogada entre la guerrilla, el narco y unos políticos dados con frecuencia a dejarse sobornar por los dueños del dinero.

José Manuel Mora. 







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