Rita, de Christian Thorpe

Educación pública danesa

De nuevo me voy a Dinamarca, donde está ambientada una serie que no es ninguna novedad (2012-2020). Está colgada íntegra en Netflix, cinco temporadas, de ocho capítulos cada una, las primeras, producidas para la televisión pública danesa. Su duración hace que embarcarse en ella sea para pasar unas cuantas tardes enganchado, pero es verano y estamos de vacaciones calurosísimas. Se trata de Rita, una creación de Christian Thorpe, quien también ha escrito el guión. Hay otra razón, además de la geográfica: la protagonista es una profesora en un centro público de Copenhague. 

Yo estuve quince días en el Øregård Gymnasium, con un alumnado de clase acomodada, en un intercambio que tenía por finalidad conocer el sistema educativo danés. A pesar de la amabilidad de todo el mundo, al haber sido presentado por Birgit Jensen, profesora del centro, en estas circunstancias uno se queda en la superficie, con anécdotas sabrosas en la sala de profesores y en las aulas, y una idea muy general del funcionamiento del instituto (me encanta que se llamen "gymnasium") y sus características. La serie permite ir descubriendo aspectos que desconocía, como el hecho de que los integrantes del claustro no son funcionarios inamovibles, como aquí, sino que pueden ser despedidos. El director ejerce un control de todas las actividades y además es el nexo de contacto con la administración municipal, de la que dependen los centros. Todo está bastante pautado. 

Por eso, el personaje de Rita, (Mille Dinesen, actriz muy conocida allá), profesora de secundaria de un centro más modesto en la periferia de la capital, es un verso suelto dentro del claustro; el alumnado la adora; sus colegas no tanto porque la ven como una adolescente que no quiere someterse a demasiadas normas. Es una mujer resuelta, de fuerte carácter, luchadora, poco dada a seguir las reglas (fumadora empedernida, incluso en lugares donde no se puede), lo que hace que choque con el director y con la psicopedagoga. Su idea de la educación se ciñe a la máxima de que su actividad profesoral consistirá en proteger al alumnado de sus progenitores para lograr que la muchachada sea lo que quiera ser, lo que la llevará a enfrentarse a muchos de los padres. ¿Cómo educar? ¿Desde qué legitimidad? Llena de contradicciones, Rita resulta una excelente profesora y una madre desastrada de tres hijos, divorciada y libérrima, atractiva hasta decir basta, lo que trae consigo que mantenga relaciones con el director Rasmus (genial Carsten Bjørlund) o con el padre de una alumna. Sus hijos la ven con ojo crítico, al comportarse ella a veces más como una colega que como una madre, sobre todo el pequeño, Jeppe (extraordinario Nikolaj Groth), que aún estudia en el instituto y es abiertamente gay y la vive como madre y profesora. Con la única que existe una complicidad, hasta convertirse en su mentora, es con la recién llegada, la inexperta  Hjørdis (una gran Lise Baastrup), contrafigura perfecta, ingenua, dada a solucionar los problemas mediante el diálogo antes que con el enfrentamiento, aunque también llena de creatividad y determinación, y que admira a  su compañera a pesar de ser tan políticamente incorrecta. 

La estructura de la serie recuerda a Borgen. Cada capítulo presenta un problema en profundidad, que raramente se resuelve a gusto de todos, parecido a los vividos por mí durante tantos años de docencia y tutorías: acoso escolar a compañeros y a profesores, embarazo de una cría de catorce y posible aborto, sobreprotección paternal, familias desestructuradas, liendres, consumo de drogas, alumnado migrante con sus peculiaridades, discapacidades varias como el déficit de atención, necesitadas de tratamiento personalizado, disparidad de criterios con otros colegas a la hora de actuar, la enseñanza colaborativa... Todo resuelto sin corsés ideológicos prestablecidos y en un contexto en el que la alianza familia-escuela es cada vez más problemática.

El reparto es ajustadísimo. Dinesen recibió múltiples premios por su trabajo, capaz de una expresividad inmensa con sólo una mirada de complicidad o de sentirse arrasada por la vida, sabedora del desafío de educar desde las limitaciones personales de las que es muy consciente. Baastrup está siempre divertida sin llegar a caer en el ridículo a causa de su ingenuidad. Y trabajar con criaturas y hacer que se desenvuelvan con naturalidad, siempre es una tarea difícil, que aquí se consigue. Bjørlund logra mantener el tipo siempre en la cuerda floja, entre sus obligaciones directivas y sus sentimientos. Los títulos de crédito, muy ilustrativos, se acompañan de una pegadiza canción, Speak out, de una cantante muy popular allá, Oh Land. Dejo aquí el vídeo.


En definitiva, como educador que he sido tantos años, no he podido dejar de sentirme interpelado, viendo que la experiencia educativa nos lleva a priorizar las prácticas que dejan huella en el alumnado, en sus proyectos vitales, y siendo consciente de que muchas veces, más que con lo que decimos, es con nuestra actitud y nuestro hacer con lo que estamos educando. Como decía P. Freire, "nadie enseña a nadie, nadie aprende solo; los hombres y las mujeres nos educamos mutuamente mediatizados por el mundo". Para enseñar hay que estar dispuesto constantemente a aprender. Quienes están todavía implicados en la apasionante tarea de la enseñanza/aprendizaje, la serie puede servir de precalentamiento para el próximo curso escolar. Puedo asegurar que se disfruta un rato.

José Manuel Mora.








Comentarios