El sabueso de los Baskerville. de Conan Doyle

¿Sobrenatural?

Después de la lectura de mi último libro reseñado, Herzog, me apetecía algo más ligero, y mi periódico de cabecera, El País, acaba de iniciar una colección de títulos que tienen como elemento ser "novelas de crimen y misterio" y la primera de ellas es de un clásico del género de quien nunca leí nada. Así que  decidí empezar con el de CONAN DOYLE, ARTHUR. El sabueso de los Baskerville. Barcelona: Ed. Salvat, 2022. Tapa dura, con bellas ilustraciones de época Sidney Paget y un tamaño de letra que he agradecido. 258 págs., al final de las cuales vienen los créditos, contrariamente a lo que es usual.

Conan Doyle (Edimburgo, Escocia,1859 - Crowborough, Inglaterra, 1930) fue inicialmente un cirujano y oftalmólogo, para quien la escritura no era más que un pasatiempo, como su afición a los deportes. Sin embargo, tras el éxito de las historias protagonizadas por el detective Sherlok Holmes y su entrañable colaborador, el doctor Watson, decidió redirigir su actividad hacia la literatura. Escribió mucho, y no sólo obras de misterio, sino libros de historia, otros sobre fenómenos paranormales, de viajes, poemarios, incluso panfletos a favor de su país durante el primer conflicto mundial. Le fue otorgado el título de Sir.  

Se le considera el creador del género policiaco, por el que transitará luego mi escritora de adolescencia, Aghata Christie. Cuando el escritor decidió matar a su personaje, fue tal el cúmulo de cartas de protesta que  acabó por recuperarlo en  La casa vacía. Estos crímenes y misterios el inspector trata siempre de resolverlos mediante la deducción a partir de las pistas que conducirán a su aclaración. En ellos prima el razonamiento por encima de cualquier otra consideración. La observación y el análisis de lo observado son sus herramientas fundamentales. El presente, The Hound of the Baskerville, se publicó en 1902 por entregas, el tercero de su autor, en plena época victoriana. 

Contrariamente a lo que Holmes suele enfrentarse, asesinatos más o menos oscuros, hay en esta narración un componente sobrenatural ya que, en el páramo irredento del Devonshire, parece hablarse de una terrorífica leyenda que tiene que ver con un sabueso de enormes proporciones, que da la impresión de tener una querencia por los señores que habitan en la mansión de los Baskerville. De alguno de los ancestros del propietario del momento, ya se dice que murió a causa del perrazo, y el mismo Sir Charles, el actual propietario, fallece de forma inexplicable en medio de la noche, de un ataque al corazón, a la vista del animal. Esa muerte es la que lleva a Holmes y Watson a investigar lo sucedido, atraídos por los elementos legendarios que lo adornan, y por el nuevo heredero del muerto, llegado desde Canadá, Sir Henry. Todo se irá haciendo más complejo con los personajes que lo rodean y con las circunstancias que se van conociendo. La perspectiva narrativa es la de Watson, quien se desplaza al lugar para enviar el resultado de sus investigaciones en sucesivas misivas a su jefe. Al ser " de misterio", no puedo ir más allá, aunque está claro que todo acaba siendo resuelto y explicado por el detective. 

La dualidad de los dos investigadores es uno de los componentes atractivos de los libros de la serie. "Su carácter autoritario [el de Holmes], que lo llevaba a dominar y sorprender a quienes nos hallábamos a su alrededor" (pág. 225), contrasta con la bonhomía de Watson, a quien dedica constantemente su muletilla: "elemental, mi querido Watson", como si este fuera estúpido, cosa que dista de ser. "Si yo tengo una cualidad es la del sentido común [...] Un sabueso espectral  que deje huellas visibles y que llene el aire con sus aullidos es, sin duda, impensable" (pág. 160), confiesa éste. Llega aquí incluso a eclipsar la figura de su jefe, pues es él quien se encarga de la investigación in situ. También lo es la estupenda creación de ambientes nocturnos, con componentes tardo románticos, neo medievales: "El viento nos trajo un murmullo largo y profundo y luego un aullido cada vez más poderoso y finalmente el triste gemido con que acababa. Resonó una y otra vez, todo el aire palpitando con él, estridente, salvaje y amenazador" (pág. 150). Y no sólo ambientales, sino de estados de ánimo: "Reina la melancolía fuera y dentro" (pág. 160), con ese paralelismo tan habitual en la época. Los elementos de la modernidad, el tren, están presentes, como modo de acercar tierras y personas; el telégrafo y las cartas, claro. Se han hecho cerca de treinta versiones cinematográficas y el mismo U. Eco le rinde homenaje al llamar al protagonista de El nombre de la rosa, Guillermo de Baskerville, por su capacidad de deducción. En definitiva, el librito me ha servido para entretenerme haciendo que mi cacumen trabajara a la par que el de Watson. Quienes desconozcan al autor y a su detective pueden empezar por aquí. Se lo pasarán muy bien.

José Manuel Mora.






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