Exterior noche, de Marco Bellocchio

Colpito

La gratuidad hasta el 31 de enero de la plataforma española Filmin, que dicen que es el nuevo cineclub televisivo, nos ha permitido acceder a una miniserie, de tan sólo seis capítulos, que teníamos mucho interés en ver: Exterior noche (Esterno notte), del director italiano Marco Bellocchio, quien también firma el guión junto a Stefano Bises, Ludovica Rampoldi y Davide Serino y que supone su debut en el mundo de las series, de la mano de la RAI.  Ha sido un gusto poder seguirla en versión original, dado que está muy bien subtitulada y con un tamaño de letra legible.


1978 puede parecer para muchos un tiempo del Pleistoceno Superior. Sin embargo mis treinta años están todavía muy vivos en mi memoria y recuerdo haber seguido con angustia y apasionamiento aquellos días de la primavera romana con fotos en los periódicos, todavía en blanco y negro, del que se titulaba "el caso Moro", que hacía referencia al secuestro y asesinato del presidente de la Democracia Cristiana. Bellocchio, un jovenzuelo de 83 años, lleva filmando desde I pugni in tasca (1965) y La Cina è vicina (1967), siempre con un cine combativo y comprometido desde sus posiciones de izquierda. Ya había rodado Buongiorno, notte en 2003 tratando el mismo asunto, pero desde la perspectiva de una de las terroristas angustiada por sus contradicciones íntimas respecto a lo que ha de hacer. 
  


























El líder democristiano había sido dos veces primer ministro y era considerado un intelectual con capacidad negociadora, tanta que había logrado un acuerdo entre la D.C. (léase di ci) y el más potente de los partidos comunistas de la Europa al oeste del telón de acero, el todopoderoso P.C. (léase pi ci), el conocido como Compromesso Storico, con ánimo de llegar a un gobierno de concentración para hacer frente a la terrible crisis que vivía Italia y al que se oponían los USA y la URSS, además del Partido Socialista. Estas son las coordenadas de contexto en que se produce el rapto del político por las Brigadas Rojas, al tiempo que morían ametrallados cinco de sus escoltas. Bellocchio decide usar una mirada caleidoscópica para conocer una historia que se alargó durante 55 días y de la que ya sabemos su final:  Y así vamos enterándonos de las reacciones de los dramatis personae, Francesco Cossiga (Fausto Russo Alesi), Pablo VI (Toni Servilio), miembros de las Brigadas, Eleonora Moro (Margherita Buy), el siempre oscuro G. Andreotti, junto con la visión que de los sucesos trasmiten los medios de comunicación, las manifestaciones en la calle, los militares, la curia, el "asesor" estadounidense, hasta conformar un puzle magnífico y terrible, conmovedor, en torno a la figura de Moro (Fabrizio Gifuni). 


Es posible que a espectadores jóvenes o poco puestos en la política italiana de hace tantos años, el asunto pueda parecerles poco atractivo. sin embargo Bellocchio logra acercarlo gracias a que se centra en seres humanos cargados de contradicciones, de intereses contrapuestos, de decisiones difíciles. Y así se nos aparece el torturado y neurótico Cossiga, el angustiado Papa, la terrorista en conflicto consigo misma y con la organización, o la soberbia y solitaria Nora Moro, única dispuesta de verdad a luchar por salvar a su marido en contra de lo que opinen los políticos o el mismo Papa. Nadie quiso negociar con los terroristas. Las razones no siempre estuvieron claras. La historia no se presenta cronológicamente, sino que desde cada perspectiva se va atrás y adelante, aunque es fácil ir situando las piezas del rompecabezas. 
 

No queda pues tan sólo como una lección de historia. Lo que presenciamos es puro cine. La recreación de la época, la iluminación tenue de los interiores en contraste con la filmación allo sterno, fotografiada por Francesco di Giacomo, combinadas con la inclusión de imágenes de archivo, una música de Fabio M. Capogrosso que resulta inquietante, y sobre todo con el plantel de actores, absolutamente coral, logra que el corazón se vaya encogiendo, colpito por la tragedia que sabemos inminente. Gifuni hace algo más que recrear al político, lo incorpora con gesto, mirada y voz de manera conmovedora. Ya sabemos de qué es capaz Servilio, pero su Pablo VI, de habla suave y casi bisbiseante, con la fuerza de sus ojos, hace que uno olvide el escaso parecido con Montini. Buy ha sido para mí un descubrimiento (no la recordaba en su papel de psiquiatra en Habemus Papam), plena de dignidad, prudente y combativa. Igual que resulta creíble en su papel de madre y terrorista la para mí desconocida Daniela Marra, crítica y a la vez sometida a las directrices de la organización. Así pues, no estamos ante un panfleto que retrate la lucha de clases,  la utopía revolucionaria, la acomodaticia actitud de los políticos atentos sólo a mantener la poltrona, el cinismo de los partidos y sus intereses, todo esto acaba importando un cazzo. Es el drama humano el que resulta hipnótico y conmovedor. De los mejor de este trimestre.

José Manuel Mora.





Comentarios

Unknown ha dicho que…
No hay nada como saber.