Flee, de Jonas Poher Rasmussen

Migrantes

En esta ocasión la etiqueta debería ser "las películas de la semana", dado que ésta es la segunda que voy a comentar. Y se lo tengo que agradecer a mi compañero J. Antonio, que me ha señalado una cinta que se remonta a 2021 y de la que creo haber leído algo, aunque lo tuviera por completo olvidado. Y así nos surge la ocasión de ver Flee (en castellano, Huída), danesa, aunque haya detrás un coproducción internacional muy extensa, dirigida por Jonas Poher Rasmussen, que ha escrito el guión en colaboración con Amin Nawabi, aparentemente el protagonista de la historia. Se puede ver todavía en Movistar +


Este documental dura noventa minutos y en él Amin, a punto de casarse con su novio en Copenhague, cuenta su historia por primera vez a modo de terapia, tras todas sus experiencias traumáticas, con la condición de que se preserve su identidad, una de las razones de la animación como medio expresivo, combinada con imágenes reales. Arranca en Afganistán, en la época en que se disputan la influencia sobre el país la U.R.S.S y los EE. UU. Estos últimos financiaban a los muyahidines (islámicos fundamentalistas), lo que provocaría una guerra civil que duró desde 1978 a 1989. La familia de Amin, acomodada, ve alterada sus rutinas cuando se llevan detenido al padre sin justificación alguna. El hermano mayor, que vive en Suecia, paga a traficantes para que sus dos hermanas puedan reunirse con él. El viaje será un auténtico infierno, encerradas en contenedores. Las seguirán la madre y Amin y su hermano. Acaban en Moscú, al ser el único país donde pueden ser acogidos como refugiados. La invalidez de su documentación los hará intentar salir a pie y en medio de la noche para atravesar la frontera. Las dificultades son semejantes a las que sufren quienes se embarcan en similares aventuras en las que se juegan la vida.


El tema no es sólo la migración con sus terribles dificultades y la desgarradora situación en la que se vive, a merced de autoridades despóticas y corruptas, una vez que se logra salir del lugar de peligro. A la vez que recuerda, el protagonista va tomando conciencia de su ser diferente ante la psicóloga danesa de acogida, ante su propia familia, y se ve empujado a luchar por sobrevivir en medio de las adversidades, con la desconfianza como único arma. Hay preocupación por formarse universitariamente como medio para integrarse en la sociedad danesa. Su novio será un puntal esencial para lograr encontrar por fin refugio a su huida.


En lo impactante del filme tiene mucho que ver la factura. Al perfecto ensamblaje de las imágenes reales, con el dibujo animado de colores planos, se une una animación más experimental, de límites difusos, muy dinámica, para los momentos más dramáticos, lo que potencia la emoción junto con la música. La cinta se ve con el corazón en un puño. Y al final uno se alegra de que Dinamarca haya sido un país acogedor, al menos hasta la llegada de la derecha al gobierno actual. Qué lástima que se pierda un talante tan humano en aquella ciudad que conocí hace ya tantos años gracias a la generosidad de mi amiga Brigit Jensen.

José Manuel Mora.


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