La diplomática, de Debora Cahn

Diplomacia de altos vuelos

Esta vez no puedo citar a mis fuentes. Si en algún sitio leí algo, lo olvidé. Lo que está claro es que la serie La Diplomática (The Diplomat, 2023, en Netflix, apenas ocho capítulos) ha hecho que me quite el cráneo, que decía Valle, ante la inteligencia narrativa de los guionistas. El viejo profesor de literatura que fui no salía de su asombro ante la agudeza, la rapidez, la ironía cargada de dinamita de los diálogos. Su creadora, Debora Cahn, parece ser una experimentada guionista. La Wiki me dice que se encargó de Homeland (cuya primera temporada me impactó tanto) y de Grey's Anatomy, y de West Wing. De ambas tengo excelentes referencias, pero no las vi en su momento. 

Ambientada en este mismo año de gracia, 2023, con referencias a la invasión de Ucrania incluidas, una diplomática de carrera, experta en Oriente Medio, es nombrada embajadora de los USA en Londres, en medio de una crisis que podría desembocar en un conflicto mundial. Irán, Rusia, todo el polvorín del Golfo puede volar en pedazos si el Prime Minister británico, trasunto del populista Johnson, decide vengarse de un ataque a un portaviones británico en el que han muerto 40 marinos, aunque no se sepa bien quién ha sido el responsable. El Presidente estadounidense, casi un Biden más grueso, encarga a la embajadora que solucione la crisis. Ella, además de falta de experiencia en el mundo de las relaciones formales, vive una crisis matrimonial. Su marido fue un peso pesado de relaciones internacionales y se labró enemigos, aunque sus conocimientos y experiencia desbordan a los de su mujer, por lo que no puede permanecer al margen, como embajador "florero". Lo que tenemos ante las narices es un thriller político de altos vuelos, lleno de misterios, de espionaje, CIA incluida, de luchas por el poder dentro del mismo bando...


Pero no sólo. Kate (Keri Russell), una mujer hiperactiva, poco dada a las formalidades, incluso las de la vestimenta, o la de tener que aguantar la presencia constante de los guardaespaldas, está tratando de poner orden a la crisis matrimonial que se ha traído a Londres, con lo que el componente de comedia romántica está también presente. Hal, su marido, (Rufus Sewell), no sabe mantenerse en un segundo plano, y cada vez que interviene, aunque sea a favor de su mujer, hace que ésta estalle de furia. El componente feminista es otro de los elementos de la historia. Por no hablar del melting pot racial que parece ir tomando carta de naturaleza cada vez con más fuerza en las series, como pude comprobar en Good Doctor. Sagacidad de todos, cinismo de algunos, buena voluntad de unos pocos, un punto de humor en ocasiones, todo sirve para explorar los pasillos del poder y los de las relaciones humanas, las de pareja y las otras. Y está servido, como señalé más arriba, por unos diálogos ágiles, mordaces, que incluyen silencios cargados de información, de miradas altamente significativas.  El cliffhanger  final lo deja a uno con el corazón encogido, el ánimo en suspenso, incapaz de saber si será posible aguantar hasta la segunda temporada que ya está firmada.


Russell y Rufus mantienen una gran química entre ellos, lo que da credibilidad a sus personajes y a su situación, con escena de pelea en el jardín incluida. Aunque parecen ser conocidísimos, yo no los había visto antes, lo que los hace todavía más atractivos. Al igual que el resto del elenco, un potente David Gyasy, como encargado del foreing office y objeto de deseo por parte de la embajadora, o Ato Essandoh, ayudante de la diplomática, y tantos otros, como Ali Ahn quien tendrá que decidir entre sacar del armario su relación de pareja o mantenerla oculta para poder seguir espiando. 


En definitiva, que me lo he pasado pipa, que no llego con años de retraso como me suele pasar, y que me descubro ante la inteligencia de los guionistas. Creo que merece la pena echar un vistazo a un tablero internacional tan inestable y tan creíble como el que presenta la serie.

José Manuel Mora.




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